El verdadero renacer…La habitación, que momentáneamente había sido un refugio de su realidad tormentosa, se convirtió en el escenario de una complejidad aún mayor.Rania miró a Rabbuh y Adalia, aun procesando la revelación de su embarazo y, sobre todo, lo que acababan de decirle. Ella trató de parecer serena, pero era evidente que todo estaba siendo demasiado para ella.Se masajeó la sien, y luego volvió a observarlos. La miraban con un poco de miedo, pero ¿por qué? Había expectativa en su mirada y sobre todo una tensión innegable.—¿Por qué…? ¿Por qué me estaban buscando? —preguntó Rania con su voz aún temblorosa, pero firme, demandando respuestas.—Has pasado cuatro días en cama… por favor, come con nosotros…Ella negó.—Por favor, en mi país hay un caos… —Y Rabbuh se apresuró a dar una orden.Hubo un silencio cuando el hombre salió en un momento recibiendo una Tablet en sus manos.Llegó hasta Rania y luego se la pasó.Ella comenzó a deslizar su dedo.Se relataban los últimos acont
Lista para el futuro…La revelación había dejado a Rania sin palabras, sumergida en un mar de emociones que apenas podía comprender. La idea de que su vida estuviese tan intrincadamente conectada con la de esa chica, y que su existencia misma fuese el nexo perdido en una historia de dolor y búsqueda, le confería un nuevo sentido a su propio ser.Ahora, sentada frente a Adalia y Rabbuh, no solo veía a dos personas que habían sufrido la pérdida de una hija, sino también a sus propios padres ahora, cuyas vidas habían estado marcadas por la ausencia y la esperanza.—Zahida… —susurró Rania, tratando de adaptarse a la información.—Sí, Zahida —confirmó Adalia acercándose con su esposo y extendiendo su mano sobre la mesa para alcanzar la de Rania. La calidez de ese gesto era un bálsamo para el alma agitada de ella, para todo lo que había pasado, para todo lo que había tenido que aceptar—. Durante años, la búsqueda de nuestra hija ha sido la llama que mantenía vivos nuestros espíritus. Y ahor
Tocándola a ella…—Señor… me hablaron desde el palacio —Hakim se acercó hacia Mahir, mientras dejaba una llamada a media carrera.—¿Qué dicen?—Los gobernantes de Yemen, querían contactarse con usted de forma urgente. El personal le dijo que usted no se encontraba, pero no les dio detallas. Nadie sabe que estamos en la frontera, pero lo que escuchará a continuación, es…—¿Rania? —Hakim se agitó en gran manera, y no esperó a colgar la llamada en espera—. ¿Qué dijeron?—Solo dijeron que ella está en el palacio Qasir Ghumdan… parece que está herida…Hakim sintió que se le trancaba la garganta, aunque un enorme alivio lo arropó entero, porque el que Rania estuviera viva, de por sí, era un gran paso.—Prepara… prepara todo… comunícate con su gobierno de nuevo, y solicita una entrada aérea y militar… dile que el mismo Emir entrará con algunos de su ejército…Mahir se movió rápido después de asentir, y Hakim se peinó el cabello con los dedos.Le temblaban las manos, sentía un hielo en el est
La princesa en su lugar… El aire en el salón se tensó en un instante, como si una tormenta estuviera a punto de desatarse. La mirada de Hakim, cargada de un fuego inquebrantable, estaba fija en la mano de Karim que sostenía delicadamente la de Rania. A su lado, Mahir, percibiendo la intensidad del momento, se detuvo un paso detrás de Hakim, listo para intervenir si fuera necesario. Todas las miradas se cruzaron, con un silencio se apoderó del amplio salón al instante, y a la vez todos sintieron cómo la tensión era parte del momento. Los padres de Rania, Adalia y Rabbuh, intercambiaron miradas preocupadas, conscientes del delicado equilibrio de emociones en juego. Los ojos de Hakim brillaron con una mezcla de emociones al ver a Rania después de tanto tiempo. Era un alivio, pero la parte que latía más fuerte en su piel, era del celo puro ante la cercanía con este hombre, que parecía haberlo visto alguna vez. Rania, por su parte, sintió cómo el mundo se detenía en ese momento. La cal
Ella no se llama Rania …El silencio que siguió fue profundo. Rania observó el cambio en la expresión de Hakim, notando cómo la alegría inicial por su revelación daba paso a una sombra de preocupación y, posiblemente, algo que estaba conteniendo. La tensión entre ellos creció, palpable, pero esta vez por razones muy diferentes a las anteriores.—Hakim… —empezó Rania, su voz, un hilo de incertidumbre, temerosa de romper el frágil equilibrio que habían alcanzado con su reencuentro—. ¿Estás bien?Él negó levantando la vista, fijando sus ojos en ella, como intentando leer en su alma. El silencio se prolongó un momento más antes de que él hablara, con su voz baja pero intensa.—Estaba vuelto nada… todo este tiempo pensé lo peor. Hemos encontrado a Samir…A Rania se le revolvió el estómago de nuevo y Hakim puso las manos sobre ella.—Está muy delicado de salud, pero está custodiado por mucha gente, si logra sobrevivir, será trasladado a la ciudad, lo más pronto posible. Solo estamos esperan
Ella era suya… El aire en la habitación se volvió espeso, cargado con el peso de las palabras de aquella mujer, que, de alguna forma, lo estaba mirando con desafío. Hakim volvió la mirada a Rania, o la mujer a quien había conocido como tal, con una expresión que mezclaba incredulidad, confusión y un atisbo de traición. La noticia había caído sobre él como un mazo, destrozando la realidad que pensaba conocer. ¿Entonces todo este tiempo debía dudar de ella? ¿O de qué se trataba esto? —¿Cómo que no te llamas, Rania? ¿Qué significa esto? —Su voz era un susurro cargado de emociones encontradas. La mirada que le devolvió fue una mezcla de temor y súplica, como si temiera perderlo todo con la verdad. —Por favor… déjanos solos… —Rania pidió, y Adalia cambió la mirada y se fue a ella. —Me preocupa tu palidez… —Y Rania negó. —Estaré bien, lo prometo… —Hakim notó cómo Adalia le besó el dorso de la mano a Rania, y luego salió recordándole que ella estaba pendiéndote de cualquier cosa. Y cu
Mi mujer…Hakim salió de la habitación, y caminando por los pasillos, observó a Mahir que estaba alerta a sus pasos. Asintió hacia él para darle a entender que todo estaba bien y luego se dejó guiar hasta un despacho grande, con sofás de cuero.El rey estaba allí con su esposa Adalia, y cuando él llegó, le ofreció un trago, y les pidió a los guardias que lo dejaran solos.—Siéntese, por favor… —Rabbuh insistió, Hakim tomó el trago y se sentó, aunque sus hombros estaban tensos.La mirada de Adalia era una mezcla de preocupación maternal y determinación, mientras que Rabbuh portaba la serenidad de un líder acostumbrado a navegar por aguas turbulentas.—Hakim, entendemos que este es un momento de gran estrés y confusión para ti… —comenzó Rabbuh sentándose frente a él, mientras Adalia se quedaba de pie tras de él.Pero la voz del líder de Yemen era totalmente calmada.—No sé si… Rania te lo dijo, pero hemos estado toda nuestra vida detrás de una mujer, en la que no debimos confiar.Hakim
Llámame Zahida…Cada paso que Hakim daba por los largos pasillos del palacio era un eco de las palabras que acababa de escuchar, una mezcla de promesas rotas y sobre todo de una frustración e impotencia que lo dominaban y lo oprimían.Antes de pasar por un salón principal, Mahir lo esperaba con su expresión seria y llena de preguntas, pero Hakim apenas le dedicó una mirada antes de seguir adelante, sumido en sus pensamientos.Respiró profundamente antes de abrir la puerta y entrar en la habitación. Rania estaba recostada en la cama, mirando hacia la ventana con una expresión pensativa en su rostro. Pero al escuchar la puerta abrirse, giró la cabeza para mirar a Hakim, y sus ojos se encontraron en un silencioso intercambio de emociones.—Hakim… —murmuró Rania, ella se sentó en la cama y él se acercó. Pero el peso de la conversación que se avecinaba lo puso automáticamente en tensión.—¿Cómo sigues?Ella negó.—Siento que mi estómago es una lavadora… no sé cómo explicarte… —Hakim sonrió