Adilá...La mañana de la coronación llegó con un cielo nublado, como presagiando la tormenta que se avecinaba.La mayoría de los sirvientes corrían de un lado al otro, mientras Rania escuchaba los truenos que producían relámpagos cada nada.—La naturaleza es sabia… —ella escuchó a Rania que le estaba colocando un monito a Omar, mientras hacía los sonidos.Era indiscutible que Laya era su persona favorita y, aunque Rania estaba sonriendo con ese escenario, su corazón estaba totalmente embargado en la preocupación.—Me pregunto si ya llegaría a sus manos…—Es lo más probable —Laya la miró—. ¿Aún sigue angustiándola esa mujer?Ella levantó los ojos y parpadeó rápido.Cada día. No podía dejar de pensar en ellos juntos. Hakim era noble, y de seguro quería mantener a Azahara en el palacio, agradeciéndole por haberle salvado la vida.Y no podía culparlo. Era su segunda esposa, aunque ella no sabía si en el futuro podría con eso o no.En todo el día no paró de llover, y cuando la hora se vio
Desplome total…La tragedia en el despacho de Samir dejó a Rania en un estado de shock. La imagen de Adilá, inerte y sin vida, la perseguía mientras la urgencia de la coronación forzaba a todos a seguir adelante como si nada hubiera pasado. En el fondo de su ser, Rania sentía una mezcla de horror y determinación, mientras Laya se apresuraba a buscarle otro vestido.—Señora… por favor… su maquillaje se escurre a cada nada… —dijo la mujer que la estaba maquillando y ella volvió a limpiarse las mejillas.Laya la ayudó a vestir, y cuando la habitación quedó vacía, la abrazó con fuerza.—La mató delante de mí… yo… ella no me caía bien, merecía muchas cosas, lo sé, pero… pero esto…—Señora… tranquilícese, por favor…Y Rania negó, levantándose.—Él iba a… estaba forzándome a estar con él, Laya, si Adilá no hubiese entrado…Los toques en la puerta se hicieron urgentes y ni siquiera pudo responder cuando un guardia entró.—Su presencia se exige, señora Rania…Laya abrió los ojos. La arbitrarie
Llegué a pensar… El desplome de Rania en medio del salón, bajo las miradas atónitas de la multitud, marcó un punto de inflexión en la noche de coronación. Mientras el eco de las conversaciones cesaba, dejando solo el sonido de la tormenta que arreciaba afuera. Samir se apresuró a su lado, intentando disfrazar su preocupación con una calma fingida. La atmósfera, cargada de expectación y confusión, se tensó aún más cuando la llevaron fuera del salón principal. Entonces él alzó las manos, y se dirigió a todos. —Que siga la celebración, mi querida está un poco tensa… La gente tomó la palabra y la orquesta continuó, entretanto él caminaba de forma galante, mientras Zulema tenía el pulso en su cuello. Le dio una mirada larga a Yassira que se mantenía quieta, sin una sonrisa en el rostro, y ella se hizo a un lado, escurriéndose entre la gente también. Quería ir a la habitación de Omar, lo mejor era que se quedara con él el tiempo que fuese necesario. En la penumbra de una estancia aled
Lo tenía que ocultar…La noticia, de ser cierta, no solo complicaría su ya desesperada situación, sino que también pondría en peligro la vida del ser que crecía dentro de ella. La semilla de esta nueva vida, fruto de su amor con Hakim, era un destello de luz en la oscuridad, pero también un potencial punto de fractura en su ya frágil existencia.Con Samir alejándose, satisfecho en su ignorancia, Rania se encontró atrapada en una vorágine de emociones. El miedo y la esperanza se entrelazaron, creando una tormenta interna tan feroz como la que azotaba el palacio. La urgencia de confirmar sus sospechas se volvió apremiante, pero la realización de tal hecho en secreto era un desafío monumental en el estrictamente vigilado en torno del palacio.Entonces ella se levantó de ese sofá, se limpió las lágrimas, y alzó la barbilla para ir a su habitación.La noche cayó sobre el palacio con una quietud inusual, como si el mismo aire esperara en tensión el desenlace de los acontecimientos, ella esc
¡Por favor, que estés bien!Un segundo estruendo apagó el escenario, las luces y el sonido, Rania y Samir fueron al suelo, y los guardias gritaban fuertemente.—Han sido desactivadas las comunicaciones dentro del palacio, señor… —Su mano derecha llegó a él—. Nuestros cables no funcionan, hay total confusión ahora…A Samir se le podía ver la furia en sus ojos, y Rania casi gateó para colocarse de pie y correr, sin embargo, él la alcanzó tomando su brazo y la sacudió con fuerza.—¡¿Adónde vas?! —ella miró sus ojos y negó.—Debo buscar a Omar…—¡No! —Samir tomó al “imán” que era el hombre encargado de unirlos en la ceremonia—. ¡Termina, ahora mismo!—Pero señor… —Samir sacó el arma de su hombre y lo apuntó.—¡Ahora!—Señor, vemos que vienen muchos militares, no sé de quién se trate… debemos salir cuanto antes…—¡Prepara el auto! Saldré con Rania…Rania trató de zafarse y negó.—No… no… Déjame…—¿Dejarte? ¡Dijiste que estabas conmigo en esto!—Majestad… en estas condiciones, no puedo casa
¿Y Rania?A medida que el sol comenzaba a rayar el atardecer, el palacio de Al-Zahir yacía sumido en un silencio ominoso, interrumpido solo por los pasos decididos de Hakim. Los pasillos, una vez llenos de vida y bullicio, ahora reflejaban el caos de la traición reciente: paredes manchadas por el humo, obras de arte desfiguradas, y el suelo salpicado con la sangre de los guardias caídos.Hakim, flanqueado por sus leales, avanzaba por el palacio con un semblante de acero, su mirada fija en el horizonte de su nuevo dominio. Los cuerpos de los guardias traicioneros yacían esparcidos, testimonio mudo de la batalla librada en esos mismos corredores.Las calles de Omán ahora estaban repletas por la verdadera fuerza militar, y había muchas bajas de militares que decían que no tuvieron otra opción que cumplir al mandato de Samir.Pero ya se encargaría él de colocar todo en orden.Las fuerzas especiales extranjeras le comunicaron que se quedarían una semana más mientras sus propias fuerzas mil
Un mal hijo… La noche caía sobre Omán con un manto de estrellas que parecía burlarse de la oscuridad que se cernía en el corazón de Hakim. La desesperación por encontrar a Rania se había convertido en una obsesión que lo consumía, eclipsando incluso el alivio de haber retomado el control del palacio y asegurado la captura de Samir.—Hakim —comenzó con un susurro cargado de preocupación—. La noche es larga, y la esperanza no debe morir… Rania, ella es fuerte; ella encontrará el camino de regreso a nosotros, al igual que tú has encontrado el camino de regreso a tu gente. Creo que, si no han dado con su paradero, es por el miedo a que sea encontrada por Samir.Hakim miró a su madre, intentando procesar sus palabras. La última vez que ella habló de Rania, fue para decirle que estaba decepcionada de su elección.—Lo sé, madre… Pero el tiempo es un lujo que no podemos permitirnos. Cada momento que pasa, el peligro crece… —respondió, su voz teñida de la urgencia que sentía.El grupo de élit
Omar… La habitación, bañada en una luz artificial que no lograba disipar la oscuridad de los pensamientos de Hakim, se convirtió en un escenario para la reflexión. A pesar de la turbulencia de sus emociones, una decisión se afianzaba en su mente. Samir enfrentaría la justicia, la justicia de un reino que había sido testigo de su traición y su crueldad.Y ya no importaba que llevara su misma sangre.—Que la justicia sea nuestro guía… —murmuró Hakim y luego se dio la vuelta, mientras Mahir dio órdenes precias, tanto a la guardia, como a los mismos médicos.Nadie podía visitarlo, y prepararían sus traslados, en cuanto el informe médico diera un sí. Caminaron en silencio por los pasillos del hospital, pero antes de que pudieran intercambiar palabras, una conmoción en el exterior atrajo su atención.La prensa, siempre hambrienta por un destello de drama en los altos círculos del poder, había congregado fuera del hospital sus cámaras y micrófonos apuntando hacia la entrada como lanzas pre