—¿Listos? —la señora Lourdes estaba muy atenta a todas las personas que subían a las camionetas—. Agnes ¿en qué vehículo te vas a ir? —levante el rostro al escuchar su voz.—¡Aquí sobra un lugar! —dijo Claudia.—Ok, por favor —me indico el camino dirigiéndome con su mano.—Anda, que ya nos vamos —Claudia casi me arrastra para que subiera a la camioneta —¿Y tú equipaje?—Esta en el portaequipaje —respondí.—No mi amor, aquí se dice en la cajuela.—Ok —me reí por lo bajo, pero después la felicidad que sentí se disipo con la presencia de la persona que estará a cargo de conducir.—¿No falta nadie? —dijo el psicólogo.—No, estamos completos —Carlos iba de copiloto.—Perfecto.>El camino fue bastante largo desde el centro hasta la finca, tanto, que Claudia se quedó dormida desde que las ruedas de la camioneta comenzaron a rodar. Por mi parte preferí mantenerme despierta para disfrutar del hermoso paisaje. Es la primera vez que salgo de
—¿Mejor?—Si —en una coleta alta recogí mi cabello. Al levantarme y ponerme de pie las rocas estaban mojadas… resbale, pero con suerte, Edgar, sostuvo mi cuerpo entre sus brazos. Mi pecho quedo tan cerca de él que enseguida mis prendas mojadas humedecieron las suyas. Hubo una tensión entre nosotros, aquella que te invita a pecar y experimentar. Mientras pasábamos de mirar los ojos y los labios de cada uno, la respiración se transformaba cada vez en un susurro de deseo —. Este… —me separe un poco de el —. Perdón… creo que moje tu camisa.—No te preocupes —y entonces… se quitó la prenda quedándose solamente con una camiseta de color negro > sus brazos son musculosos y a decir verdad, todo él era asi. No a tal grado de verse grotesco sino todo lo contrario. Parece que le gusta ejercitarse —¿Sucede algo? —se dio cuenta que estaba mirándolo.—No… no, para nada —mis mejillas se sonrojaron.—Anda, tenemos que regresar. Deben estar esperándonos.—Eso creo.—¿O prefieres queda
—¿Besaste al psicólogo? —dijo sin abrir los ojos.—No.—Que lastima.—A veces pienso que me vas a vender al mejor postor.—No estaría mal. Mira todo lo que tiene el psicólogo que pensé que no era más que otro curalocos. Resulta que es millonario.—Sabe cómo manejar la herencia de sus padres.—Aja y yo me chupo el dedo —se incorporó solo para sentarse —. Su café se comercializa en todo el mundo y ¿Adivina que? Es el mejor de todos.—Su trabajo le ha costado.—Eso sí, pero si yo tuviera la oportunidad de cogérmelo y retenerlo a mi lado con un chamaco te juro que lo haría. Viviría como reina toda mi vida.—El dinero no lo es todo Claudia.—Pues para mi si lo es —dijo decidida —. Toda mi vida viví en la miseria y después de eso comencé a meterme drogas y mirame, estoy aquí encerrada tratando de curarme.—Todos pasamos por una etapa traumática en nuestras vidas.—¿Cuál es la tuya? —hiso un par de pucheros.—Fui violada por mi padre bilógico y encima de ello me acosté con mi medio hermano.
—¿Quién es Julio?—El guardaespaldas y mano derecha de Drako.—¿Qué sucedió después?—Estuve a nada de dispararle a Bruno, no pude hacerlo, algo me detuvo —incliné la cabeza hacia un lado —. Julio me llevo al hospital donde me medicaron para evitar posibles complicaciones. Al llegar a casa me encerré en mi habitación y me sumergí en una profunda depresión. Drako se mantenía junto a mí, observándome. Supo darme el espacio que necesitaba y le agradecí las noches enteras que paso sentado en el sofá frente a mi cama. Guardo silencio cuando debió hacerlo.—¿Cuándo supiste que Bruno era tu padre biológico?—Un par de días después, mi madre escucho que vino a reclamar a la mujer que había hecho suya a la fuerza. En ese instante supe la verdad.—¿Qué sentiste en ese momento?—Me sentí sucia, usada, maltratada y engañada. Quería morirme por haber permitido que mi padre abusara de mí.—No tuviste la culpa de nada Agnes, no sabias quien era Bruno Marchetti.—Lo sé, y cuando lo supe imagine los p
La cabalgata no fue grata para mi cuerpo, a pesar de que dormí bien y pude descansar como es debido el dolor en las piernas aun sigue igual, parece más una molestia muscular como cuando excede en la rutina de glúteos y femorales. Antes de ir a desayunar fui a correr en los alrededores de la finca. Muchas personas de servicio sonreían al verme pasar otras tantas prefirieron saludarme dándome los buenos días. No cabe duda de que los colombianos son personas maravillosas.—Apresurate mujer o te perderás el desayuno —Claudia estaba colocándose los zapatos —¿Fuiste a correr?—Si —me limpie el rostro con una pequeña toalla.—Estas loca, yo prefiero mi grasita, además asi les gusto a los hombres.—Eres muy linda así como estas —suspire —. Me daré un baño rápido y te alcanzo en el comedor.—Ok, te estaré esperando. No tardes.Enseguida me quité toda la ropa y me metí debajo de la regadera. Por el calor que sentía en el cuerpo preferí bañarme con agua casi fría, mis músculos se relajaron a tal
—¿Y que has recuperado de todo eso que perdiste y que no lo encuentras?—Tal vez muchas cosas de las que yo misma preferí olvidar.—¿Cómo cuáles?—Aun cocino y eso me hace sentir muy bien. Soy feliz con todas las personas que me rodean y encontré paz interior al hablar de mis problemas con profesionales que me ayudaron a salir adelante. Sigo leyendo y ahora me sorprende lo rápido que lo puedo hacer —reí por lo bajo —. Todavía no puedo usar vestidos, no porque no quiera simplemente que no empaque eso cuando salí corriendo de Italia.—Buen punto —mirar su sonrisa me dio esperanza.—Lo primero que hare al regresar a casa será buscar un empleo y volver a usar mis amadas zapatillas.—¿Cuántos pares tenias?—Mas de cien.—¡¿Cien?! —se sorprendió mucho que hasta me reí de la cara que hizo —. Esos son muchos, mujer.—Ups, soy amante a los tacones.—Seria un placer verte usar tacones y un vestido.—Ya se dará la oportunidad.—Concuerdo contigo —se puso de pie —. Aún tenemos más cosas por hacer
Edgar.Todo el tiempo estoy pensando en ella, no sé cómo sacarla de mi mente, es como una potente droga que en poco tiempo ha causado las más grandes consecuencias en mi corazón. Es difícil concentrarme en lo que Carlos esta hablando cuando apenas unos segundos antes tuve el privilegio de besar a la única mujer que ha puesto mi mundo de cabeza. El sabor de sus labios es adictivo, casi pude tocar la gloria con mis manos y aun asi no estoy del todo satisfecho. Anhelo llegar más lejos con ella.—Psicólogo ¿esta escuchándome?—Si… por supuesto —me acomode en la silla.—¿Qué es lo que le sucede?—Nada. Continua por favor —seguí tomando nota.—Bueno pues, resulta que una chica del centro me gusta mucho —dijo sin mirarme.—¿Por qué te gusta?—Es muy alegre, hermosa y su cuerpo es perfecto como para amarla como se lo merece.—¿Quién es la afortunada? —sentí curiosidad, Carlos nunca habla de eso conmigo. No es que llevemos muchos días de terapia, pero es algo reservado en ese asunto.—Es Agnes
—Hazme tuya… te lo ruego— su cabello azabache cubría sus redondos senos. Parecía una hermosa musa de un cuento de hadas. Con calma me acerque a ella y observe el contorno de sus caderas. Camine hasta su espalda y encontré la belleza de sus nalgas.—Eso es lo que mas deseo —le susurre al oído. Gire su cuerpo y acaricie con calma sus mejillas bajando poco a poco por su cuello hasta llegar a los perfectos montes redondos. La suavidad de su piel es irreal, es una delicia sentirla. Deslizo sus manos temblorosas por mis pectorales, explorando cada centímetro de carne, hice lo mismo al memorizar la forma de sus curvas —. No tengas miedo, estoy aquí… contigo —bese cada uno de sus dedos.—Me gustas de pies a cabeza.Besé su hermosa boquita con mucho amor, no lo hice con deseo a pesar de que me estaba muriendo por sentirla junto a mí. Me tome el tiempo para admirar la belleza de su rostro y de su cuerpo desnudo. Acaricié todo lo que pude dejando huellas cálidas en su piel. Los gemidos que salía