Capitulo 40.

En todo el camino no conversamos de nada. De reojo la miraba y parecía que estaba molesta y relajada al mismo tiempo. Suspiraba con fuerza tal vez intentando reprimir sus sentimientos. Cuando se detuvo la camioneta tecle el código para que las puertas se abrieran, enseguida baje del vehículo y tome la mano de Agnes para ayudarla.

—¿Qué hacemos aquí?

—Quitate las zapatillas, las arruinaras con la arena.

—¿Qué? —dijo confundida.

—Mmh —me coloque de cuclillas y desabroche los delgados cordones de sus tobillos. Le quite las zapatillas con suavidad y después pase mis brazos por su cintura y sus piernas para cargarla.

—¿Qué hace?

—No caminaras descalza por el pavimento.

—Gracias —deje caer sus pies en la arena —¿Qué es lo que quiere de mi señor Marchetti?

—Dormir —dije mirando las olas del mar.

—¿Quiere que masajee la palma de su mano como ayer? —frunció el ceño.

—Quiero la tranquilidad y el caos que me brindas cada vez que estas cerca de mi —no quería mirarla porque sé que arruinare el mom
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