Debe ser cierto que tengo tendencia a la estupidez, en realidad soy tan idiota que me he dejado enredar por un niñato que pretende meterme una paliza compitiendo contra mí.
Ahora más que nunca hubiera deseado quedarme en casa, comiendo palomitas en el sofá y viendo alguna estúpida película que dieran en cualquier canal. Pero no, tenía que ser una cabezota integral y meter las narices donde no me llaman.
De todos modos, está hecho: voy a correr en nombre de Blake por Sam.
Mis piernas no dejan de temblar como si fueran un flan, pero me obligo a andar con firmeza, escoltada por los gemelos, llamados Tom y Finn y el rubio un metro por delante de nosotros, llamado Drew.
La oscuridad nos envuelve por completo mientras caminamos cuesta abajo hacia los coches, donde se encuentran algunos integrantes de ambas bandas. Intento mantener una actitud fría e indiferente, como si me importara una mierda. Aunq
París, Francia. Junio, 2010.No tenía ni la mínima idea de lo que había hecho las últimas tres horas de mi vida, pero estaba tan puesta que creía que era un milagro que aún no me hubiera desmayado.De lo que me parecía que estaba segura es que estaba en un coche con un tío al que acababa de conocer y me había traído hasta el hotel. Se suponía que teníamos prohibido salir por la noche como norma estricta de los profesores, pero yo, como se había vuelto costumbre, conseguí largarme y saltarme el toque de qu
Los recuerdos me aturden, navegando por mi mente como un huracán que parece dispuesto a devastarme hasta no dejar nada en pie. Mis manos se cierran y se abren en puños cuando la rabia, la traición y la nostalgia comienzan a dominarme como viejos amigos que no había visto en una larga temporada.Han pasado casi siete años desde la última vez que lo había visto, siete malditos años que no contemplaba esos ojos que alguna vez había considerado lo mejor de mi vida. Habían llegado a convertirse en la única constante de mis días.Sigue igual que lo recordaba, con la piel trigueña, el cabello castaño claro y desordenado, la mirada penetrante, orgullosa, altiva, cautivadora. El cuerpo musculoso y el mismo rostro atractivo y anguloso que había aprendido a adorar.La sangre me hierve de pura rabia al volver a tener a diez escasos metros a Blake Schaella, observá
El coche se detiene frente al hotel InterContinental en Howard Street, a pesar de las altas horas de la noche aún hay gente pululando por el interior y algunos coches todavía están entrando en el parking.No soy capaz de pensar en nada en concreto, mis pensamientos se dispersan a mil cosas a la vez y la cabeza va a explotarme de un segundo a otro, sumado a la intensa mirada de Blake sobre mí y como esos ojos claros y elocuentes se deslizan hacia mis labios humedecidos me dificultan poder pensar con claridad.Me pone nerviosa que me mire de ese modo, pero no pienso mostrarle ni una pizca de incomodidad. Sé que es como un sabueso y puede oler mis emociones y leerlas en mi cuerpo; si aún no se le ha olvidado. El problema es que yo también he aprendido cuando está dispuesto a jugar o cuando sólo está tramando algo.Me coloco un mechón de pelo detrás de la oreja y lo miro con desconfi
Se ríe entre dientes y sacude la cabeza con diversión. Sabía que esto sería rápido, a Blake siempre le ha gustado ir directo al grano, sin tapujos. Y ahora mismo lo agradezco enormemente. Hay cientos de preguntas que me gustaría hacerle, sobre todo por su repentina ausencia, pero de momento toda la conversación debe ir dirigida hacia Garret, y en caso de que Blake sepa que lo que une a Sam y Garret, que me lo cuente.Blake se pasa los dedos por su barba de dos días y achina los ojos con duda.—Garret Hoffman ante todo era un buen tío, leal, con buenas intenciones. Era joven, pero legal en lo suyo. Además, siempre he buscado ciertas aptitudes en mis chicos y Garret tenía unas dotes de persuasión que me convenían, pero lo malo fue que también fueron capaces de atraparme a mí. —Vuelve a beber y se apoya en el reposabrazos antes de seguir hablando. Sigo sus
Cuando salgo del hotel la brisa fresca y nocturna golpea mi rostro. Como si fuera una especie de señal, inclino la cabeza hacia atrás y observo el cielo oscuro y lleno de nubes grises que augura una tormenta de las que duran horas.Parezco una tormenta, a punto de explotar por todos los pensamientos incesantes e inconclusos que dominan mi mente. Me debato entre el orgullo y la necesidad. Por un lado, la propuesta indecente de Blake parece la única salida para el problema, pero por el otro, mi orgullo no me permite aceptar cualquier petición que provenga de él. N i siquiera puedo planteármelo. Me niego categóricamente a ceder a un chantaje tan rastrero.Me río de mi propia incongruencia. Es ridículo, porque estaría dispuesta a hacer cualquier cosa, excepto acostarme con él.Mis pensamientos son interrumpidos cuando escucho las llantas de un coche derrapar cerca de mí. Por instinto
Frunzo el ceño y lo miro con confusión ante el hecho de que Olivia no tiene ni idea de que su novio la dejó con una deuda casi impagable para una persona común.—¿Ella no sabe que fue Garret? —inquiero.Sam niega con la cabeza y se pinza el puente de la nariz entre el índice y el pulgar con irritación antes de mirarme por encima de las pestañas con exasperación.—No, no quiero que lo sepa —apunta. Hincha el pecho de aire y apoya el codo sobre el reposacabezas con actitud abatida—. Si hago todo esto es por mantenerla al margen. Ella necesitaba ayuda y yo necesitaba expirar la culpa. Así que no se me ocurrió otra cosa que hacer el problema mío. Por eso comencé una relación con Liv y me hice cargo de la deuda del único modo que encontré: el uno por el otro.—O como te convino —mascullo entre dientes.
La luz resplandeciente golpea mi cara, haciendo que arrugue la nariz y mis ojos se muevan bajo los párpados, pero me pesan demasiado como para poder abrirlos, así que me cubro con la mano para que desaparezca.Pero me es totalmente imposible reconciliar el sueño cuando escucho una risita ronca que me hace levantar la mirada hacia un resplandeciente Sam, que me observa con los ojitos traviesos y brillantes combinado con una media sonrisa arrebatadora. Yo también me río, pero hago una mueca de dolor cuando mi cuello dolorido hace un ruido extraño, haciendo que me lleve la mano al lateral y me lo frote para intentar aliviarlo.Dormir en un coche diminuto y a horcajadas sobre un tío no es lo más cómodo del mundo, pero debo reconocer que he dormido mejor que en mi cama. Fue reconfortante conciliar el sueño rodeada por sus brazos, sintiendo el lento y acompasado latir de su corazón contra mi oreja.<
Cuando el reloj marca las cinco de la tarde estoy hecha un manojo de nervios, en realidad estoy más nerviosa porque Sam no haya intentado ponerse en contacto conmigo que por la cita con Loren.Me atemoriza que ahora que Paul sabe que Sam tiene una «relación personal» conmigo, pueda comenzar a preguntarle cosas sobre mí, o sobre lo que conté en entrevistas, prensa y radio. Él no ha mencionado nada al respecto nunca, pero Margaret me había llamado varias veces contándome lo conmocionado que parecía al hablar sobre el tema. Paul jamás supo de mis problemas, de ninguno y me hubiera gustado que siquiera siendo así, pero necesitaba soltarlo más por mi propia salud que el interés económico.Con gesto nervioso cojo el bolso de la cama y me lo cuelgo al hombro antes de alisarme por segunda vez las inexistentes arrugas del vestido, como si tuviera que estar perfecto. Cuando sal