La habitación de Alexander era enorme, tenía una gran cama cubierta por pieles exóticas y muy costosas, había una chimenea enfrente con piezas de caza sobre esta en la pared.
No sé para qué quería una chimenea, Veracruz era bastante calurosa, tal vez por estética, sin embargo, lo que más llamó mi atención, fue el gran balcón con vista al mar. Me pierdo en la imponente vista y dejo que la brisa del mar me despeine y envuelva. Luego de unos minutos siento que cierran la puerta del dormitorio y escucho a Alexander que comienza a desvestirse. No pude evitar sentirme un poco nerviosa, luego, no escucho nada...
—¿Vas a quedarte ahí parada toda la noche?
Sus cercanía me hace dar un sobresalto, me volteo y se encontraba a unos escasos centímetros de mí.
Llevaba sólo un pantalón blanco que se veía bastante cómodo para dormir.—No, sólo esperaba a que te cambiaras de ropa y...
—¿Y?
—Y me dijeras dónde piensas dormir.
—En mi cama.
Llego a la Iglesia pasadas la una. Mi tía me había obligado a comer algo antes de salir. No me encontré con Alexander antes de salir de la casa, por suerte para mí. Mi prima nos acompañó a almorzar y luego fue a visitar una de sus tantas amigas.La Iglesia estaba poco concurrida, así que el Padre Alfredo nos atiende nada más entrar. Mi tía habla con él un rato y finalmente le entrega sus donaciones.—Gracias hija, su caridad siempre es bien recibida.—Por nada Padre, mire.Dice mi tía presentándome.—Ella es Abigahil de Amery, mi sobrina.—Acaso, acaso es... ella.El Padre no me había reconocido antes, pero ahora que escuchaba mi nombre, estoy segura que si lo hizo. Recordó a la niña de trece años que casó aquí mismo hace diez años atrás.—Abigahil de Amery. Eres toda una mujer.—Gracias Padre.Le sonrió al anciano mientras me bendice.—¿Has venido a acompañar a tu tía?—De hecho Padre... venía a con
Melissa me invitó a tomar el té en su Mansión cerca del mar. Era una casa muy pintoresca, pero a la vez sofisticada. Su terraza terminaba en el mar, eso era lo que más amaba de esta casa, recuerdo de niña muchas veces que fuimos castigadas por mojar nuestros costos outfits con agua salada. Melissa tenía mi mismo carácter, salvaje y espontáneo por eso ella...y Alexander habían sido mis pocos amigos de la infancia.Habían pasado varias semana desde la última vez que nos reencontramos fuera de la Iglesia, desde entonces había permanecido en mi hogar Las Delicias y aunque Alexander la vasitaba con regularidad varias veces por semana para controlar los cultivos de tabaco y cacao, no nos habíamos encontrado. Honestamente, yo lo evitaba.Melissa me espera en la terraza. Vestía un hermoso vestido blanco sin mangas que dejaba ver la blancura de su piel. Ella me ve y corre a abrazarme.—Hola. Pensé por un momento que no volvería a verte.Me dice sosteniendo mis manos c
Bien, por dónde comienzo. Mejor por el principio...no mejor por el final. Dios, aún estoy muy borracha.Estoy en un carruaje de camino a Las Delicias, si se lo preguntan, si, estoy con mi esposo. Él se encuentra sentado frente a mí, en silencio. De seguro seguía molesto, aunque no lo sabía, no me había dirigido palabra alguna desde que salimos de casa de Melissa y Renato.Alexander... Alexander entró en casa de mi amiga, me tomó por el brazo con cara de pocos amigos en silencio,me cubrió con su abrigo, se despidió de Rodrigo y Melissa con un gesto de cabeza, algo así como :"No me hables, estoy muy molesto" y salió como alma que se lleva el viento. Me subió al carruaje de alquiler que los trajo a él, Renato y a" las señoritas"y le ordenó al cochero que nos llevara a Las Delicias.Asi que estaba aquí, encerrada en este pequeñito,diga
A la mañana siguiente me levanto temprano. Tenía un fuerte dolor de cabeza. Al parecer tenía eso que a muchas personas le pasa cuando beben demaciado¿Cómo se llamaba? A si, resaca.Le pido a Tomasa tomar el desayuno en la habitación,tomo un poco de agua y me siento a escribir en mi diario. Es algo que comencé a hacer en el internado, me relajaba y me hacía sacar todos esos pensamientos que no podía decir en voz alta, aunque siendo sincera,hoy me sentía bien. Me sentía llena de vida, me sentía mejor. Esa discusión había demorado demasiado. Ahora,me sentía ligera como una pluma.Mi diario lo tenía bien escondido,no podía darme el lujo de que alguien lo descubriera. Nunca lo escribía en compañía de alguien más; por tanto ni tan siquiera Tomasa sabía de su existencia. Termino de escribir con tinta sus páginas y lo guardo.Pasada la mañana llamo a Tomasa. Ella me prepara un baño y me ayuda a vestirme. Sabía por su semblante que explotaría en cualquier momento si no a
Rodrigo Salazar era mi primo. Pero era más que eso. Era mi aliado, mi mano derecha. No podíamos ser vistos juntos. Desde que llegué a Veracruz mi encuentro con mi primo había sido retrasado debido a que no sabía hasta donde podía confiar en los trabajadores de la hacienda. Había sido sabia. Por eso mi amistad con Melissa había sido enviada por los mismos angeles.No sé nada más de mi querido esposo luego de aquella cena. Ahora solo estaba concentrada en continuar con mi plan. Para mi tranquilidad. El libro estaba perfecto. Intachable diría yo. El muy cabrón sabía sumar y restar. Prácticamente mi patrimonio estaba intacto. Sólo me molestaba la soberbia cantidad de dinero que mi prima gastaba en lujosas telas importadas de la India al igual que en sus clases de etiqueta,piano,pintura y equitación. Sin mencionar las joyas o el piano traído de Francia o su pura sangre árabe. Pero bueno, eso era un tema que mejor dejaba para otro momento. Ahora sólo me importa volver a ver a mi que
Me quedo en silencio procesando la información. Mi mente pensaba a mil por segundo.-¿Cuándo fue que la perdiste?- Ayer. Estaba sobre mi escritorio, no sé cómo pudo perderse.- Dijiste que fue robada.- Bueno, si robada...Rodeo su escritorio y me paro frente a él. Él me mira desde abajo, con los ojos bien abiertos.- Me estás mintiendo. Quiero saber exactamente qué carajos hacía mi carta sobre tu escritorio cuando te la entregué hace semanas y has tenido tiempo suficiente para haberla enviado a su destino.-No había tenido tiempo de enviarla.- Perfecto, ahora enviarás esta y harás una nueva explicando por qué quiero anular mi matrimonio.- No es tan simple Abigahil este es un proceso que puede llevar años . Cómo puedes estar tan segura que serás virgen cuando el tribunal eclesiástico te llame para mostrar tus pruebas.- Del tiempo y de mi virginidad me encargo yo. Tú solo debías aprobar mi solicitud y enviarla a los trib
Melissa entra a mi habitación. Me encuentra sentada en el suelo entre cristales rotos y humedad. Ella no dice palabra alguna. Sólo me abraza. Sabía lo que necesitaba. No dice palabra alguna tampoco cuando sale de la habitación y luego vuelve con algunas empleadas que limpian mi desastre. Ahora ella peina mis cabellos mojados. Está en silencio, sé que no hablará primero.-¿Alexander?Pregunto con un hilo de voz.- Se fue.- ¿Dijo algo?Ella niega con la cabeza.- No. Solo entró sin mirarnos tan siquiera, subió las escaleras... luego volvió a bajar y se fue. Creo que ni notó la presencia mía o la de Rodrigo.Trago en seco.- Me besó.Ella toma mi cara para que la mire fijamente. Mira mis ojos en silencio buscando respuestas.-¿Te gustó?- No.- Mientes.No puedo hablar. Un nudo en mi garganta me lo impide.- Estás jugando con fuego Abigahil. Te vas a quemar.- Aquí no pasará nada, conseguir
¡Felicidad! Esa es la palabra que describe mi vida en estos momentos.Estoy sentada en el jardín principal de mi hogar bajo un árbol frondoso. Tomo té con alcohol aunque son solo las diez de la mañana. Es lo bueno de estar casada y que tu esposo se encuentre a miles de kilómetros lejos. Puedes hacer lo que te dé la gana sin ser regañada. Excepto por Tomasa claro que no para de decirme cuan incorrectas son mis acciones. Pero ya estoy acostumbrada a oír lo mismo todos los días.Me acompañan Melissa y Tomasa, la cual se gana unas cuantas miradas negativas de los trabajadores blancos que comenzaron la remodelación de mi hogar. Montón de racistas, esa mujer debería estar nadando en oro como se merece por darme amor y cuidar de mí. Si fuera por mí, no trabajaría nunca más. Pero ella comienza con su cantaleta que quiere hacer esto o aquello y al final, siempre termina trabajando.Ya han pasado casi tres semanas desde que Alexander se fue. Por lo menos ahora tenía un respi