Capitulo 28.

Es estresante que Flavio quiera vigilarme de la manera en la que lo hace. No le veo el sentido a que se quede por más de una hora en el estacionamiento esperando a que termine mi horario laboral. Hace poco discutimos sobre el tema del matrimonio, esta tan concentrado en su futuro que se olvida de pedirme opinión.

—Agnes —sonrió al verme.

—Hola —lo salude con un beso en la mejilla como su fuéramos dos personas que apenas se acaban de conocer.

—Quiero invitarte a cenar.

—No puedo, estoy muy cansada. Lo siento.

—Está bien, entonces ¿Qué te parece si vamos a tu casa y me muestras la ropa que compraste aquella vez?

—¿Cuál? —es estúpido que quiera arreglar las cosas con eso.

—La lencería, amor.

—Flavio, no te gustan esas cosas asi que… dejalo estar ¿quieres?

—Necesito que confíes en mí.

—Lo hago, pero no trates de aparentar lo que no eres. Ambos sabemos que la extravagancia no es lo tuyo —el CEO estaba haciendo tiempo para irse, seguramente quiere enterarse del chisme por sus propios medios
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