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El sonido que desprendía el agua de las regaderas de aquel edificio al caer el agua provocaba un sonido relajante que se escuchaba hasta el exterior de aquellas duchas. Fuera de ese lugar había unas cuantas soldadas, recargadas sobre la sucia pared de concreto. Estaban ahí con la única misión de evitar que cualquier hombre entrara a las regaderas mientras las civiles tomaban su primer baño después de horas. Todos habían pasado un día terrible, estaban cansados e incluso machacados. Sus cuerpos dolían y se sentían vacíos sin ninguna emoción que no fuera terror. 

Cleo estaba tan cansada que incluso sentía que terminaría por caer dormida bajo aquella regadera vieja, había tenido que servirles a todos como médico. Había curado cada mínima herida que había detectado y se había terminado por agotar hasta la última gota de ene

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