Cuando llego hasta la recepción, casi tengo ganas de gritarle lo imbécil que es por comportarse como si fuera un adolescente inconsciente, pero tampoco soy ninguna adolescente como para gritarle en una zona pública.
La recepcionista, que parece más joven que yo, me escruta con una mirada asustada ante la visión de Sam al borde de la inconsciencia, balbuceante y con la mirada perdida en ningún sitio en concreto. Un tipo que no conozco lo lleva agarrado por la cintura y unos de sus brazos alrededor de sus hombros.
Ahora mismo quiero matarlo, y también morirme. Pero en vez de eso le dedico una sonrisa tranquilizadora a la pobre muchacha y avanzo hacia mi marido y su compañero de juerga.
Los mataré a ambos.
—¿Qué ha pasado? —susurro con furia contenida.
—No tengo la menor idea —me responde el chico tatuado de ojos caramelo. No tendría por qu&eacu
Tengo la sensación de no haber dormido siquiera una hora, pero el miedo recorriendo mis venas como el peor de los males me hace abrir los ojos de manera automática, alerta al escuchar los alaridos de puro terror de Sam inundando la habitación.A través de la oscuridad su cuerpo se agita de manera frenética, sus ojos cerrados fuertemente mientras se retuerce en sí mismo, como si quisiera liberarse de algo que lo mantiene cautivo. Sus gritos provocan que mi corazón se encoja mientras salgo de la cama a trompicones y procuro no enredarme entre las sabanas a causa del miedo que me domina.Nunca lo había visto tan aterrorizado en mi vida. Está tan vulnerable... tan asustado de los demonios que dominan su mente. Por un instante ni siquiera sé cómo debo actuar, sino que me quedo en una esquina, paralizada. En algún lugar de internet había leído que cuando
Sus manos caen sobre mis caderas y sus dedos largos y cálidos se cuelan bajo mi sudadera, clavándose en mi carne como si quisiera desgarrarme, lo que provoca que un gemido de dolor escape de mis labios y se ahogue en los suyos.Sam no duda en hundir la lengua en mi boca cuando se abre por el dolor, pero me siento ridículamente aliviada cuando acaricia la mía con suavidad y gruñe en respuesta cuando lo recibo. Mis manos van hasta su cabello empapado en sudor y tiro para acercarlo más a mi cuerpo, ansioso por toda la cercanía física que pueda existir.Lo que comienza como un beso inocente y casto, desemboca en una brutal batalla por el poder. Nuestros labios se mueven con violencia, hay duros choques de lenguas y dientes, mordidas, calientes lametones que parecen que vayan a terminar en una ignición instantánea.El dolor en su cuerpo se transforma en irrefrenable deseo por consumirme. Todos
SamEl sonido de unos tacones repiqueteando sobre el parqué me despierta. Intento abrir los ojos, pero me pesan a tal punto que incluso me duelen debido a todas las lágrimas que derramé anoche. Los recuerdos me golpean con furia, es peor que tener resaca, ya que a ello se une la vergüenza de haber perdido el control de esa manera. Creo que nunca me había pasado de manera tal radical; supongo que la coca que consumí tuvo mucho que ver para queesaspesadillas volvieran a atacarme.Fui un completo idiota, pero la idea de haber matado a aquel hombre me dio tanto miedo que apenas gané el combate, salí corriendo de aquella nave donde organizan peleas clandestinas.No podía cargar con otra muerte sobre mis hombros.Todo me pasó factura y lo pagué con ella, como siempre. A veces me dan ganas de matarme por ser tan capullo con Becca,
La limusina que Blake había mandado para recogerme se detiene frente a las puertas del Bellagio, donde uno de los empleados me abre la puerta mientras admiro el hotel más reconocido de todo el mundo con fascinación.Le dedico una sonrisa de agradecimiento al joven y salgo del vehículo con cuidado de no tropezarme con los tacones a causa de los nervios que me dominan. Sé que es una mera transacción para conseguir un contrato que libere a Sam de todas sus complicaciones, pero no resta que los nervios me consuman por la anticipación. Sexo por un papel: muy cualitativo.Atravieso las puertas que me dejan en una gran recepción de tonos dorados, regia e imponente. Nunca había estado de Las Vegas, pero puedo afirmar que todo es tan artificial que me cuestiono que haya algo real en toda esta pantomima.Con pasos seguros y contundentes avanzo hacia la zona del bar, con el malestar al
SamCuando somos pequeños e ingenuos, consideramos a nuestros padres los superhéroes de nuestro mundo, valientes, audaces, buenos, pero sobre todo, nuestros padres siempre son los mejores del mundo. Es por ellos por los que solíamos competir en los recreos de la escuela. Veías a tu padre como un ejemplo a seguir y a tú madre, la actitud de la mujer que buscarás en otras chicas, la futura madre de tus hijos, tu amante, tu confidente, pero sobre todo... el amor de tu vida.Supongo que cuando esa barrera se rompe con apenas cinco años, la realidad aplasta tus infantiles esperanzas.Cuando lo único que recibes de tu héroe, tu ejemplo a seguir, son desplantes, miradas decepcionadas, odio y despotismo, creándote un complejo de inferioridad del que no puedes huir y que te redime a sentirte siempre menos, no puedes esperar nada más. Pe
La oscuridad me envuelve desde hace horas, aún envuelta entre las sábanas de las que aún no he tenido el ánimo de desembarazarme. Francamente, temo volver con Sam, me aterroriza que se dé cuenta de la traición que acabo de cometer por el papel que tengo entre las manos.La vida del hombre al que amo.Todavía me cuesta comprender como sólo este papel nos ha podido traer tantos problemas.Blake hace un par de horas que se ha quedado dormido, totalmente agotado. Su respiración regular y lenta me mantiene concentrada en la firma de mi chico a través de la penumbra. Espero que Sam jamás se entere de lo que he tenido que hacer para conseguirla. Tampoco sé cómo se las ingeniará para simplemente, decirle que está fuera.No me importa como lo haga, sólo quiero que lo libere.Exhalo un lento suspiro y me retiro el pelo apelmazado hacia atrás
SamLa cabeza me palpita como si me estuvieran golpeando con un martillo en las sienes, haciendo que escuche los lánguidos latidos de mi corazón en los oídos. Apenas soy capaz de juntar dos pensamientos coherentes cuando siento mi cuerpo entumecido y mi cuello dolorido por haber estado durante mucho tiempo inclinado hacia abajo. Intento abrir los ojos, pero el suelo se mueve bajo mis pies, difuminándose como si estuviera borracho. Cierro los ojos con fuerza para intentar contener la arcada que mantengo en la boca del estómago, haciendo el vago esfuerzo de levantarme, pero mis pies y manos están atados a una silla que no logro identificar.«¿Dónde coño estoy?»Lo último que recuerdo es aquel callejón en el que me habían citado y después... todo se volvió oscuro. Me maldigo mentalmente por haber sido tan estúpido
SamTodo sucede en apenas tres segundos que no soy capaz de registrar. Solo puedo escuchar el pitido incesante en los oídos cuando mi cabeza se golpea contra el muro de hormigón y la mirada se me nubla por el aturdimiento, sin ser consciente de lo que está pasando a mi alrededor.El ruido sordo de los disparos hace que me paralice, demasiado aturdido como para ser capaz de comprender que estoy en el suelo, con el corazón a mil por hora y el mundo a mi alrededor comenzando a tambalearse cuando la veo tendida en el suelo, respirando entre jadeos entrecortados con la mano sobre su vientre, donde no deja de manar sangre a niveles preocupantes.Ya ni siquiera me preocupa la presencia de sus ojos sobre nosotros cuando, como si fuera un niño pequeño, me arrastro hasta Becca con las rodillas y las manos, sintiendo como el pecho comienza a dolerme como si quisieran atravesármelo con un