CAPÍTULO 13. Cómo nace una villana—¿Estás segura de esto, Regina? —La voz de Verónica resuena a mi lado, mientras doy otro sorbo a la copa de champaña que tengo en la mano.La música en el club late en el fondo, pero yo apenas lo noto. Cada movimiento, cada mirada, cada palabra que pronuncian se convierte en piezas de un tablero que ahora empiezo a construir en mi mente.—¿De qué? —pregunto, sin mirarla, como si realmente no entendiera la pregunta.—De la persona en la que vas a convertirte —dice Verónica con un tono más bajo—. No me malentiendas, podrías ser una asesina serial y seguirías siendo mi amiga, pero quiero que estés segura.Sonrío, pero no porque me haga gracia. Es un tipo de sonrisa que ni siquiera reconozco como mía. Me giro hacia Verónica y respiro profundamente mientras trato es esbozar esta respuesta.—¿Sabes cómo nace una villana, Vero? —Le pregunto y ella no responde porque sabe que necesito desahogarme con la mayor crudeza—. Una villana no nace cuando lo pierde to
CAPÍTULO 14. Piezas en el campo de batallaHe pasado toda mi vida luchando por construir algo, por mantenerlo, por protegerlo. Y Ahora estoy aquí, empezando desde cero, como si nunca hubiera existido nada antes. Verónica insiste en que me quede con ella por un tiempo.—Hasta que te sientas mejor, cariño —insiste, pero ambas sabemos que eso no va a pasar. Aun así, accedo, porque tampoco es como si tuviera muchas opciones.Ni siquiera tengo un sitio para vivir y si quiero poner todo el dinero que tengo en inversiones, entonces tengo que economizar en otras cosas tanto como pueda.—Puedes quedarte todo el tiempo que quieras —me dice mientras me abraza y yo trato de dormir, de verdad trato, pero mi cabeza está ocupada en otra cosa, en ellos.Christian St Jhon.Toshiro Ren.Viggo Massari.Ahora ellos son mis objetivos. Uno de sus grupos será el respaldo de Devon y Bonnie y tengo que evitarlo. Así que estos tres “reyes” son ahora mis piezas en este juego. Tengo que conocerlos, aprender cómo
CAPÍTULO 15. Una entrevista de trabajoDos días pasan, dos días tensos hasta que por fin recibo la llamada que estoy esperando.Me miro al espejo una última vez antes de salir y no puedo evitar reírme un poco de mi reflejo. Llevo moño deshecho que parece a punto de caer, unos lentes de pasta gruesa que encontré en la parte trasera de un cajón de Verónica y una blusa que parece sacada de una venta de garaje. La falda lápiz y los tacones oscuros completan el look. Es irónico: nunca me he visto menos como yo, y al mismo tiempo, sé que es el disfraz perfecto.—¿A dónde vas vestida así? —pregunta Ruby desde el sofá, mirándome con espanto.—¡A una entrevista de trabajo!Ella suelta una carcajada exagerada, pero no me detengo.—¡Así no te van a dar ni el saludo! —me advierte y yo le hago un guiño desde la puerta.—¡Ya veremos! ¡Me llevo tu coche!Conduzco en el tráfico vespertino y por supuesto que dejo el auto de Ruby lejos de mi destino. Digamos que un Jaguar no pega mucho con la criatura
CAPÍTULO 16. La chica dulce, torpe y perfectaLa voz estridente que viene desde la puerta es como un arañazo en una pizarra. Solo de escucharla se me eriza la piel, pero no es del todo desconocida para mí. Sabía que la señorita Camela llegaría a esta hora, tal como sabía que el señor del carrito de limpieza casi atropellaría a Christian: Al señor de la limpieza le pagué bien, porque se sabe todos los chismes de esta empresa, en especial que los jueves esta hora, después de su sesión semanal con su “consejera espiritual”, esta amante intermitente de Christian suele pasarse por aquí a hacerle la vida difícil.—¡Tienen que dejarme pasar! ¿Es que no saben quién soy? —grita ella entrando en la oficina como si fuera dueña del lugar.Christian gruñe por lo bajo y se pasa una mano por la cara, claramente al borde de la paciencia.—Por eso necesito una secretaria —dice en voz baja, más para sí mismo que para mí.La mujer, alta y delgada como un maniquí de vitrina, irrumpe con el aire de alguie
CAPÍTULO 17. Jugadas inesperadasTrabajar para Christian St. Jhon es, tal como esperaba, un acto de equilibrismo. Durante el día, soy Regina la torpe. Ropa ligeramente arrugada, cabello en un moño que parece hecho a la carrera, y una actitud humilde pero determinada. Una pluma descuidada siempre manchándome alguna parte de la blusa, algunos papeles desordenados en mi escritorio, como si estuviera abrumada pero intentando con todas mis fuerzas mantenerme a flote.No parezco una amenaza para nadie, pero no dejo nada sin cumplir. Las juntas se hacen en hora, muevo su horario a mi antojo y lo más importante: me entero de todo. Soy la sombra indefensa detrás del cuerpazo sexy de Christian St. Jhon, pero mis oídos están abiertos en todo momento.—¿Otra vez los de Barrell llegan tarde? —me pregunta Christian al tercer día mientras deja caer un expediente sobre mi escritorio.—Dicen que están atorados en el tráfico, así que moví una entrevista con Dextam primero. Llegarán en cinco minutos —re
CAPÍTULO 18: Un encuentro desagradableLa partida está cerrada, Ren ve sus piezas muertas en el tablero y me mira como si quisiera asesinarme también. Todos dicen que no es un hombre emocional, pero al parecer el señor Kaizen, que fue quien lo crio, es la única debilidad para él.—¿Qué pasa, hija, ya te vas? —pregunta el abuelo y yo me despido con un gesto amable.Su sonrisa amplia y sincera me recuerda que, a pesar de lo mucho que me gusta este juego que estoy jugando, hay personas a las que definitivamente no me gustaría lastimar y él es una de ellas.De repente mira el tablero y sus dedos señalan a su nieto.—¿Perdiste, Ren…? ¡No puede ser!—Es usted un maestro paciente, señor Kaizen. —Le hago una ligera reverencia con una sonrisa juguetona—. Bueno, caballeros, hasta la próxima.Me alejo caminando despacio hacia el auto en que vengo, y escucho apenas cómo el abuelo se gira hacia su nieto, ajustando su sombrero con aire de satisfacción:—¿Ves? Esa es una mujer por la que merece la p
CAPÍTULO 19. Un instante para desatar a la bestiaNo hay un alma alrededor que no parezca incómoda. Las vendedoras de la tienda, y en especial el guardia de seguridad que se acerca a mí de inmediato.—No te atrevas a tocarme —le advierto con el tono más gélido que puedo proyectar, y al parecer funciona porque el guardia vacila.Su mirada vaga desde Anabella hasta mí, como si esperara una orden definitiva de parte de alguno de sus jefes, pero las vendedoras no se pronuncian.Ya no soy alguien a quien se pueda vapulear sin consecuencias, aunque Anabella, con su habitual arrogancia, no parece captar el mensaje.—¡Es su trabajo hacer lo que le digo! —exclama ella, señalándome como si fuera una cucaracha en su camino—. ¡Sáquela ahora mismo!—¿Estás segura de que quieres hacer esto? —le pregunto y veo que aprieta los puños con impotencia—. ¿De verdad crees que te estás ganando un premio con Devon y la serpiente rastrera esta? Bueno, déjame felicitarte: te llevas un inútil tramposo, y no pue
CAPÍTULO 20. ReinaViggo me mira con esa intensidad suya que a veces parece atravesarme. Siento su aliento cálido sobre mi piel cuando señala la pequeña herida en mi labio y parece que está a punto de romper algo.—¡Te hice una maldit@ pregunta! ¡¿Quién fue?! —pregunta de nuevo, como si hubieran tocado algo suyo que nadie más puede tocar.Siento sus dedos sujetando mis mejillas y entiendo que cada uno de los “reyes” tiene algo que le viene de fábrica: Christian es naturalmente protector, Ren es naturalmente competitivo, y Viggo es naturalmente foll… posesivo, dejémoslo en posesivo.Lo miro directamente a los ojos y le respondo sin titubear.—Me lo hice yo misma, hace pocos días.Su expresión cambia de inmediato. Por un instante parece confundido, como si mis palabras no tuvieran sentido, pero entonces su ceño se relaja y su sonrisa torcida aparece.—¿Tú misma? —repite, como si estuviera saboreando las palabras—. ¿Y por qué harías algo así?—Porque a veces, para hacer sangrar a otros, t