Las Delicias era la Hacienda más hermosa que jamás haya visto. La amaba con todo mi ser. Por desgracias, había pasado mucho tiempo desde la última vez que había estado a este lugar. Se había deteriorado un poco, pero seguía siendo espléndida, su encanto no había disminuido ni un instante. Era una construcción al estilo colonial español. Tiene tres pisos. En la entrada hay un hermoso jardín lleno de flores silvestres y árboles frondosos. En la parte trasera hay un terraza al aire libre. Luego...están las plantaciones de café y cacao. También hay un río. Recuerdo que él y yo nos divertimos muchísimo en ese río.
No puedo evitar volver a sentirme mal. Muy mal. Mi vida...mi vida era perfecta. Él se encargó de destruirla. Lo odio.
Llegamos a la terraza al aire libre. Hay varias mesas con invitados muy distinguidos. Hay también en el centro una mesa cubierta de postres y refrigerios. Una banda toca música muy alegre y las personas se ven muy animadas conversando mientras que otras parejitas bailaban felices.
Pude ver a mi prima a lo lejos. Dios...era aún más hermosa que cuando solo tenía dieciséis años, mi tía Clotilde estaba a su lado, aún conservaba algo de encanto. Estaban conversando con quienes serían si mal no recuerdo los Martínez, nuestros vecinos más cercanos. No ví a mi Tomasa. Alexander me dijo que hoy salió porque debía visitar a un familiar suyo en el poblado de los trabajadores. Ella volverá hoy...lo sé. La veré en la noche. De eso estoy segura.
Cuando los invitados nos vieron llegar detuvieron cualquier tipo de actividad y posaron sus ojos sobre mí. Sé que me estaban inspeccionando de arriba a abajo. Tantos años con los burgueses y nobles europeos me habían servido para forjarme nervios de acero. Mi gusto se había refinado mucho. Portaba sobre mi cuerpo un vestido sencillo pero hermoso, color rosa,y, por el rostro de mis invitados pude darme cuenta que esta moda no había llegado aún aquí.
Él sonríe y toma una copa con vino. Me entrega otra mientras pasa una de sus manos de manera muy cariñosa por mi espalda baja. Yo no pierdo mi sonrisa...pero de pronto tengo ganas de vomitar. Él laza su copa.
—Queridos vecinos y gente de bien de Veracruz, les hemos invitado hoy para celebrar la llegada de mi querida esposa Abigahil de España, luego de haber concluido con notas muy satisfactorias su educación en una de las instalaciones para señoritas más prestigiosas de toda Europa. Son muchas las palabras y poco el tiempo que tengo para expresar todo el regocijo que me inunda al tener una vez más a mi bella esposa a mi lado.
"Hipócrita" ''Mentiroso"
Era lo único que mi mente decía mientras trataba de mantener una sonrisa estúpida en mi rostro, fingiendo que me conmovian toda esa sarta de mentiras. Puedo ver a las personas como sonríen y se sienten conmovidos con el discurso del desgraciado de mi esposo.
—¡Sin más! Los invito a levantar su copa, y brindar por su salud y bienestar.
Todos brindan a mi nombre, yo levanto al igual que todos mi copa y tomo un largo sorbo del costoso vino tinto para no estallar. Él se separa de mí luego de sonreírme y se acerca a unos invitados para saludarlos. Yo me quedo en el mismo lugar. No tengo ganas de hablar.
—¡Abi!
Alzo mi vista del suelo. Mi tía Clotilde junto a mi prima se acercaron para darme un fuerte abrazo entre lágrimas. Sé que mi tía paterna me quiere de verdad, cosa que no sabría decir de mi prima.
—¡Estás hermosa!
Dice mi tía luego de darme un fuerte abrazo. Me mira sonriendo entre lágrimas.
—Gracias tía. Hola Constanse¿Cómo has estado?
Pregunto a mi prima sosteniendo con ambas manos las mi tía.
—Muy bien ¡Vaya! Veo que has dejado de lado las coletas y...vestidos de niña. ¡Está radiante!
—Gracias prima, tú también estás más hermosa desde la última vez que nos vimos.
Seguidamente nos abrazamos pero esta vez fue más corto el abrazo.
El resto de la tarde transcurrió muy rápido. Al caer la noche estaba exhausta. Hablar con tantas personas a la vez había sido muy agotador y más fingiendo una felicidad que no tenía. Él no se apartó un instante de mi lado. Pude ver la cara de Constanse cómo trataba de discimular sus celos. Pero sé qué él no se apartó de mi lado por miedo a que alguien comentara algo fuera de...lugar.
Imbécil. Cómo si no supiera todo de él.
—Nos quedaremos esta noche aqui, mañana volvemos a la ciudad.
Alexander irrumpe en la sala donde estaba tomando algo de té.
—Me parece perfecto.
Él no dice nada y yo sólo pido a Dios que no esté pensando nada más que en las habitaciones que vamos a ocupar cada uno.
—Bien, Clotilde y Constanse ya están instaladas en uno de los cuartos de huéspedes de la segunda planta. yo dormiré en una habitación de la tercera, sólo faltas tú.
"Gracias Dios"
- Yo ocuparé la habitación de mi padre.
- ¿Estás segura?
- Si ¿Algún problema?
- No es sólo que... No importa. Llamaré a alguien para que lo prepare.
- Llama a Tomasa.
Le digo casi en un susurro. Tomando mi té y mirando sus ojos azules. Él me mira un instante en silencio pero no pone peros a mi orden. Así que me instalo en la habitación que una vez perteneció a mis padres. Era la que más me gustaba de toda la Mansión debido al balcón que daba a la enorme terraza al aire libre y, cómo se encontraba en el segundo piso,podías ver con facilidad el océano a lo lejos. Escucho a Tomasa entrar a la habitación. Yo me encuentro sentada en uno de los bancos del balcón. Tomasa al verme oprime un grito de alegria. Yo me incorporo y corro a sus brazos. La abrazo por largo tiempo en silencio, entre lágrimas y nostalgia. Tomasa era más que mi Nana, ella había sido mi segunda madre cuando mi mamá falleciera al yo nacer. Tomasa había cuidado de mi y me dió todo el amor que un niño pueda desear.
- Pe...pe...pero mi niña que linda tu esta'.
-Tomasa, no sabes lo que te he extrañado. No sé cómo soporté tanto tiempo sin tí.
-Mi niña¿Pa' qué volviste? Esto aquí no está fácil.
-¿Por qué? ¿Alexander los maltrata?
- No, no niña. Él es un buen patrón. Es sólo...
-Sólo ¿Qué? Tomasa.
- El niño Ale es un hombre buen moso, las mujeres le llueven niña Abi.
- Por supuesto, sin hablar de mi prima.
- ¡Niña Abi! Eso ni lo diga ni en el pensamiento.
-¿Por qué?¿ Acaso no es un secreto a voces?
- Uste' sabe que estos alrededores son pequeños, y la gente habla. Pero nunca se ha probao' na'.
- Por favor Tomasa. Les compró una Mansión en la ciudad. Él las acompaña a todas las fiestas y Constanse con veintisiete años no se ha casado aún, y sé que por falta de pretendientes no ha sido.
- Por eso mi niña ¿Por qué volviste?
Uste' estaba bien en España.- No Tomasa, yo no puedo estar bien hasta que ese hijo de puta pague por todo lo que me hizo. Él engañó a mi padre moribundo de tuberculosis para que le dejara todo lo que era mío por derecho. Lo odio Tomasa, lo odio con todo mi ser, me retuerce las entrañas el sólo pensar que está bajo mi techo.
- Pero mi niña ¿Qué vas a hacer? Él es su esposo ante Dios y el mundo.
Cuando Tomasa dijo esta frase me contuve un instante. Me levanté del banco y respire por varios segundos el aire de la noche. Trago en seco, sólo puedo ver a lo lejos el mar.
- Él no es mi esposo Tomasa y tengo cómo probarlo.
- Abi, ahora no entiendo.
Me volteo y me arrodillo ante ella. Busco sus ojos.
- Tomasa, soy virgen.
- ¿Qué?
- Soy virgen, Alexander y yo jamás consumamos el matrimonio.
Tomasa me mira incrédula. No podía creer lo que estaba escuchando. Yo aún estaba arrodillada frente a ella.—¿Qué...? Pero...sé que su papá te casó muy niña.—Así es, con trece años.—Y sé además, cómo fuí testigo de la unión que había una cláusula en el contrato matrimonial que Alexander no podía tocarte ni un pelo hasta que cumpliera la mayoría de edad.—Exacto. Y...si mal no recuerdas, él me echó hacia Europa al mes de casarnos.—Niña Abi, él se preocupaba por su educación. Él la envío a estudiar.—¡Mentira! ¡Mentira Tomasa! Él me echó de mi hogar porque le molestaba, porque para él había sido sólo un contrato.Siento las lágrimas en mis ojos. No respiro bien. Sólo puedo ver el suelo arrodillada ante mi nana. Sólo podía llorar en silencio. Ella toma mi barbilla y alza mi cabeza delicadamente para buscar mis ojos. Me mira con tristeza.—Yo pensé en alguno de sus viajes por Europa, él había ido a verla y... Ya sabe.—Otra sarta
No sabía qué hacer. No quiero que sospeche de mis intenciones, pero tampoco quiero estar con él.Miro sus ojos molesta.—Si el caso es que me quieres tener vigilada, no hay problema, yo me voy con ustedes.Trato de levantarme de mi asiento, pero su mano me detiene. Incluso su tacto me quemaba¡Dios lo desprecio! Él termina de fumar y me mira confundido por mi actitud.—Mi intención no es molestarte Abigahil, sólo que eres mi esposa y quería pasar tiempo contigo.Sus palabras me atravesaban cómo dagas. No quería su compañía, no quería su presencia en mi vida. Esposa...¿Cómo se atreve en mencionar esa palabra frente a mí? Sonrío un poco.—No es necesario Alexander, yo estoy bien. Si quieres verme puedes venir todos los días, pero he estado lejos por mucho tiempo, mi propia familia es una extraña para mí. Por favor, dame tiempo.Con la poca fuerza que me queda tomé su mano y lo miré a los ojos, él suspiró y en señal de rendición tomó
Me doy un largo baño antes del baile. Tomasa preparó una tina con pétalos de rosas, mis favoritas. Luego, me preparo con ayuda de ella. Entro en mi vestido rojo sangre y arregla mi largo cabello rubio en un peinado semisuelto, dejandolo recogido delante y cayendo el resto de mi cabello en mi espalda hasta mis glúteos. Mis senos se ven redondos y apetitosos y mi cintura luce aún más estrecha de lo que normalmente es gracias al corsé rojo también. Mis orejas y cuello son adornados por rubíes. Mi maquillaje es sencillo, pero resalta mis ojos.Cuando Lady Marion llega eran pasadas las 9:00 p.m.—Por lo visto, la puntualidad no es tu fuerte Lady.—Mis disculpas My Lady. Está hermosa.—Gracias, usted igual.Tomasa toma mi mano antes de subir al coche. Me ruega porque me quede a su lado, pero rechazo la oferta y le pido sólo su bendición.Las Delicias queda a unos veinte minutos de la ciudad, así que vamos muy rápido.—¿Le puedes decir a tu c
La habitación de Alexander era enorme, tenía una gran cama cubierta por pieles exóticas y muy costosas, había una chimenea enfrente con piezas de caza sobre esta en la pared.No sé para qué quería una chimenea, Veracruz era bastante calurosa, tal vez por estética, sin embargo, lo que más llamó mi atención, fue el gran balcón con vista al mar. Me pierdo en la imponente vista y dejo que la brisa del mar me despeine y envuelva. Luego de unos minutos siento que cierran la puerta del dormitorio y escucho a Alexander que comienza a desvestirse. No pude evitar sentirme un poco nerviosa, luego, no escucho nada...—¿Vas a quedarte ahí parada toda la noche?Sus cercanía me hace dar un sobresalto, me volteo y se encontraba a unos escasos centímetros de mí.Llevaba sólo un pantalón blanco que se veía bastante cómodo para dormir.—No, sólo esperaba a que te cambiaras de ropa y...—¿Y?—Y me dijeras dónde piensas dormir.—En mi cama.
Llego a la Iglesia pasadas la una. Mi tía me había obligado a comer algo antes de salir. No me encontré con Alexander antes de salir de la casa, por suerte para mí. Mi prima nos acompañó a almorzar y luego fue a visitar una de sus tantas amigas.La Iglesia estaba poco concurrida, así que el Padre Alfredo nos atiende nada más entrar. Mi tía habla con él un rato y finalmente le entrega sus donaciones.—Gracias hija, su caridad siempre es bien recibida.—Por nada Padre, mire.Dice mi tía presentándome.—Ella es Abigahil de Amery, mi sobrina.—Acaso, acaso es... ella.El Padre no me había reconocido antes, pero ahora que escuchaba mi nombre, estoy segura que si lo hizo. Recordó a la niña de trece años que casó aquí mismo hace diez años atrás.—Abigahil de Amery. Eres toda una mujer.—Gracias Padre.Le sonrió al anciano mientras me bendice.—¿Has venido a acompañar a tu tía?—De hecho Padre... venía a con
Melissa me invitó a tomar el té en su Mansión cerca del mar. Era una casa muy pintoresca, pero a la vez sofisticada. Su terraza terminaba en el mar, eso era lo que más amaba de esta casa, recuerdo de niña muchas veces que fuimos castigadas por mojar nuestros costos outfits con agua salada. Melissa tenía mi mismo carácter, salvaje y espontáneo por eso ella...y Alexander habían sido mis pocos amigos de la infancia.Habían pasado varias semana desde la última vez que nos reencontramos fuera de la Iglesia, desde entonces había permanecido en mi hogar Las Delicias y aunque Alexander la vasitaba con regularidad varias veces por semana para controlar los cultivos de tabaco y cacao, no nos habíamos encontrado. Honestamente, yo lo evitaba.Melissa me espera en la terraza. Vestía un hermoso vestido blanco sin mangas que dejaba ver la blancura de su piel. Ella me ve y corre a abrazarme.—Hola. Pensé por un momento que no volvería a verte.Me dice sosteniendo mis manos c
Bien, por dónde comienzo. Mejor por el principio...no mejor por el final. Dios, aún estoy muy borracha.Estoy en un carruaje de camino a Las Delicias, si se lo preguntan, si, estoy con mi esposo. Él se encuentra sentado frente a mí, en silencio. De seguro seguía molesto, aunque no lo sabía, no me había dirigido palabra alguna desde que salimos de casa de Melissa y Renato.Alexander... Alexander entró en casa de mi amiga, me tomó por el brazo con cara de pocos amigos en silencio,me cubrió con su abrigo, se despidió de Rodrigo y Melissa con un gesto de cabeza, algo así como :"No me hables, estoy muy molesto" y salió como alma que se lleva el viento. Me subió al carruaje de alquiler que los trajo a él, Renato y a" las señoritas"y le ordenó al cochero que nos llevara a Las Delicias.Asi que estaba aquí, encerrada en este pequeñito,diga
A la mañana siguiente me levanto temprano. Tenía un fuerte dolor de cabeza. Al parecer tenía eso que a muchas personas le pasa cuando beben demaciado¿Cómo se llamaba? A si, resaca.Le pido a Tomasa tomar el desayuno en la habitación,tomo un poco de agua y me siento a escribir en mi diario. Es algo que comencé a hacer en el internado, me relajaba y me hacía sacar todos esos pensamientos que no podía decir en voz alta, aunque siendo sincera,hoy me sentía bien. Me sentía llena de vida, me sentía mejor. Esa discusión había demorado demasiado. Ahora,me sentía ligera como una pluma.Mi diario lo tenía bien escondido,no podía darme el lujo de que alguien lo descubriera. Nunca lo escribía en compañía de alguien más; por tanto ni tan siquiera Tomasa sabía de su existencia. Termino de escribir con tinta sus páginas y lo guardo.Pasada la mañana llamo a Tomasa. Ella me prepara un baño y me ayuda a vestirme. Sabía por su semblante que explotaría en cualquier momento si no a