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Habían pasado tres horas desde que había salido de aquella base militar, los pies le dolían con cada paso que daba hacia adelante en aquel desértico lugar. Su cuerpo amenazaba con rendirse cada vez que frente a ella se encontraba un gran obstáculo. Había perdido de vista a unos cuantos reclutas y podía escuchar los vehículos militares  a la distancia. Vigilando cada uno de sus movimientos, un extraño sonido la hizo detenerse a mitad del camino, obligándola a cubrirse el cuerpo con alguna de las protecciones que había en el lugar. Cleo se cubrió la cara al escuchar la ráfaga de disparos a sus espaldas.

La alarma de emergencia le hizo ver que aquella ráfaga no era ningún obstáculo que debía estar en aquella primera prueba. Con

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