C65-LOS HOMBRES COMO EL MIENTEN.LIONA.Estaba en el suelo, jugando con mis cachorros. Sus gruñidos juguetones y risas llenaban la habitación, y no podía evitar sonreír. Ya casi tenian tres meses, pero ya eran tan enérgicos y llenos de vida.Uno de ellos me mordisqueó los dedos con sus pequeños dientes, y otro, más audaz, intentó trepar por mi pierna. Eran tan parecidos a Darius… cada vez que los miraba, su imagen aparecía en mi mente sin que pudiera evitarlo.Sus ojos, sus expresiones… era como si una parte de él viviera en ellos.Justo entonces, la puerta se abrió de golpe, y una de las pupilas de Runa entró apresurada. Su rostro estaba tenso, y su voz temblaba al hablar.—Mi señora, el alfa está mal. Tiene un episodio de fiebre.Sentí que el mundo se detenía por un instante.Mi pecho se apretó, y el miedo me envolvió como una sombra. Tragué saliva, tratando de mantener la calma, pero mi corazón ya estaba desbocado. Me levanté rápidamente, dejando a los cachorros con una de las cuid
C66- LA FLOR PLATA.Susan caminaba en silencio, con Zander siguiéndola a cierta distancia. Pero la mente del beta estaba lejos de concentrarse en el camino. Las palabras de la noche anterior seguían resonando en su cabeza como un eco imposible de ignorar: Susan había tenido un hijo.Un gruñido bajo escapó de su garganta, molesto.Desde que lo supo, su territorialidad se había disparado, al igual que la inquietud de su lobo. Era un sentimiento que no podía controlar... ni quería.—Escupe lo que tienes atorado —dijo Susan de repente, sin girarse hacia él—. Me vas a desgarrar la espalda con tanto gruñido.Zander parpadeó, sorprendido por su comentario, pero en lugar de negarlo, aceleró el paso hasta alcanzarla.—Anoche tenías una pesadilla —soltó, directo al punto.Susan se tensó, pero no detuvo su marcha.—¿Ah, sí? Seguramente fue por tu fea cara —respondió sin mirarlo.—No, si hubiera sido mi rostro, habría sido un sueño placentero. Sin embargo, me extrañó lo que dijiste.Susan le lanz
C67- SOLO DÍ QUE SÍ, PRINCESA.La noche caía rápida y pesada sobre el bosque, y Susan avanzaba con determinación; sus botas golpeaban contra las piedras mojadas mientras cruzaba el río con un salto ágil.―Tenemos que llegar esta noche ―dijo, sin mirar atrás.Zander, que la seguía de cerca, negó con la cabeza, su tono grave y sereno contrastando con la ansiedad de Susan.―Es demasiado tarde para volver ―dijo él, deteniéndose en la orilla―. El bosque es peligroso cuando oscurece, Susan.Ella se detuvo en seco y giró hacia él. Su rostro estaba iluminado por los últimos rayos del sol, y sus ojos, llenos de una mezcla de frustración y preocupación, se clavaron en los de Zander.―Mi hermano necesita esta flor, Zander ―replicó, su voz quebrándose ligeramente.El alfa suspiró y su mirada se suavizó al verla tan vulnerable.―Lo sé, princesa ―respondió con un tono más bajo―. Pero que te pongas en riesgo no ayudará en nada. Tendremos que pasar la noche en la cueva y partir antes del amanecer.Su
C68- CADA SECRETO QUE GUARDAS.—Zander... —su voz tembló.—Dime que no lo sientes —sus dedos trazaron un camino por sus brazos—. Dime que no te estremeces cada vez que estoy cerca.Susan intentó escapar, pero él la acorralándola más contra la pared. Sus ojos brillaban con un hambre primitiva.—No puedo... —susurró ella.—¿No puedes qué? ¿No puedes resistirte? ¿O no puedes mentirme?—Ambas —admitió ella, con la respiración agitada.Una sonrisa depredadora curvó los labios de Zander.—Entonces deja de luchar.—Tengo miedo —confesó ella.—¿De mí? —sus labios rozaron su sien.—De lo que me haces sentir.Zander gruñó suavemente.—Bien —susurró hasta que una mano se posó en su cintura—. Porque lo que siento por ti me aterra y me obsesiona a la vez.Susan alzó la mirada, encontrándose con sus ojos ardientes.—¿Qué quieres de mí? —susurró.—Todo —su voz era puro pecado—. Tu cuerpo, tu alma... cada secreto que guardas.Sus labios rozaron su cuello.—Quiero hacerte olvidar cada dolor, cada heri
C69-NECESITO HACERTE MÍA.Los muslos de Susan temblaban cada vez que el aumentaba la presión, su cuerpo al borde del éxtasis.―Zander... voy... voy a...Sus palabras fueron interrumpidas por un grito de puro placer al correrse, el clímax la atravesó con una intensidad que nunca antes había experimentado. Pero Zander no se detuvo, su lengua siguió lamiéndola como si no tuviera suficiente de ella, como si fuera su comida favorita.Y cuando finalmente se apartó, sus labios brillaban, su pecho subía y bajaba con su propia excitación. Mientras Susan yacía allí, agitada y saciada, con el cuerpo aun hormigueando por las réplicas. Giró la cabeza para mirarlo, al hombre —no, al alfa— que acababa de reclamarla en todos los sentidos.Y solo podía pensar que quería más.La mirada de Zander se encontró con la de ella, una sonrisa posesiva curvando sus labios.―Necesito hacerte mía ―gruñó, con voz baja y primitiva.Y en ese momento, Susan supo que tenía razón. Siempre había sido suya. Solo que no lo
C70-ME HE ENAMORADO, HERMANO. El primer rayo de sol se filtró, el canto de los pájaros se mezclaba con el crujir suave del bosque despertando. Susan abrió los ojos y, por un instante, se quedó inmóvil, con el corazón encogido. El calor del cuerpo de Zander a su lado le quemaba la piel. Recordó sus manos, su boca, las palabras que dijo la noche anterior… y sintió una punzada en el pecho. «Esto fue un error», se dijo con la garganta apretada. Su corazón aún dolía, demasiado reciente, demasiado herido. La imagen de Nico, de su traición, su sonrisa falsa, la forma en que la usó, regresó como una bofetada. Y Zander no podía ser diferente. No podía confiar en él. No debía. Se deslizó fuera de la manta con movimientos suaves para no despertarlo, se vistió sin hacer ruido y salió al fresco de la mañana. El aire olía a tierra húmeda y hojas mojadas, y la brisa le acarició la cara como una advertencia. Caminó hasta el río. Necesitaba pensar. Sentir el agua fría. Apagar el fuego que
C71- LO QUE DEBO Y LO QUE DESEO.LIONA.Habían pasado dos días desde que Runa me dio la poción hecha con flor de plata. Dos días en los que Darius empezó a mejorar. No del todo—todavía le costaba moverse—pero ya no era ese cuerpo inerte que creía que se me iba a ir de las manos.Esa mañana estábamos junto al río. El sol filtraba la luz entre los árboles, dibujando manchas doradas sobre la piel de Darius mientras yo le lavaba las heridas con agua fresca y una tela suave. Me arrodillé a su lado, con cuidado de no lastimarlo. Cada movimiento mío era medido, casi como una caricia.El agua corría tranquila, pero yo no.Él no decía nada. Solo respiraba lento, como si concentrarse en no moverse fuera su única tarea. Y yo... bueno, yo trataba de no mirar demasiado.Pero era imposible.Las cicatrices sobre su torso empezaban a sanar, aunque seguían rojas y algo inflamadas. La piel alrededor se tensaba y se sentía caliente bajo mis dedos. Me detuve en una, justo debajo de sus costillas. Era más
C72- UN COMIENZO.LIONA.Me removí entre las mantas. Sentía el cuerpo caliente, como si algo me quemara por dentro. No podía dormir bien. Me retorcía, sudaba. Algo me jalaba hacia un lugar que no entendía… y, de pronto, lo sentí.El sueño me envolvió sin aviso.Estaba en un bosque. El aire olía a pino fresco y tierra mojada. Todo era demasiado real. Los colores más vivos, como si alguien hubiera subido el brillo del mundo. Las hojas crujían bajo mis pies y un murmullo suave corría entre los árboles, como si el viento hablara bajito.Entonces lo vi.Darius.Más joven. Su pelo más largo, desordenado como siempre. La misma mirada: esa mezcla rara de arrogancia y algo que dolía… como si ya supiera que iba a romperme. Estaba parado ahí, como si me hubiera estado esperando desde siempre.—¿Recuerdas esto? —me dijo, con esa voz suya que se metía directo bajo la piel—. El día en que nuestras vidas se cruzaron.Miré a mi alrededor. Y el lugar me resultaba conocido, pero todo estaba... distorsi