CAPÍTULO 46

Estaba loco…

Rania regresó al palacio con el corazón lleno de confusión, a pesar de que le había vuelto el alma al cuerpo al saber que Hakim estaba vivo. La revelación de que tenía una segunda esposa, Azahara, la había sacudido hasta lo más profundo de su ser.

Y negaba de vez en cuando diciéndose a ella misma que no, ella tenía que creer y confiar.

—Debo ser fuerte… debo ser… —se dijo a sí misma, y al ver que ya casi entraban al palacio, pasó un trago queriendo quitar el nudo de su garganta y colocando su mejor cara.

Al llegar al palacio, mantuvo la compostura y se aseguró de que nadie notara su angustia. Mientras Samir siguiera en el poder, cualquier señal de debilidad o duda podría ser peligrosa. Así que se esforzó por actuar como siempre, cuidando de Omar y cumpliendo con su fachada intacta.

Caminó por los pasillos, saludando a los sirvientes con una sonrisa forzada y antes de que llegara a su habitación, escuchó unos susurros y se detuvo de golpe.

Entró muy despacio, y lo primero
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