UN AÑO DESPUES
Había dos niños gritando contra la ventana cuando ella decidió acercarse a ellos. Con una gran sonrisa les pidió amablemente que se alejaran de aquella gran ventana de cristal pero los pequeños parecían no querer responder a la petición que su linda profesora les estaba solicitando y en cambio decidieron gritar con más fuerza. Ella suspiró una última vez, así como solía hacerlo cuando estaba a punto de perder la cabeza. Nunca había explotado contra los niños pero tal vez por primera vez lo haría.
—Sus mamis vendrán en un momento— dijo mientras intentaba sonreír de la forma más amablemente posible. Hace dos años cuando le ofrecieron ser cuidadora en aquel pequeño gimnasio de la ciudad nunca imaginó que estaría cometiendo un grave error. Cuidar a niños había resultado ser un maldito dolor de cabeza y nunca se perdonaría a ella misma por haber aceptado ese trabajo. Pagaban tan poco, pero con la ayuda de un segundo empleo y con unos pocos sacrificios se las arreglaba para poder completar el alquiler de cada mes. No vivía en un departamento ostentoso, de hecho no era nada ostentoso. Cuando decidió salirse de casa e iniciar una vida supo que tenía que iniciar desde cero para demostrarles a todos que ella podía lograrlo. Sin importar que tan duro pudiera ser. Por meses había sido tan difícil pero finalmente había conseguido un pequeño departamento a las afueras de la ciudad que a pesar de tener paredes delgadas y tener que colocar botes en el suelo cada vez que el agua de la lluvia se filtraba, ella amaba su pequeño espacio. Por qué era suyo y ella se lo había ganado con mucho esfuerzo. Su padre desde muy pequeña le había enseñado lo que era el esfuerzo y ella sabía que tenía que ganarse las cosas por sí misma.
Cleo soltó una pequeña sonrisa falsa al darse cuenta que finalmente las madres de los pequeños habían llegado. Ambas con una gran sonrisa dibujada en el rostro como si no tuvieran ninguna preocupación en sus vidas. Estaba completamente agotada y todavía tenía que pasar por la tienda del señor Morgan para poder comprar algo de comida.
Los niños corrieron hacia sus madres y ella simplemente asintió mientras veía irse a los niños con sus respectivas madres. Siempre era lo mismo. Las dos mujeres solían irse al casino y regresaban tarde por sus pequeños. Siempre era lo mismo. Ni siquiera usaban las instalaciones del gimnasio, solo pagaban la mensualidad.
—Estoy tan cansada—susurró al mismo tiempo que cerraba la puerta del lugar para poder tomar su bolso rosado. Lo había comprado en una rebaja hace unos cuantos meses y lo seguía amando como si fuera el primer día. Suspiró levemente y se dejó caer en su asiento mientras veía el lugar completamente vacío. Sacó el celular de su bolsillo y se paralizó de inmediato al escuchar aquella característica alarma. Se llevó la mano al corazón y saltó del asiento. No había mucho tiempo, tenía que huir a un lugar seguro.
Se aseguró de tomar todo lo importante que pudiera necesitar y sollozó con fuerza al salir corriendo de aquel lugar. Todas personas de la zona corrían en busca de un lugar seguro y la alarma parecía intensificarse cada vez más. Frente a ella observó cómo unas personas entraban al bunker más cercano y entonces corrió con esperanza de poder llegar pero incluso después de agotar todas sus energías no lo logró. La bomba cayó sobre la ciudad, destruyendo y arrasando con todo lo que había en su paso.
La bomba fue seguida por unas cuantas más que terminaron de destrozar por completo el lugar, tirando edificios y asesinando inocentes. Cleo gritó de dolor en medio del llanto. Había quedado atrapada bajo unos escombros de un edificio que había colapsado frente a ella. Su tobillo estaba siendo aplastado por lo que parecía ser un gran trozo de lo que solía ser una pared. Cerró los ojos con fuerza y gritó de dolor al escuchar de nuevo unas cuantas explosiones a su alrededor. Podía sentir como su corazón palpitaba con fuerza bajo unas cuantas rocas. Su cuerpo estaba lleno de miedo, pánico y adrenalina. Cleo sabía que no tenía escapatoria, la guerra que habían anunciado, finalmente había llegado y ella se encontraba en ese lugar donde probablemente moriría. Su mundo daba vueltas con fuerza y por más que intentaba gritar en busca de ayuda, nadie la escuchaba.
Pasaron veinte minutos para que ella comenzara a escuchar movimiento en las calles, lo sabía por qué había contado cada segundo en su cabeza, intentando encontrar un modo de olvidar el fuerte dolor de espalda que estaba sufriendo.
—Busca civiles. —escuchó decir a un hombre que con probabilidad estaría a cerca de ella. Cleo intentó moverse un poco bajo los escombros para al menos producir un pequeño sonido que pudiera alarmar a aquel hombre. Solo quería ser rescatada. Necesitaba ser rescatada.
—¡No puede ser!—gritó un hombre moreno—¡Bomba!— anunció. —¡Bomba! ¡Bomba!—gritó repetidamente mientras huía de la zona y se llevaba con él a uno de sus compañeros. —¿Red light? —Gritó al ver a su capital detenerse en medio del lugar para observar con atención un montón de escombros que se encontraban a la mitad de la nada.—¡Tenemos que irnos! La bomba caerá en cualquier momento, ¿No miras el cielo?
—Hay una civil aquí. —dijo el hombre mientras corría hacia los escombros.— tengo que sacarla— susurró, moviendo los escombros.
—¡No hay tiempo!—gritó el hombre—¡Tenemos que proteger a nuestro hombres!
—¡Está civil morirá si no la llevo conmigo!— gritó el hombre mientras quitaba los escombros que interrumpían su paso hacia ella. Cleo se movió con brusquedad al sentir los movimientos sobre ella y sollozó al sentir la tibia mano sosteniendo su mano con fuerza.
—Estoy aquí— le avisó él.— voy a sacarte, te lo prometo. Solo espera un poco...
—¡Red Light!— gritó otro hombre de su pelotón. No había mucho tiempo, si él no corría a un refugio terminarían teniendo que salvarlo a él al igual que a todos los civiles que deberían estar atrapados por la zona.
—¡Oh no..., vayan a protegerse!— gritó el capitán que aun sostenía la mano de la mujer.— salvaré a esta mujer y me reuniré con ustedes después. ¡Es una orden!—gritó, sintiendo que las bombas caerían sobre ellos en cualquier momento.
—¡Sí señor!— dijo finalmente el hombre que había intentado llevarlo consigo. Lo observó sosteniendo la mano de la mujer y tuvo que aceptar su orden. Tuvo que abandonar a su mejor amigo en aquella zona de riesgo.
Los hombres avanzaron por el lugar en busca de un lugar que pudiera protegerlos de la bomba que estaba a punto de estallar sobre la ciudad. Siempre era lo mismo con Red Light. Solía alejarse de todos con tal de proteger a una sola persona pero así era él y ni siquiera el ejército lo había podido cambiar. Él era un hombre frío con un corazón completamente cálido.
Cleo se quedó completamente petrificada cuando sus ojos finalmente pudieron ver el cielo gris de la ciudad, lleno de humo y cenizas. Un cielo completamente apocalíptico. Los ojos claros de Red light se clavaron en su rostro ensangrentado cuando finalmente logró poder destapar su rostro de los escombros. Observó el cielo por un momento y maldijo al percatarse que ya no había tiempo. Tenía que actuar ya o haberse separado de sus hombres había sido una pérdida de tiempo.
—¿Estás herida?— preguntó él. Ella negó con confusión y él asintió— voy a sacarte. No hay tiempo. Anunció el soldado para luego tomar ambos brazos femeninos y gruñir al jalarla de todos aquellos escombros que le impedían sacarla de ese lugar. Ella gritó de dolor y sollozó al sentir una piedra rasgar la piel de su pierna. El hombre la tomó y con un movimiento repentino la subió a su hombro para poder llevarla a un lugar seguro.
Los ojos de Cleo reconocieron por completo su lugar de trabajo y sollozó al darse cuenta que una bomba caía desde el cielo. Red Light había entrado justo en el lugar donde ella solía cuidar a los niños. Miró el cielo a través de las ventanas y se abalanzó hacia ella, abrazándola y protegiéndola con su musculoso cuerpo.
La explosión tardó solo unos segundos en romper cada una de las ventanas que habían sobrevivido de las explosiones pasadas. Cleo gritó sobre el pecho del soldado al escuchar la explosión y sentir cada centímetro de suelo moverse. Él simplemente gruñó cuando algún material que voló por la explosión lo golpeó en la espalda.
Ella miró por un momento a su salvador cuando él finalmente se alejó de ella. La sorpresa en el rostro de Cleo se hizo notar por completo cuando pudo apreciar cada rasgo del rostro del hombre que la había rescatado de aquel montón de escombros. Frente a ella se encontraba un apuesto hombre de ojos claros con la mandíbula perfectamente delineada. Red light se alejó por completo y se levantó del suelo. Ella estaba totalmente encantada con él. ¡Era guapísimo con sus músculos perfectamente marcados bajo el uniforme! Incluso si ella sabía que no tenía que estar pensando en ello, no podía evitarlo, su cuerpo parecía haber sido esculpido con hierro. Era altísimo con probablemente sus uno noventa de estatura. Su piel clara, sus ojos claros que ocultaban oscuridad y frialdad lo hacían ver completamente apuesto pero, sin duda su mirada penetrante y su mandíbula tensa era lo que la mantenía completamente encantada en esos momentos. Por un momento ella se olvidó por completo la situación en la que se encontraban.
—¿Estas bien?— volvió a preguntar él con su voz gruesa, lo único que ella pudo hacer fue asentir de manera nerviosa. Él sabía que había causado un efecto sobre ella, claro que lo sabía pero prefería mantenerse por completo en su papel. Estaba ahí para protegerla, para llevarla a un lugar seguro y no para disfrutar de los privilegios que le brindaba su aspecto. —Tenemos que irnos, necesito llevarte con los demás.
—Ahh, si...— dijo ella mientras intentaba levantarse del suelo. La mirada del apuesto soldado se clavó en la pierna rasgada de Cleo y suspiró antes de sacar una venda de su mochila y vendarla con rapidez. Un pequeño gemido salió de los labios de ella, causando que él volteara a verla con una ceja alzada.
—¿Lo disfrutas?— le preguntó mientras terminaba de vendarla, asegurándose que esa venda no caería con facilidad. Ella lo miró por un momento y se apoyó en su hombro cuando él rodeó su delgada cintura con su grueso brazo para poder levantarla del suelo.
—Claro que no, no lo disfruto— susurró ella mientras se apoyaba en él y cojeaba.
—A partir de ahora eres mía, eres de mi propiedad, eres de mi equipo ¿Entendido? — preguntó él mientras se aferraba a su cintura y la llevaba hacia la única salida que quedaba abierta. Todas las demás salidas e incluso las ventanas estaban completamente cubiertas con escombros a causa del constante bombardeó. La infraestructura estaba completamente débil y no soportaría mucho tiempo antes que finalmente se colapsara sobre ellos. Él sabía que tenían que salir de ese lugar lo más pronto posible o terminarían por ser sepultados bajo todos los escombros.
—¿Qué?— preguntó ella cuando se percató de lo que él había dicho. — no soy un maldito objeto para decir que soy de tu propiedad.
—Me refiero que a partir de ahora estás bajo mi cuidado, eres de mis protegidos así que pórtate bien y haz todo lo que digas si quieres sobrevivir. —murmuró mientras mantenía su rostro serio pero en realidad se maldecía una y otra vez en su interior, nunca había sido bueno para las palabras, en especial cuando hablaba con mujeres y parecía que con ella no había sido y no sería la diferencia.
Una segunda explosión detonó cerca de ellos provocando que una vez más él tuviera que protegerla con su cuerpo. El pequeño edificio se movió por completo provocando que nuevos escombros cayeran y cubrieran por completo la única salida que había disponible. Red light maldijo, sentándola en el suelo para alejarse de ella y observar la saliva por la cual se suponía que tenían que salir. Ella lo observó ponerse de cuclillas frente a la salida, su corazón nuevamente se aceleró con fuerza al imaginarse a ella misma encerrada en ese horrible lugar, estaban prácticamente en una tumba gigante. Su área de trabajo se había convertido en una completa prisión de concreto.
Él levantó la mirada hacia el techo y suspiró al darse cuenta que tan solo una viga estaba sosteniendo la estructura sobre ellos, si esa viga se rompía tendrían serios problemas así que se llevó las manos al casco y se lo quitó frente a ella dejando a la vista su cabello corto completamente rubio. Ella lo observó mientras se acercaba a ella con el rostro totalmente tenso y se sorprendió por completo al ver como él le colocaba su casco en la cabeza y se aseguraba que estuviera perfectamente puesto, un pequeño escalofrío la recorrió cuando él rozó levemente su barbilla cuando le colocaba el casco y aunque le quedaba completamente grande seguramente cumpliría con su propósito.
Él se alejó de ella por completo para poder tomar su radio, necesitaba buscar a sus compañeros.
—Red Light, Red light solicito ayuda de mi pelotón. He quedado atrapado con una civil en una infraestructura débil. Posiblemente caerá dentro de unas horas, ¿Me escuchan? — dijo mientras mantenía su radio en manos. El pitido del radio hizo eco en el lugar antes de pitar con fuerza y reproducir el mensaje.
—Black light reportándose, Red light te buscaremos en un momento, no se mueva de su ubicación. Repito. Lo iremos a buscar, no se mueva de su ubicación.
—Mensaje recibido — dijo él mientras se llevaba el radio hacia los labios. Ella lo observó hasta que él guardó su radio y alzaba la ceja para voltear a verla. —bien pequeña, parece que estaremos por un tiempo aquí, solo tú y yo.
La oscuridad del lugar era iluminada con una pequeña fogata que había creado el soldado con algunos artefactos que cargaba consigo para poder calentar sus cuerpos. La noche había caído fugazmente sobre ellos y no podían salir del lugar. Para ella, la esperanza de salir rápido de ese lugar se había esfumado desde hace tiempo. Las bombas seguían cayendo, se podía escuchar como destrozaban todo a su paso y solo era cuestión de tiempo para que los destruyera a ellos.—¿Cuál es tu nombre?— preguntó ella repentinamente, intentando conseguir una forma de romper aquel incómodo silencio que había en la tumba de concreto donde se encontraban encerrados. El alto hombre se quedó en completo silencio demostrándole a Cleo que había fallado en su misión.— ¿Te duele la espalda?— preguntó, recordando el golpe que habí
Había un hombre frente a ellos con una gran sonrisa de oreja a oreja. Su cuerpo envuelto de explosivos mientras mantenía sus brazos alrededor de la mujer que gritaba y suplicaba por su vida. Cinco soldados mantenían la mirada clavada en él, esperando las indicaciones de su capitán.Red light mantenía los brazos cruzados a escasos centímetros del hombre, sus gruesos hombros tensos subiendo y bajando al ritmo de su respiración intranquila, al espera del mínimo ataque. Le ganaba por unas cuantas cabezas de altura al hombre pero eso no significaba que no le robaba la calma. Aquel hombre incluso con unas cuantas armas sobre él, seguía manteniendo esa gran sonrisa en su rostro. Un ruidoso suspiro salió de los labios del soldado.—Ahora— dijo finalmente el capitán, justo antes de saltar ante el hombre y arrebatarle la pequeña mujer temblorosa que tem
No había suficiente comida para todos, incluso si algunas personas compartían raciones no era suficiente. Algunos soldados se habían comunicado por radio para solicitar más raciones pero habían fallado. No había alimento y la creciente hambre entre los civiles comenzaba a desesperar a los armados.Cleo permanecía en completo silencio frente a la fogata mientras abrazaba sus heridas piernas. El calor del fuego le calentaba lo suficiente para no morir de frío en aquella terrible noche. Se odiaba a sí misma sin importar que tanto pensara en lo que había sucedido. Había permitido que Cookie se perdiera en aquel lugar.—¿Por qué no bajaste?— se preguntó sin dejar de ver la agresiva danza del fuego— es porque soy una maldita cobarde— susurró, nuevamente al borde del llanto.Los fuertes pasos del soldado se acercaron a ella para detenerse fre
Recargado en la pared, herido, sintiendo la sangre bajar por su torso fue que recordó a su madre una vez más. Recordó su amplia sonrisa mientras le servía el famoso estofado de papas que le encantaba comer de niño. Extrañaba tanto a sus padres a pesar de haber pasado tanto tiempo.Aun podía sentir la esencia de la sonrisa de su madre sobre sus recuerdos, la calidez de los abrazos de su padre. Había pasado tanto tiempo que no podía recordar con claridad sus rostros ni sus voces.El día que los había perdido seguía estando tan claro en su cabeza y en su corazón. Seguía doliendo igual como dolía hace veinte años.Desde los seis años había conocido su destino, el destino que lo había llevado hasta el lugar donde se encontraba en esos momentos. Desde pequeño se había prometido que nunca perdería a un ser querido por
La flama de la vela se apagó en el mismo instante que el frío aire entró a la carpa militar de color negro. El general gruñó en alto al quedarse en completa oscuridad dentro de aquella carpa, observando la poderosa tormenta que se había desatado fuera de la carpa y maldijo con rudeza antes de tomar la caja de cerillos.Con dificultad encendió una vez más la vela, observando la llama de fuego que bailaba al ritmo del aire. Tres soldados entraron por la abertura de la carpa, interrumpiendo la soledad del general mientras sus cuerpos goteaban gruesas gotas, estaban completamente empapados por la tormenta nocturna que se había desatado repentinamente.—¡Saluden!—gritó uno de los tres hombres, llevándose la mano a la frente. Siendo imitado por los otros dos hombres que lo acompañaban.—Descansen—dijo el general, levantándose de su asien
El aire del lugar tenía ese peculiar olor a muerte que tanto odiaba Jack. Lo habían intentado convencer de abandonar la misión pero tras varios minutos de negociación finalmente no lo habían logrado. Jack no lo había permitido y no porque no confiara en sus subordinados o mucho menos por que no confiara en Logan para tomar su lugar mientras él no estaba, sino que incluso estando herido había tomado la responsabilidad de su cargo. Confiaba plenamente en su equipo pero necesitaba estar con ellos para apoyarlos, para dirigirlos.Un suspiro salió de sus labios cuando las puntas de sus dedos tomaron la tapadera de metal del conducto de ventilación de aquel edificio repleto de enemigos. Quería ese territorio, lo deseaba y estaba ahí para recuperar lo q
El sonido que desprendía el agua de las regaderas de aquel edificio al caer el agua provocaba un sonido relajante que se escuchaba hasta el exterior de aquellas duchas. Fuera de ese lugar había unas cuantas soldadas, recargadas sobre la sucia pared de concreto. Estaban ahí con la única misión de evitar que cualquier hombre entrara a las regaderas mientras las civiles tomaban su primer baño después de horas. Todos habían pasado un día terrible, estaban cansados e incluso machacados. Sus cuerpos dolían y se sentían vacíos sin ninguna emoción que no fuera terror.Cleo estaba tan cansada que incluso sentía que terminaría por caer dormida bajo aquella regadera vieja, había tenido que servirles a todos como médico. Había curado cada mínima herida que había detectado y se había terminado por agotar hasta la última gota de ene
El cuerpo de Jack no se preocupaba por ocultar la molestia que sentía en esos momentos dentro de él. Su mandíbula tensa, su mirada oscura y penetrante le hacían perfecta compañía a la postura de arrogancia que mantenía pegada a la pared mientras observaba a la joven mujer que tenía frente a él, limpiándose la sangre que le escurría del labio.—Tienes que escucharme— pidió ella, finalmente animándose a hablar en aquella incómoda situación.—por favor— dijo, levantándose de la cama del soldado que la veía sin ninguna expresión en el rostro— ellas me han robado.—Siéntate— dijo él, hablando ún