Cuando salgo del hotel la brisa fresca y nocturna golpea mi rostro. Como si fuera una especie de señal, inclino la cabeza hacia atrás y observo el cielo oscuro y lleno de nubes grises que augura una tormenta de las que duran horas.
Parezco una tormenta, a punto de explotar por todos los pensamientos incesantes e inconclusos que dominan mi mente. Me debato entre el orgullo y la necesidad. Por un lado, la propuesta indecente de Blake parece la única salida para el problema, pero por el otro, mi orgullo no me permite aceptar cualquier petición que provenga de él. N i siquiera puedo planteármelo. Me niego categóricamente a ceder a un chantaje tan rastrero.
Me río de mi propia incongruencia. Es ridículo, porque estaría dispuesta a hacer cualquier cosa, excepto acostarme con él.
Mis pensamientos son interrumpidos cuando escucho las llantas de un coche derrapar cerca de mí. Por instinto
Frunzo el ceño y lo miro con confusión ante el hecho de que Olivia no tiene ni idea de que su novio la dejó con una deuda casi impagable para una persona común.—¿Ella no sabe que fue Garret? —inquiero.Sam niega con la cabeza y se pinza el puente de la nariz entre el índice y el pulgar con irritación antes de mirarme por encima de las pestañas con exasperación.—No, no quiero que lo sepa —apunta. Hincha el pecho de aire y apoya el codo sobre el reposacabezas con actitud abatida—. Si hago todo esto es por mantenerla al margen. Ella necesitaba ayuda y yo necesitaba expirar la culpa. Así que no se me ocurrió otra cosa que hacer el problema mío. Por eso comencé una relación con Liv y me hice cargo de la deuda del único modo que encontré: el uno por el otro.—O como te convino —mascullo entre dientes.
La luz resplandeciente golpea mi cara, haciendo que arrugue la nariz y mis ojos se muevan bajo los párpados, pero me pesan demasiado como para poder abrirlos, así que me cubro con la mano para que desaparezca.Pero me es totalmente imposible reconciliar el sueño cuando escucho una risita ronca que me hace levantar la mirada hacia un resplandeciente Sam, que me observa con los ojitos traviesos y brillantes combinado con una media sonrisa arrebatadora. Yo también me río, pero hago una mueca de dolor cuando mi cuello dolorido hace un ruido extraño, haciendo que me lleve la mano al lateral y me lo frote para intentar aliviarlo.Dormir en un coche diminuto y a horcajadas sobre un tío no es lo más cómodo del mundo, pero debo reconocer que he dormido mejor que en mi cama. Fue reconfortante conciliar el sueño rodeada por sus brazos, sintiendo el lento y acompasado latir de su corazón contra mi oreja.<
Cuando el reloj marca las cinco de la tarde estoy hecha un manojo de nervios, en realidad estoy más nerviosa porque Sam no haya intentado ponerse en contacto conmigo que por la cita con Loren.Me atemoriza que ahora que Paul sabe que Sam tiene una «relación personal» conmigo, pueda comenzar a preguntarle cosas sobre mí, o sobre lo que conté en entrevistas, prensa y radio. Él no ha mencionado nada al respecto nunca, pero Margaret me había llamado varias veces contándome lo conmocionado que parecía al hablar sobre el tema. Paul jamás supo de mis problemas, de ninguno y me hubiera gustado que siquiera siendo así, pero necesitaba soltarlo más por mi propia salud que el interés económico.Con gesto nervioso cojo el bolso de la cama y me lo cuelgo al hombro antes de alisarme por segunda vez las inexistentes arrugas del vestido, como si tuviera que estar perfecto. Cuando sal
SamMe obligo a respirar con normalidad, pero el corazón con violencia cada vez que pienso en todo lo que tengo entre manos; demasiadas para una única persona. Pero tengo muchas cosas que dejar zanjadas antes de cumplir a lo que llevo dándole vueltas durante meses.En un gesto frustrado me paso las manos por el pelo por quinta vez para después arreglarme el cuello de la camisa negra. A mi espalda Cole se arregla los gemelos de la camisa blanca, sacando la punta de la lengua entre los labios de esa forma de concentración tan peculiar que tiene.Parece tan nervioso como yo, y no es para menos, ya que será la primera cita formal que tendrá con Stacey. Está ansioso por poder presentarla como su novia oficial ante la sociedad y su círculo después de la traumática separación con la egocéntrica de Diana Clark, le asusta fastidiarla con Stacey,
SamLlegamos al Palace Hotel media hora antes de lo estipulado. Mi trabajo me ha costado conseguir que nos alquilaran la sala de conferencias, ya que estaba tan solicitado que no hubiéramos tenido hueco hasta dentro de dos semanas más como mínimo.Pero como suelo decir, el dinero mueve montañas.Becca observa el clásico edificio boquiabierta a través de la ventanilla admirando cada pieza, con sus ojos ávidos e inteligentes. Una sonrisa de triunfo escapa de mis labios al saber que de momento le está gustado, tal y como me imaginaba.Su mano aprieta la mía sobre su muslo y gira la cara en mi dirección con una sonrisa radiante que marca sus profundos hoyuelos.—Es estupendo, Sam. Sabía que tenías buen gusto: Paul estará encantando —dice con admiración.—No sabes cuánto me cost&o
SamSigo observándola desde la distancia, como interactúa con soltura entre los clientes y amigos de su tío, que permanece a su lado con una sonrisa orgullosa mientras Becca ríe y acepta una copa de champán del hijo del señor Brown, que se la está comiendo con la mirada como si fuera un pedazo de carne.El cabrón no ha dejado de mirarle el escote desde que la vio y ella, intentando ser educada, sonríe y se ríe de algo que le ha contado, pero cada pocos segundos se coloca el mismo mechón de pelo detrás de la oreja, lo que me indica que está nerviosa y ansiosa por largarse.De manera inconsciente mi puño se aprieta con fuerza sobre el regazo mientras me obligo a respirar regularmente para tranquilizarme, pero la sangre me hierve en las venas a tal punto que me parece lava ardiente.Sabía que esto ocurriría, pero no puedo arr
SamRespiro profundamente y con pasos vacilantes me acerco a ella, que sigue pensativa, pero no se aparta cuando tomo su mentón entre el índice y el pulgar y le levanto la cara para que me mire.La miro con suspicacia y esbozo una leve sonrisa.—Discutiremos el tema mañana —le prometo. Se muerde el labio inferior con inocencia y asiente con la cabeza levemente.—¿Puedo pensármelo? —inquiere con duda.—Ahora sólo piensa en darte en una ducha y no pienses en ello. —Mis ojos bajan hacia la zona entre sus muslos apretados, donde la prueba de mi excitación se le escurre—. Debe ser incómodo —comento con una sonrisa pícara.Becca abre los ojos, escandalizada y me empuja en el hombro con la mano cuando me río con sonoras carcajadas. Sus mejillas y cuello se tornan escarlata y sus profundidades verdes me fulmina
SamPor un segundo intento creer que lo que acaba de decir Paul tan sólo es fruto de mi mente envenenada por la furia, pero lo descarto cuando sus ojos verdes como los de Becca se abren con impresión al darse cuenta de lo que acaba de decir.En ese preciso momento me doy cuenta de que lo que he escuchado es tan real como la tensión entre nosotros, que parece amenazar con despellejarme vivo sino juego bien mis cartas.Su hija.Pero... ¡Pero eso no tiene ningún sentido...! Es imposible que Becca sea hija de este hombre que tengo frente mí, con la respiración agitada y la mirada llena de un temor palpable.Paul me suelta como si le hubiera dado una descarga eléctrica y retrocede hasta que se aleja cinco metros de mí, asustado y furioso. Mantiene la cabeza gacha mientras se pasa las manos por el pelo con frustración y se tira de las raíces.