REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 61. Una celebración importanteLa sala de juntas queda detrás de mí, y no miro atrás porque sé muy bien que eso… bueno, las mujeres inteligentes no miran atrás a menos que sea para cobrar deudas, y yo ya no tengo ninguna aquí.No hay nada más que decir, nada más que hacer. Christian verá la verdad con sus propios ojos y ahora le toca a él decidir qué hacer con eso, pero ya no tiene nada que ver conmigo.Respiro hondo al salir del edificio, sintiendo el aire fresco contra mi piel. Necesito espacio para reconstruirme. Hace doce años tomé la decisión de no involucrarme con nadie y ahora las circunstancias me confirman que las buenas decisiones no se cuestionan ni se rompen, ni siquiera las nuestras.Camino directamente hacia mi auto y apago el celular porque sé dos cosas: sé que Christian puede rastrearlo y sé que no se cansará de llamarme. Llego al puerto donde tengo mi barco, mi refugio, ese que cometí el error de compartirle y quizás después de todo no estoy e
REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 62. Mi palabraTiene el cabello despeinado como si se hubiera pasado las manos demasiadas veces sobre él. No se ha cambiado de ropa desde ayer y es evidente que ha estado gritándose con alguien, lo sé porque tiene esa expresión sombría que se le sale por los poros cuando tiene que ser un adulto funcional y peligroso.Lo veo apretar la mandíbula, porque no puede ser más obvia la distancia que he puesto entre nosotros, y liego con los brazos cruzados.—No estoy aquí por mi cuenta con Crown Capital —dice entre dientes.—¿Entonces? —pregunto mientras paso a su lado y sigo caminando hacia el edificio porque si las cosas se van a poner intensas, prefiero que lo hagan en la privacidad de mi oficina y no en un estacionamiento donde cualquiera podría vernos.Sigo caminando hacia la entrada del edificio y él me sigue.—Vine a hablar de nosotros, Vero.Respiro pesadamente y niego con la cabeza.—“Nosotros” no existe, señor St Jhon.Christian maldice por lo bajo, pero sig
REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 63. El final de todoSe lleva las dos manos a la cabeza y creo que puedo entender un poco cómo se sientes. Las cosas son más duras cuando te las dicen a la cara sin contención… o sin compasión.—Vero…—Honestamente no hace falta que digas nada —le advierto, y mi voz es baja, letal—. Creo que de cierto modo siempre supiste que la mujer con la que te metías ya venía con un equipaje muy jodido y ningunas ganas de tolerar mierd@s de nadie.—¡Ni yo quiero que las toleres, pero tienes que decirme las cosas! ¡Deberías haberme dicho todo antes! —espeta con una mezcla de ira y desesperación.—¡Bájame la voz! —replico con fiereza—. ¡Bájame la voz y no me digas lo que tendría que haber hecho o no, que a mí no me gobierna ni Dios! ¡Dios a mí me va a matar, pero no me va a gobernar! ¿Entendido? —espeto dando un paso hacia él—. Así que vamos a terminar con esto de una vez y deja que te lo explique en toda su magnitud, para que cuando salgas por esa puerta, hayas entendido b
REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 64. Quien perdióCHRISTIAN…Salgo de la oficina de Verónica sintiendo un peso en el pecho que apenas me deja respirar. Sus palabras aún retumban en mi cabeza, una y otra vez, como un eco insoportable del error que cometí.“¿Qué habría pasado si no las tenía? ¿Solo ibas a creer en mi palabra si tenía pruebas para mostrarte?”"Mi familia me rechazó, perdí a mi hija, me quedé sin nada, ¡todo porque la persona que debió creer en mí, la persona que debió protegerme no lo hizo!"“Ayer mi seguridad estaba en tus manos, puse la verdad en tus manos, puse mi maldit@ palabra en tus manos y aun así tú elegiste no creerme”.“No puedo estar con alguien para quien no soy la elección obvia. Esto se acabó para mí”.“Si no hubiera tenido ese USB, tú seguirías sin creerme”.Esa frase… esa maldit@ frase me persigue, porque lo peor de todo es que tiene razón.Camino sin rumbo por los pasillos de Crown Capital, con las manos metidas en los bolsillos y la vista fija en el suelo. Me s
REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 65. Extrañándote—St. John es demasiado inocente a pesar de todo —dice Regina, cruzando las piernas con elegancia mientras sostiene su copa de vino. Y aunque sé que es cierto, eso no cambia el dolor que siento o peor, la decepción que siento—. Tienes que entender que su nivel de maldad consiste en ser un excelente espía corporativo, pero esa es toda su crueldad, jamás lo verás... cortando dedos como a Ren.Le pongo los ojos en blanco porque yo tampoco me imagino a Christian en ese plan.—Sí, lo sé —respondo, jugueteando con el tallo de mi copa sin muchas ganas de beber—. Pero cada quien tiene sus límites, Regina, y ese es el mío: la confianza. Cuánto vale mi palabra para alguien… y que baste con ella.—Oye, perra, sabes que a nosotras nos basta —me reconviene Ruby, que parece que se ha estado conteniendo antes de romper el silencio.—Lo sé, esa es la cuestión. Regina y tú jamás hubieran dudado. Si de repente me da por decirles que la hierba es roja, Regina me
REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 66. Un encuentro provocadoMi hermana se detiene en seco en la acera y me mira como si quisiera atravesarme con siete cuchillos… sin filo. Sus puños se aprietan a ambos lados de su cuerpo, y sé que lo que sea que está a punto de decirme no va a ser bonito.—¡Tú! —espeta con furia, avanzando un par de pasos hacia mí, pero yo solo levanto el dedo índice y le hago un círculo, como una indicación clara de que se fije en quién tiene alrededor.—Te lo dije muchas veces mientras estabas aprendiendo —murmuro con calma—: cuida tu entorno, no levantes la voz sin saber por quién estás rodeada. Pero a fin de cuentas creo que te faltó coeficiente intelectual o inteligencia emocional como para aprender las cosas más importantes de mí.Vanessa se pone roja y mira a su alrededor, porque debe ser difícil no poder conseguir trabajo, y encima hacer un escándalo en el lugar en el que acaban de rechazarla. Su mala reputación ya se está esparciendo, así que no me imagino cómo será
REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 67. Un rostro en medio del caosMi estómago se revuelve sin que pueda evitarlo, pero antes de que pueda despegar los labios Christian baja la mirada y sacude la cabeza, como si estuviera frustrado consigo mismo.—No verte ha sido una tortura —confiesa con la voz ronca—. He tenido ganas de salir a buscarte todos los días, pero ya fui al puerto y tu barco no estaba…Se interrumpe y se pasa la mano por la cabeza. Da un par de pasos hacia mí, se detiene, pareciera que habla consigo mismo y se gira, murmurando.—Lo siento, ¡diablos! me dijiste que no hiciera eso… Emmmm… Lo siento, será mejor que me vaya.Da media vuelta para marcharse, y no sé por qué lo hago, pero antes de que salga, abro la boca y solo se me sale.—Espero que se te pase pronto —susurro y Christian se detiene en seco.Se gira lentamente para mirarme, con una sonrisa triste en los labios y se mete las manos en los bolsillos.—Y yo espero que no se me pase nunca.Veo la forma en que se marcha, perdi
REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 68. Una visita inesperadaMi cerebro está embotado, pero no es solo el shock de lo que está pasando, es la acumulación de semanas de tensión, meses, años…Abrazo mi propio cuerpo, sintiéndome más pequeña de lo que jamás me había sentido hasta que siento una mano que alcanza la mía. Christian entrelaza nuestros dedos y mantiene mi mano entre las suyas, en su regazo, acariciándome el dorso con gestos suaves.Y yo no la aparto, no ahora, no cuando Regina está en el quirófano y lo único que podemos hacer es rezar porque salga de ahí con vida.Después de un rato, Christian suspira, rompiendo el silencio.—¿Quieres agua?Niego con la cabeza, no quiero nada, solo quiero que alguien salga por esa maldita puerta y nos diga que Regina va a estar bien.—No tenías que quedarte —murmuro sin mirarlo.—Sí tenía —responde sin dudar.Levanto la vista y me encuentro con su mirada, está cansado, preocupado y lo entiendo, estos también son sus amigos ahora y nos quiere… a unos má