La princesa en su lugar… El aire en el salón se tensó en un instante, como si una tormenta estuviera a punto de desatarse. La mirada de Hakim, cargada de un fuego inquebrantable, estaba fija en la mano de Karim que sostenía delicadamente la de Rania. A su lado, Mahir, percibiendo la intensidad del momento, se detuvo un paso detrás de Hakim, listo para intervenir si fuera necesario. Todas las miradas se cruzaron, con un silencio se apoderó del amplio salón al instante, y a la vez todos sintieron cómo la tensión era parte del momento. Los padres de Rania, Adalia y Rabbuh, intercambiaron miradas preocupadas, conscientes del delicado equilibrio de emociones en juego. Los ojos de Hakim brillaron con una mezcla de emociones al ver a Rania después de tanto tiempo. Era un alivio, pero la parte que latía más fuerte en su piel, era del celo puro ante la cercanía con este hombre, que parecía haberlo visto alguna vez. Rania, por su parte, sintió cómo el mundo se detenía en ese momento. La cal
Ella no se llama Rania …El silencio que siguió fue profundo. Rania observó el cambio en la expresión de Hakim, notando cómo la alegría inicial por su revelación daba paso a una sombra de preocupación y, posiblemente, algo que estaba conteniendo. La tensión entre ellos creció, palpable, pero esta vez por razones muy diferentes a las anteriores.—Hakim… —empezó Rania, su voz, un hilo de incertidumbre, temerosa de romper el frágil equilibrio que habían alcanzado con su reencuentro—. ¿Estás bien?Él negó levantando la vista, fijando sus ojos en ella, como intentando leer en su alma. El silencio se prolongó un momento más antes de que él hablara, con su voz baja pero intensa.—Estaba vuelto nada… todo este tiempo pensé lo peor. Hemos encontrado a Samir…A Rania se le revolvió el estómago de nuevo y Hakim puso las manos sobre ella.—Está muy delicado de salud, pero está custodiado por mucha gente, si logra sobrevivir, será trasladado a la ciudad, lo más pronto posible. Solo estamos esperan
Ella era suya… El aire en la habitación se volvió espeso, cargado con el peso de las palabras de aquella mujer, que, de alguna forma, lo estaba mirando con desafío. Hakim volvió la mirada a Rania, o la mujer a quien había conocido como tal, con una expresión que mezclaba incredulidad, confusión y un atisbo de traición. La noticia había caído sobre él como un mazo, destrozando la realidad que pensaba conocer. ¿Entonces todo este tiempo debía dudar de ella? ¿O de qué se trataba esto? —¿Cómo que no te llamas, Rania? ¿Qué significa esto? —Su voz era un susurro cargado de emociones encontradas. La mirada que le devolvió fue una mezcla de temor y súplica, como si temiera perderlo todo con la verdad. —Por favor… déjanos solos… —Rania pidió, y Adalia cambió la mirada y se fue a ella. —Me preocupa tu palidez… —Y Rania negó. —Estaré bien, lo prometo… —Hakim notó cómo Adalia le besó el dorso de la mano a Rania, y luego salió recordándole que ella estaba pendiéndote de cualquier cosa. Y cu
Mi mujer…Hakim salió de la habitación, y caminando por los pasillos, observó a Mahir que estaba alerta a sus pasos. Asintió hacia él para darle a entender que todo estaba bien y luego se dejó guiar hasta un despacho grande, con sofás de cuero.El rey estaba allí con su esposa Adalia, y cuando él llegó, le ofreció un trago, y les pidió a los guardias que lo dejaran solos.—Siéntese, por favor… —Rabbuh insistió, Hakim tomó el trago y se sentó, aunque sus hombros estaban tensos.La mirada de Adalia era una mezcla de preocupación maternal y determinación, mientras que Rabbuh portaba la serenidad de un líder acostumbrado a navegar por aguas turbulentas.—Hakim, entendemos que este es un momento de gran estrés y confusión para ti… —comenzó Rabbuh sentándose frente a él, mientras Adalia se quedaba de pie tras de él.Pero la voz del líder de Yemen era totalmente calmada.—No sé si… Rania te lo dijo, pero hemos estado toda nuestra vida detrás de una mujer, en la que no debimos confiar.Hakim
Llámame Zahida…Cada paso que Hakim daba por los largos pasillos del palacio era un eco de las palabras que acababa de escuchar, una mezcla de promesas rotas y sobre todo de una frustración e impotencia que lo dominaban y lo oprimían.Antes de pasar por un salón principal, Mahir lo esperaba con su expresión seria y llena de preguntas, pero Hakim apenas le dedicó una mirada antes de seguir adelante, sumido en sus pensamientos.Respiró profundamente antes de abrir la puerta y entrar en la habitación. Rania estaba recostada en la cama, mirando hacia la ventana con una expresión pensativa en su rostro. Pero al escuchar la puerta abrirse, giró la cabeza para mirar a Hakim, y sus ojos se encontraron en un silencioso intercambio de emociones.—Hakim… —murmuró Rania, ella se sentó en la cama y él se acercó. Pero el peso de la conversación que se avecinaba lo puso automáticamente en tensión.—¿Cómo sigues?Ella negó.—Siento que mi estómago es una lavadora… no sé cómo explicarte… —Hakim sonrió
Lo volvería a hacer…Los ojos de Hakim brillaron cuando ella lo pidió y no pudo evitar raspar su boca con sus dedos, para luego pegar sus labios y meter su lengua para profundizar su beso.Zahida tembló un poco. Aún se sentía débil. Le dolían las costillas, pero su necesidad por Hakim era mucho mayor.Ella se corrió un poco a su lado, y sintió cómo los brazos de Hakim la envolvieron. Sus respiraciones comenzaron a ser rápidas, y aunque las punzadas del dolor de sus costillas le recordaban que no debía, ella no lo pensó cuando pegó su cuerpo a él.—Zahida… —Él lo dijo, lo hizo de forma tan placentera que el susurro le llegó a lo más profundo de su alma—. ¿Te gusta? —Hakim se despegó un poco y ella asintió.Fue la misma Zahida quien se acercó más a él, y con cuidado se sentó de frente, en sus piernas.—Te lastimaré… —Hakim succionó su barbilla en un beso mojado.—Me lastimarás más si te vas, y no me haces tuya… —Los ojos del rey se encendieron más que nunca, y no pudo evitar apretar su
Lo que venía a continuación …Hakim llegó al palacio con Mahir, y lo primero que hizo fue preguntar por su madre y Laya, y las encontró en un salón, con muchísimos juguetes en el suelo, mientras Omar intentaba sentarse.Su sonrisa se ensanchó, y las preocupaciones parecieron aislarse. Su madre fue la primera en levantarse abriéndole los brazos, y tanto ella como Laya estaban bastante ansiosas por saber de Rania.—¿Dónde está Rania? ¿Por qué no vino contigo? —Laya se puso detrás de ella, apretando sus manos y esperando una respuesta también.Hakim soltó un poco el aire y alzó la palma.—Está perfecta… pero hay cosas que tienen que saber. Ha pasado de todo, y es necesario que se sienten un momento, porque prometí llevar a Laya y a Omar a Yemen…Los ojos de Zulema se abrieron y Hakim pudo sentir su agitación.—¿Te llevarás a Omar?—Mamá… calma. No es nada grave, Rania… —prefirió llamarla así por el momento, de seguro ellas no entenderían las cosas por el momento—. Ella está herida. Tiene
Otros horizontes…—Mañana por la mañana estaremos saliendo a Yemen. Arregla el despegue, mi madre también irá… —Mahir asintió, mientras Hakim parecía estar tecleando en su computadora.—Señor… La señora Azahara dice que quiere hablar con usted… —Hakim levantó la mirada, y supo que era el momento.—Dile que venga, y luego tengo una nueva tarea para ti.Mahir afirmó saliendo de su despacho, y Hakim dejó a un lado su computadora, para pasarse la mano por el cabello. No quería hacerle daño a Zahara ni que se sintiera mal. Había prometido cuidarla a pesar de todo, y lo haría, pero no aquí en el palacio.Pasaron unos diez minutos, cuando ella entró en el despacho y Mahir los dejó solos. Había cierta tensión entre ellos, pero en el momento Hakim la instó a que ella tomara asiento.—¿Cómo estás? —Azahara sonrió.—Tengo un cúmulo de sensaciones desde que llegué al palacio que me trae recuerdos, buenos y malos.Hakim asintió.—Azahara… el motivo por el que te llamé es para hablar y dejar las co