Otro hombre… Al entrar en una sala privada, Zulema fue la primera en aparecer como si le hubiesen devuelto la vida. Casi corrió a Omar, y se lo quitó a Hakim de los brazos para estrecharlo contra su cuerpo.—Mi niño… —sus ojos se nublaron mientras regaba besos en su carita, y lo miraba con aprensión—. Sabía que estaría bien, estás destinado a muchísimas cosas.Hakim sonrió al ver a su madre, mientras Laya se quedaba atrás con los brazos cruzados, como si se consolara a ella misma.—Laya… —Zulema comenzó—. Estamos en una deuda muy grande contigo…Laya negó rápidamente.—No es nada… Le prometí a la señora Rania que protegería al niño Omar con mi vida… y él se porta de maravilla…—Está acostumbrado a ti —el rey lo afirmó, y Laya pasó un trago fuerte—. Antes que nada, debes saber cuánto agradezco lo que has hecho por mi hijo y por Rania… —Hakim volvió a decir, Zulema se sentó con Omar, y Laya notó que el rey estaba angustiado. —Mi señor, hice lo que cualquier leal servidora haría por su
Yemen…Rania trató de parpadear y moverse un poco. Se sentía cómoda, pero adolorida, pero en el momento en que sus ojos se abrieron, su ceño se frunció.Había una amplia habitación iluminada. Muy lujosa, candelabros innovadores, y una enorme cama, donde todo resplandecía.Ella se tocó las costillas. Miró sus piernas.Parecía que alguien la había atendido. Tenía algunas vendas en el estómago y una en su rodilla. Aún sentía dolor, pero era llevadero, entonces, cuando intentó levantarse, solo en ese momento, notó que alguien más estaba en la habitación.—Tenga mucho cuidado, señorita… —Ella se giró de golpe.Era una criada bastante joven que ahora le sonreía y Rania se sintió demasiado extraña.—¿Dónde estoy?—En Yemen… —Su respiración comenzó a agitarse…—¿Yemen? —La chica rubia asintió.—Sí, señorita…Ella pasó un trago. Esperaba que no sucediera de nuevo.—¿Sabes mi nombre?La chica parpadeó como confundida, y luego volvió a sonreír.—Sí… es la señorita Rania… —El aliento salió de su
El verdadero renacer…La habitación, que momentáneamente había sido un refugio de su realidad tormentosa, se convirtió en el escenario de una complejidad aún mayor.Rania miró a Rabbuh y Adalia, aun procesando la revelación de su embarazo y, sobre todo, lo que acababan de decirle. Ella trató de parecer serena, pero era evidente que todo estaba siendo demasiado para ella.Se masajeó la sien, y luego volvió a observarlos. La miraban con un poco de miedo, pero ¿por qué? Había expectativa en su mirada y sobre todo una tensión innegable.—¿Por qué…? ¿Por qué me estaban buscando? —preguntó Rania con su voz aún temblorosa, pero firme, demandando respuestas.—Has pasado cuatro días en cama… por favor, come con nosotros…Ella negó.—Por favor, en mi país hay un caos… —Y Rabbuh se apresuró a dar una orden.Hubo un silencio cuando el hombre salió en un momento recibiendo una Tablet en sus manos.Llegó hasta Rania y luego se la pasó.Ella comenzó a deslizar su dedo.Se relataban los últimos acont
Lista para el futuro…La revelación había dejado a Rania sin palabras, sumergida en un mar de emociones que apenas podía comprender. La idea de que su vida estuviese tan intrincadamente conectada con la de esa chica, y que su existencia misma fuese el nexo perdido en una historia de dolor y búsqueda, le confería un nuevo sentido a su propio ser.Ahora, sentada frente a Adalia y Rabbuh, no solo veía a dos personas que habían sufrido la pérdida de una hija, sino también a sus propios padres ahora, cuyas vidas habían estado marcadas por la ausencia y la esperanza.—Zahida… —susurró Rania, tratando de adaptarse a la información.—Sí, Zahida —confirmó Adalia acercándose con su esposo y extendiendo su mano sobre la mesa para alcanzar la de Rania. La calidez de ese gesto era un bálsamo para el alma agitada de ella, para todo lo que había pasado, para todo lo que había tenido que aceptar—. Durante años, la búsqueda de nuestra hija ha sido la llama que mantenía vivos nuestros espíritus. Y ahor
Tocándola a ella…—Señor… me hablaron desde el palacio —Hakim se acercó hacia Mahir, mientras dejaba una llamada a media carrera.—¿Qué dicen?—Los gobernantes de Yemen, querían contactarse con usted de forma urgente. El personal le dijo que usted no se encontraba, pero no les dio detallas. Nadie sabe que estamos en la frontera, pero lo que escuchará a continuación, es…—¿Rania? —Hakim se agitó en gran manera, y no esperó a colgar la llamada en espera—. ¿Qué dijeron?—Solo dijeron que ella está en el palacio Qasir Ghumdan… parece que está herida…Hakim sintió que se le trancaba la garganta, aunque un enorme alivio lo arropó entero, porque el que Rania estuviera viva, de por sí, era un gran paso.—Prepara… prepara todo… comunícate con su gobierno de nuevo, y solicita una entrada aérea y militar… dile que el mismo Emir entrará con algunos de su ejército…Mahir se movió rápido después de asentir, y Hakim se peinó el cabello con los dedos.Le temblaban las manos, sentía un hielo en el est
La princesa en su lugar… El aire en el salón se tensó en un instante, como si una tormenta estuviera a punto de desatarse. La mirada de Hakim, cargada de un fuego inquebrantable, estaba fija en la mano de Karim que sostenía delicadamente la de Rania. A su lado, Mahir, percibiendo la intensidad del momento, se detuvo un paso detrás de Hakim, listo para intervenir si fuera necesario. Todas las miradas se cruzaron, con un silencio se apoderó del amplio salón al instante, y a la vez todos sintieron cómo la tensión era parte del momento. Los padres de Rania, Adalia y Rabbuh, intercambiaron miradas preocupadas, conscientes del delicado equilibrio de emociones en juego. Los ojos de Hakim brillaron con una mezcla de emociones al ver a Rania después de tanto tiempo. Era un alivio, pero la parte que latía más fuerte en su piel, era del celo puro ante la cercanía con este hombre, que parecía haberlo visto alguna vez. Rania, por su parte, sintió cómo el mundo se detenía en ese momento. La cal
Ella no se llama Rania …El silencio que siguió fue profundo. Rania observó el cambio en la expresión de Hakim, notando cómo la alegría inicial por su revelación daba paso a una sombra de preocupación y, posiblemente, algo que estaba conteniendo. La tensión entre ellos creció, palpable, pero esta vez por razones muy diferentes a las anteriores.—Hakim… —empezó Rania, su voz, un hilo de incertidumbre, temerosa de romper el frágil equilibrio que habían alcanzado con su reencuentro—. ¿Estás bien?Él negó levantando la vista, fijando sus ojos en ella, como intentando leer en su alma. El silencio se prolongó un momento más antes de que él hablara, con su voz baja pero intensa.—Estaba vuelto nada… todo este tiempo pensé lo peor. Hemos encontrado a Samir…A Rania se le revolvió el estómago de nuevo y Hakim puso las manos sobre ella.—Está muy delicado de salud, pero está custodiado por mucha gente, si logra sobrevivir, será trasladado a la ciudad, lo más pronto posible. Solo estamos esperan
Ella era suya… El aire en la habitación se volvió espeso, cargado con el peso de las palabras de aquella mujer, que, de alguna forma, lo estaba mirando con desafío. Hakim volvió la mirada a Rania, o la mujer a quien había conocido como tal, con una expresión que mezclaba incredulidad, confusión y un atisbo de traición. La noticia había caído sobre él como un mazo, destrozando la realidad que pensaba conocer. ¿Entonces todo este tiempo debía dudar de ella? ¿O de qué se trataba esto? —¿Cómo que no te llamas, Rania? ¿Qué significa esto? —Su voz era un susurro cargado de emociones encontradas. La mirada que le devolvió fue una mezcla de temor y súplica, como si temiera perderlo todo con la verdad. —Por favor… déjanos solos… —Rania pidió, y Adalia cambió la mirada y se fue a ella. —Me preocupa tu palidez… —Y Rania negó. —Estaré bien, lo prometo… —Hakim notó cómo Adalia le besó el dorso de la mano a Rania, y luego salió recordándole que ella estaba pendiéndote de cualquier cosa. Y cu