Cuando el reloj marca las cinco de la tarde estoy hecha un manojo de nervios, en realidad estoy más nerviosa porque Sam no haya intentado ponerse en contacto conmigo que por la cita con Loren.
Me atemoriza que ahora que Paul sabe que Sam tiene una «relación personal» conmigo, pueda comenzar a preguntarle cosas sobre mí, o sobre lo que conté en entrevistas, prensa y radio. Él no ha mencionado nada al respecto nunca, pero Margaret me había llamado varias veces contándome lo conmocionado que parecía al hablar sobre el tema. Paul jamás supo de mis problemas, de ninguno y me hubiera gustado que siquiera siendo así, pero necesitaba soltarlo más por mi propia salud que el interés económico.
Con gesto nervioso cojo el bolso de la cama y me lo cuelgo al hombro antes de alisarme por segunda vez las inexistentes arrugas del vestido, como si tuviera que estar perfecto. Cuando sal
SamMe obligo a respirar con normalidad, pero el corazón con violencia cada vez que pienso en todo lo que tengo entre manos; demasiadas para una única persona. Pero tengo muchas cosas que dejar zanjadas antes de cumplir a lo que llevo dándole vueltas durante meses.En un gesto frustrado me paso las manos por el pelo por quinta vez para después arreglarme el cuello de la camisa negra. A mi espalda Cole se arregla los gemelos de la camisa blanca, sacando la punta de la lengua entre los labios de esa forma de concentración tan peculiar que tiene.Parece tan nervioso como yo, y no es para menos, ya que será la primera cita formal que tendrá con Stacey. Está ansioso por poder presentarla como su novia oficial ante la sociedad y su círculo después de la traumática separación con la egocéntrica de Diana Clark, le asusta fastidiarla con Stacey,
SamLlegamos al Palace Hotel media hora antes de lo estipulado. Mi trabajo me ha costado conseguir que nos alquilaran la sala de conferencias, ya que estaba tan solicitado que no hubiéramos tenido hueco hasta dentro de dos semanas más como mínimo.Pero como suelo decir, el dinero mueve montañas.Becca observa el clásico edificio boquiabierta a través de la ventanilla admirando cada pieza, con sus ojos ávidos e inteligentes. Una sonrisa de triunfo escapa de mis labios al saber que de momento le está gustado, tal y como me imaginaba.Su mano aprieta la mía sobre su muslo y gira la cara en mi dirección con una sonrisa radiante que marca sus profundos hoyuelos.—Es estupendo, Sam. Sabía que tenías buen gusto: Paul estará encantando —dice con admiración.—No sabes cuánto me cost&o
SamSigo observándola desde la distancia, como interactúa con soltura entre los clientes y amigos de su tío, que permanece a su lado con una sonrisa orgullosa mientras Becca ríe y acepta una copa de champán del hijo del señor Brown, que se la está comiendo con la mirada como si fuera un pedazo de carne.El cabrón no ha dejado de mirarle el escote desde que la vio y ella, intentando ser educada, sonríe y se ríe de algo que le ha contado, pero cada pocos segundos se coloca el mismo mechón de pelo detrás de la oreja, lo que me indica que está nerviosa y ansiosa por largarse.De manera inconsciente mi puño se aprieta con fuerza sobre el regazo mientras me obligo a respirar regularmente para tranquilizarme, pero la sangre me hierve en las venas a tal punto que me parece lava ardiente.Sabía que esto ocurriría, pero no puedo arr
SamRespiro profundamente y con pasos vacilantes me acerco a ella, que sigue pensativa, pero no se aparta cuando tomo su mentón entre el índice y el pulgar y le levanto la cara para que me mire.La miro con suspicacia y esbozo una leve sonrisa.—Discutiremos el tema mañana —le prometo. Se muerde el labio inferior con inocencia y asiente con la cabeza levemente.—¿Puedo pensármelo? —inquiere con duda.—Ahora sólo piensa en darte en una ducha y no pienses en ello. —Mis ojos bajan hacia la zona entre sus muslos apretados, donde la prueba de mi excitación se le escurre—. Debe ser incómodo —comento con una sonrisa pícara.Becca abre los ojos, escandalizada y me empuja en el hombro con la mano cuando me río con sonoras carcajadas. Sus mejillas y cuello se tornan escarlata y sus profundidades verdes me fulmina
SamPor un segundo intento creer que lo que acaba de decir Paul tan sólo es fruto de mi mente envenenada por la furia, pero lo descarto cuando sus ojos verdes como los de Becca se abren con impresión al darse cuenta de lo que acaba de decir.En ese preciso momento me doy cuenta de que lo que he escuchado es tan real como la tensión entre nosotros, que parece amenazar con despellejarme vivo sino juego bien mis cartas.Su hija.Pero... ¡Pero eso no tiene ningún sentido...! Es imposible que Becca sea hija de este hombre que tengo frente mí, con la respiración agitada y la mirada llena de un temor palpable.Paul me suelta como si le hubiera dado una descarga eléctrica y retrocede hasta que se aleja cinco metros de mí, asustado y furioso. Mantiene la cabeza gacha mientras se pasa las manos por el pelo con frustración y se tira de las raíces.
La luz que entra a través de las cortinas provoca que gima y me revuelva contra el grueso edredón, que me da demasiado calor. Me estiro en la extensión de la cama y mi mirada se pierde en el techo blanco como si fuera la cosa más interesante del mundo.Los recuerdos de la noche anterior acuden a mi mente como un revoltijo que provoca que sienta esas famosas mariposas en el estómago. Fuimos de lo más imprudentes por habernos besado delante de todo el mundo, pero me pudo la emoción del momento, sus manos tibias y sus labios rozando los míos mientras pronunciaba aquella cita delGran Gatsbyque le leí quince años antes.No pensé que lo recordaría, francamente, ni yo misma me acordé hasta que Sam me refrescó la memoria.Me siento tan feliz que me parece que es imposible que por primera vez tuviéramos una cita común y corriente.
SamLas fosas nasales me arden cuando el ácido olor de la putrefacción y la sangre seca llegan hasta mí mientras bajo las escaleras del sótano deMagestic,una de las muchas discotecas que maneja Blake, pero en particular, es su favorita para dejarme los encargos.Ese hijo de puta parece tener un radar para saber cuándo estoy Becca, de hecho creo que tiene a alguien que me vigila, o eso, o estoy paranoico y veo conspiraciones en todos lados. Además, no se me escapa que también quiere recuperarla, he visto como la miró desde el mismo segundo que se la encontró, y la historia que comparten lo hace peligroso, muy peligroso para preservar mi lugar a su lado.Por tan sólo un segundo pensé que tendría un día tranquilo en compañía de mi chica. A la que, por cierto, ni siquiera despedí como merecía
Mis ojos no son capaces de apartarse del nombre que todavía no soy capaz de ingerir por completo. Un gemido ahogado escapa de mis labios al descubrir que el ser que más odio, por encima de Blake, puede ser el único que podría ayudarme a descubrir lo que realmente sucedió con Garret.Por aquella época tan sólo tendría diecisiete años, lo que me hace sentir más curiosidad que aversión por saber cómo acabó en una fiesta privada de una modelo en Nueva York. Por aquel entonces, era íntimo amigo de Sam y seguro que se lo contaba todo a ese... ese... Ni siquiera soy capaz de pronunciar su nombre sin que la lengua me arda por el coraje.Tomo aire con lentitud cuando la rabia y los recuerdos de aquella noche se amontonan en mi mente como una bola de demolición. Lo odio, lo odio tanto que si no estuviera tan desesperada por acabar con esto cuanto antes, jamás se me ocu