Gruño para mis adentros cuando la resplandeciente luz de la mañana entra por el ventanal de la habitación. Hundo la cara en la almohada y tanteo con la mano el hueco donde debería encontrarse Sam, aunque de él sólo queda la huella de su calor y su olor fresco y almizclado.
Anoche apenas fui consciente de cómo llegué a la habitación, Sam prácticamente tuvo que llevarme a la espalda de lo agotada que estaba; suerte que no quedaba mucho camino para llegar al hotel. Lo último que recuerdo es que me quitó la ropa y después me cubrió con el edredón.
Después todo se volvió oscuro.
Agudizo el oído en busca de algún sonido por la habitación, pero lo único que recibo es el de mi respiración pesada cuando me incorporo con una mano en el colchón mientras me aparto el pelo apelmazado de la cara y resoplo, frustr
SamSi tuviera que describir con una sola palabra como me siento... creo que no la encontraría. Me parece totalmente irreal que vaya a casarme con la mujer con la que he fantaseado cada día de mi vida desde que tengo diecisiete años.Esta mañana cuando la dejé, no he podido dejar de pensar que hay una ínfima posibilidad de que me deje plantado en el altar; yo mismo le he dejado caer la idea. Pero estoy dispuesto a correr el riesgo con tal de sentirme tal y como me siento ahora. Simplemente quiero pensar que está dispuesta a tomar los mismos riesgos que yo cuando puse en marcha esta locura que sólo un loco podría comprender.Y ella está tan loca como yo.—Nunca me habías contado que tenías una chica en tu vida —comenta Evan mientras se revisa las uñas en un gesto condescendiente.—Hay muchas
SamTrago saliva con dificultad y levanto la mirada cuando un par de tacones avanzan hacia nosotros. Por un segundo el aire se me queda atascado en los pulmones cuando la observo, mordiéndose el labio inferior cuando se detiene y me mira, moviendo los dedos rítmicamente sobre los tallos del ramo de rosas blancas. Ciara se encuentra detrás de ella con una resplandeciente sonrisa.El corazón se me encoge en el pecho cuando comienza a sonarSinnersde Lauren Aquilina.Sus ojos verdes y brillantes se cierran, como si estuviera deleitándose con la melodía mientras las comisuras de sus labios se elevan en una leve sonrisa. Sabía que era la canción perfecta desde el mismo segundo en el que la escuché canturreándola anoche en el avión, cuando pensaba que no estaba escuchándola.«Nuestras vidas son historias esperand
Durante un gran periodo de mi vida pensé que la felicidad era un plato prohibido para mí. Tal vez porque había hecho algo sin darme cuenta, o que no era merecedora de cosas buenas en mi existencia. Nunca he sido creyente, ni lo seré a estas alturas de la ecuación, pero creo que hay algo, llámalo, Dios, Karma, o en el más extremo de los casos, destino.Y el destino me ha llevado de nuevo a él.Siempre hemos tenido nuestros altos, nuestros bajos y nuestros «estamos al límite», pero qué sería de la vida sin alguien con quien poder compartir tus pensamientos, tus inquietudes, tus ilusiones... lo que te conforma como ser humano de este lugar llamado mundo.Ahora tengo la certeza de que Sam será mi compañero del crimen lo que nos reste de vida.Todo esto cruza mi mente mientras Sam atraviesa el umbral de la habitación conmigo en brazos. Le exigí
Cuando llego hasta la recepción, casi tengo ganas de gritarle lo imbécil que es por comportarse como si fuera un adolescente inconsciente, pero tampoco soy ninguna adolescente como para gritarle en una zona pública.La recepcionista, que parece más joven que yo, me escruta con una mirada asustada ante la visión de Sam al borde de la inconsciencia, balbuceante y con la mirada perdida en ningún sitio en concreto. Un tipo que no conozco lo lleva agarrado por la cintura y unos de sus brazos alrededor de sus hombros.Ahora mismo quiero matarlo, y también morirme. Pero en vez de eso le dedico una sonrisa tranquilizadora a la pobre muchacha y avanzo hacia mi marido y su compañero de juerga.Los mataré a ambos.—¿Qué ha pasado? —susurro con furia contenida.—No tengo la menor idea —me responde el chico tatuado de ojos caramelo. No tendría por qu&eacu
Cuando llego hasta la recepción, casi tengo ganas de gritarle lo imbécil que es por comportarse como si fuera un adolescente inconsciente, pero tampoco soy ninguna adolescente como para gritarle en una zona pública.La recepcionista, que parece más joven que yo, me escruta con una mirada asustada ante la visión de Sam al borde de la inconsciencia, balbuceante y con la mirada perdida en ningún sitio en concreto. Un tipo que no conozco lo lleva agarrado por la cintura y unos de sus brazos alrededor de sus hombros.Ahora mismo quiero matarlo, y también morirme. Pero en vez de eso le dedico una sonrisa tranquilizadora a la pobre muchacha y avanzo hacia mi marido y su compañero de juerga.Los mataré a ambos.—¿Qué ha pasado? —susurro con furia contenida.—No tengo la menor idea —me responde el chico tatuado de ojos caramelo. No tendría por qu&eacu
Tengo la sensación de no haber dormido siquiera una hora, pero el miedo recorriendo mis venas como el peor de los males me hace abrir los ojos de manera automática, alerta al escuchar los alaridos de puro terror de Sam inundando la habitación.A través de la oscuridad su cuerpo se agita de manera frenética, sus ojos cerrados fuertemente mientras se retuerce en sí mismo, como si quisiera liberarse de algo que lo mantiene cautivo. Sus gritos provocan que mi corazón se encoja mientras salgo de la cama a trompicones y procuro no enredarme entre las sabanas a causa del miedo que me domina.Nunca lo había visto tan aterrorizado en mi vida. Está tan vulnerable... tan asustado de los demonios que dominan su mente. Por un instante ni siquiera sé cómo debo actuar, sino que me quedo en una esquina, paralizada. En algún lugar de internet había leído que cuando
Sus manos caen sobre mis caderas y sus dedos largos y cálidos se cuelan bajo mi sudadera, clavándose en mi carne como si quisiera desgarrarme, lo que provoca que un gemido de dolor escape de mis labios y se ahogue en los suyos.Sam no duda en hundir la lengua en mi boca cuando se abre por el dolor, pero me siento ridículamente aliviada cuando acaricia la mía con suavidad y gruñe en respuesta cuando lo recibo. Mis manos van hasta su cabello empapado en sudor y tiro para acercarlo más a mi cuerpo, ansioso por toda la cercanía física que pueda existir.Lo que comienza como un beso inocente y casto, desemboca en una brutal batalla por el poder. Nuestros labios se mueven con violencia, hay duros choques de lenguas y dientes, mordidas, calientes lametones que parecen que vayan a terminar en una ignición instantánea.El dolor en su cuerpo se transforma en irrefrenable deseo por consumirme. Todos
SamEl sonido de unos tacones repiqueteando sobre el parqué me despierta. Intento abrir los ojos, pero me pesan a tal punto que incluso me duelen debido a todas las lágrimas que derramé anoche. Los recuerdos me golpean con furia, es peor que tener resaca, ya que a ello se une la vergüenza de haber perdido el control de esa manera. Creo que nunca me había pasado de manera tal radical; supongo que la coca que consumí tuvo mucho que ver para queesaspesadillas volvieran a atacarme.Fui un completo idiota, pero la idea de haber matado a aquel hombre me dio tanto miedo que apenas gané el combate, salí corriendo de aquella nave donde organizan peleas clandestinas.No podía cargar con otra muerte sobre mis hombros.Todo me pasó factura y lo pagué con ella, como siempre. A veces me dan ganas de matarme por ser tan capullo con Becca,