REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 58. ¡Tiene que haber otra explicación!La cara de Christian es una máscara de consternación y no puedo negar que eso me duela, así son las cosas.—¿De verdad estás diciendo eso? —pregunta, incapaz de ocultar la suspicacia que hay en su voz.—Sí, lo estoy diciendo —respondo, sintiendo una resignación extraña y dolorosa crecer en mi pecho—. Y lo estoy diciendo porque es la verdad.Christian da un paso atrás y empieza a caminar de un lado a otro, como si no pudiera quedarse quieto. Su mente está trabajando a mil por segundo, y yo lo sé porque puedo ver cómo su rostro pasa de la furia a la confusión, y de la confusión a esa negación de cuando te desenmascaran a alguien a quien quieres y no puedes aceptarlo.—No puede ser... —murmura y vuelve a mirarme con intensidad—. Mi padre no me haría eso…—Es más fácil creer eso, pero que sea fácil no cambia la verdad: esto fue obra de tu padre. Ha estado amenazándome y molestándome desde el día que me conoció, trató de lleva
REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 59. Una prueba fallidaChristian mira la escena como si estuviera a punto de golpear a Perkins, pero no voy a dejar que eso pase, porque su armadura de caballero sureño… no la quiero hoy.—No he dicho ninguna mentira —le respondo al jefe del equipo legal y mi voz tan firme como el acero—. Tú fuiste quien se encargó de difundir a todo el mundo que anoche me llevaste a tu departamento y que te acostaste conmigo. ¿No es cierto? ¿Entonces por qué te sorprende que hoy en la mañana, todas hayan querido saber qué tal te… desempeñas? —siseo con descaro—. Así que cuando la gente me preguntó, yo solo dije la verdad: sí, nos acostamos. Y tus prácticas sexuales son depravadas y asquerosas.—¡Cállate! —grita y veo cómo Raymond detiene a Christian de un brazo para que no se meta.—Para empezar tu departamento se parece al de Christian Gray de muy bajo costo. ¡De verdad tienes que lavar esos látigos, el cuero se pone asqueroso son el sudor! Pero al final como son solo para a
REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 60. Una mujer sin miedo a nadaPor un segundo puedo ver el miedo en sus ojos. Christian es un hombre tan seguro de sí mismo que sé que debe estarlo matando no haber tenido esta situación controlada, pero por desgracia no se imagina que está a punto de ponerse mucho peor.—¿Qué es esto, Verónica? —pregunta Christian, sosteniendo la hoja que acabo de entregarle como si no hubiera escuchado las palabras que acabo de decirle.Su voz es firme, pero hay una sombra de confusión en su mirada. Sus ojos oscuros recorren las líneas escritas, como si esperara encontrar una broma, una explicación que haga que todo esto tenga sentido.—Es mi carta de renuncia —respondo sin titubear, sin darle espacio para la duda.—Pero no… no puedes renunciar —dice de inmediato, como si con solo afirmar eso pudiera cambiar la realidad.—Claro que puedo, señor St Jhon, porque tenemos un contrato verbal que establece que pondríamos a prueba mi asesoría por dos meses, y al menos una de las pa
REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 61. Una celebración importanteLa sala de juntas queda detrás de mí, y no miro atrás porque sé muy bien que eso… bueno, las mujeres inteligentes no miran atrás a menos que sea para cobrar deudas, y yo ya no tengo ninguna aquí.No hay nada más que decir, nada más que hacer. Christian verá la verdad con sus propios ojos y ahora le toca a él decidir qué hacer con eso, pero ya no tiene nada que ver conmigo.Respiro hondo al salir del edificio, sintiendo el aire fresco contra mi piel. Necesito espacio para reconstruirme. Hace doce años tomé la decisión de no involucrarme con nadie y ahora las circunstancias me confirman que las buenas decisiones no se cuestionan ni se rompen, ni siquiera las nuestras.Camino directamente hacia mi auto y apago el celular porque sé dos cosas: sé que Christian puede rastrearlo y sé que no se cansará de llamarme. Llego al puerto donde tengo mi barco, mi refugio, ese que cometí el error de compartirle y quizás después de todo no estoy e
REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 62. Mi palabraTiene el cabello despeinado como si se hubiera pasado las manos demasiadas veces sobre él. No se ha cambiado de ropa desde ayer y es evidente que ha estado gritándose con alguien, lo sé porque tiene esa expresión sombría que se le sale por los poros cuando tiene que ser un adulto funcional y peligroso.Lo veo apretar la mandíbula, porque no puede ser más obvia la distancia que he puesto entre nosotros, y liego con los brazos cruzados.—No estoy aquí por mi cuenta con Crown Capital —dice entre dientes.—¿Entonces? —pregunto mientras paso a su lado y sigo caminando hacia el edificio porque si las cosas se van a poner intensas, prefiero que lo hagan en la privacidad de mi oficina y no en un estacionamiento donde cualquiera podría vernos.Sigo caminando hacia la entrada del edificio y él me sigue.—Vine a hablar de nosotros, Vero.Respiro pesadamente y niego con la cabeza.—“Nosotros” no existe, señor St Jhon.Christian maldice por lo bajo, pero sig
REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 63. El final de todoSe lleva las dos manos a la cabeza y creo que puedo entender un poco cómo se sientes. Las cosas son más duras cuando te las dicen a la cara sin contención… o sin compasión.—Vero…—Honestamente no hace falta que digas nada —le advierto, y mi voz es baja, letal—. Creo que de cierto modo siempre supiste que la mujer con la que te metías ya venía con un equipaje muy jodido y ningunas ganas de tolerar mierd@s de nadie.—¡Ni yo quiero que las toleres, pero tienes que decirme las cosas! ¡Deberías haberme dicho todo antes! —espeta con una mezcla de ira y desesperación.—¡Bájame la voz! —replico con fiereza—. ¡Bájame la voz y no me digas lo que tendría que haber hecho o no, que a mí no me gobierna ni Dios! ¡Dios a mí me va a matar, pero no me va a gobernar! ¿Entendido? —espeto dando un paso hacia él—. Así que vamos a terminar con esto de una vez y deja que te lo explique en toda su magnitud, para que cuando salgas por esa puerta, hayas entendido b
REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 64. Quien perdióCHRISTIAN…Salgo de la oficina de Verónica sintiendo un peso en el pecho que apenas me deja respirar. Sus palabras aún retumban en mi cabeza, una y otra vez, como un eco insoportable del error que cometí.“¿Qué habría pasado si no las tenía? ¿Solo ibas a creer en mi palabra si tenía pruebas para mostrarte?”"Mi familia me rechazó, perdí a mi hija, me quedé sin nada, ¡todo porque la persona que debió creer en mí, la persona que debió protegerme no lo hizo!"“Ayer mi seguridad estaba en tus manos, puse la verdad en tus manos, puse mi maldit@ palabra en tus manos y aun así tú elegiste no creerme”.“No puedo estar con alguien para quien no soy la elección obvia. Esto se acabó para mí”.“Si no hubiera tenido ese USB, tú seguirías sin creerme”.Esa frase… esa maldit@ frase me persigue, porque lo peor de todo es que tiene razón.Camino sin rumbo por los pasillos de Crown Capital, con las manos metidas en los bolsillos y la vista fija en el suelo. Me s
REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 65. Extrañándote—St. John es demasiado inocente a pesar de todo —dice Regina, cruzando las piernas con elegancia mientras sostiene su copa de vino. Y aunque sé que es cierto, eso no cambia el dolor que siento o peor, la decepción que siento—. Tienes que entender que su nivel de maldad consiste en ser un excelente espía corporativo, pero esa es toda su crueldad, jamás lo verás... cortando dedos como a Ren.Le pongo los ojos en blanco porque yo tampoco me imagino a Christian en ese plan.—Sí, lo sé —respondo, jugueteando con el tallo de mi copa sin muchas ganas de beber—. Pero cada quien tiene sus límites, Regina, y ese es el mío: la confianza. Cuánto vale mi palabra para alguien… y que baste con ella.—Oye, perra, sabes que a nosotras nos basta —me reconviene Ruby, que parece que se ha estado conteniendo antes de romper el silencio.—Lo sé, esa es la cuestión. Regina y tú jamás hubieran dudado. Si de repente me da por decirles que la hierba es roja, Regina me