¡Felicidad! Esa es la palabra que describe mi vida en estos momentos.
Estoy sentada en el jardín principal de mi hogar bajo un árbol frondoso. Tomo té con alcohol aunque son solo las diez de la mañana. Es lo bueno de estar casada y que tu esposo se encuentre a miles de kilómetros lejos. Puedes hacer lo que te dé la gana sin ser regañada. Excepto por Tomasa claro que no para de decirme cuan incorrectas son mis acciones. Pero ya estoy acostumbrada a oír lo mismo todos los días.
Me acompañan Melissa y Tomasa, la cual se gana unas cuantas miradas negativas de los trabajadores blancos que comenzaron la remodelación de mi hogar. Montón de racistas, esa mujer debería estar nadando en oro como se merece por darme amor y cuidar de mí. Si fuera por mí, no trabajaría nunca más. Pero ella comienza con su cantaleta que quiere hacer esto o aquello y al final, siempre termina trabajando.
Ya han pasado casi tres semanas desde que Alexander se fue. Por lo menos ahora tenía un respi
BofetadaConstanse se toca el rostro que ahora está rojo por mi mano.- Óyeme bien Costanse de Amery, en lo que te queda de vida me vuelvas a tocar¿Me oyes? Me vuelves a tocar y te destruyo a tal punto que las putas del burdel del puerto tendrán mejor reputación que tú.- ¡Deberías agradecerme!Ella llora-¡Yo fui la que convenció a Alexander que aceptara el trato de tu padre! Le dije que si terminamos en la ruina sería por su culpa, por no ayudar a tu padre ¡Gracias a mí hoy tienes esposo!Cierro los ojos para obtener un poco más de paciencia. Inhalo y exhalo.- Bien, tenemos un punto. Ya aceptaste que yo soy la que tengo marido.- Debí dejar que te casaran con cualquier desgraciado que te violara siendo una niña.Ahora soy yo quien la golpea. Sentía rabia, odio, decepción ¿Cómo era posible que una persona de tu misma sangre fuera tan cruel? ¿Cómo era posible que tu propia familia te odiara tanto?No me basta con una simpl
Lady Reseentor nos invitó a mi tía y a mí a tomar el té. Esta invitación no me molestara tanto de no ser por el hecho que ha intentado de una forma u otra saber qué pasó entre mi prima y yo. Veracruz es pequeña y los chismes se esparcen como polvo en el viento. Constanse había estado alejada por varias semanas de su vida en sociedad. Ahora haría su aparición triunfal en una fiesta que, curiosamente coincidía con mi fiesta de cumpleaños ¿Casualidad? No lo creo.Ella me había declarado la guerra.Quería ganarse la simpatía de la burguesía porteña y ponerla en mi contra. Por suerte, siempre logro desviar la conversación en otra dirección no me interesa nada que tenga que ver con mi prima.Había recibido respuestas de todas las personas que invité a mi cumpleaños reafirmando su presencia en ella y con eso me bastaba para ser feliz.—Bueno... Muchas personas hablan de tu fiesta de cumpleaños Abigahil.Lady Reseentor está muy emocionada con mi fiesta, es mañan
—¡No!¡No!¡No! Todo está mal ¡Todo!Tomasa y yo estamos sentadas en una esquina del salón de baile.Mi taza de té llena de agua ardiente mientras observo como mi amiga tiene un cuarto ataque de nervios en tan solo una mañana.Tomasa me arrebata la taza y bebe un trago.Yo alzo mi ceja sorprendida.—¿Qué? Si no bebo me voy a volver loca.Río divertida.—¡Abi! Diles que todo está mal las estatuas no son en esa posición. Ellas van detrás de los candelabros.Mi amiga señala a los decoradores.—Está todo mal.—¡Ven! Lo dice la anfitriona.Ellos en silencio hacen lo que mi amiga les ordena.Melissa se acerca, me arrebata mi taza y bebe todo su contenido.—Debí traer más tazas de té.A este paso, terminaríamos ebria
Él está parado al otro extremo del salón. Viste completamente de negro. Tiene una máscara, pero sé quién es.Mis pies no responden a mi cerebro. Ellos tienen vida propia. Mi corazón bombea con mayor fuerza. Mis piernas caminan en dirección recta a su encuentro. Él hace lo mismo. Las personas se encuentran rodeando el salón. Nadie reconoce la canción. Yo si. Nadie baila. Nadie pisa el salón de baile.Nadie sabe que yo comencé a componer esa canción con tan solo diez años de edad. Nadie sabe que mi padre me prohibió tocar el piano. Mi padre era un hombre muy machista. Él decía que las mujeres no debían saber hacer esas cosas. Pero él no estaba de acuerdo. Él me ayudó a terminarla a espaldas de mi padre. Esa canción sería tocada el día que me casara. El día que me casara por amor. Por verdadero amor.El salón está alumbrado por miles de velas. Los invitados están en silencio. Puedo sentir sus miradas una vez más sobre mí. Sobre nosotros.Él se encuentra pa
PetrificadaAsí es como me encuentro en estos instantes. La dama frente a mí jamás la había visto antes en toda mi vida, ella afirmaba ser la madre de mi aún esposo. No saludo primeramente, me quedo sin palabras. Melissa se encuentra en mi mismo estado.-¿Te pasa algo bonita?La dama me pregunta con suma dulzura y yo me siento culpable por ser tan mal educada.-¡No! Lo siento. Es que su hijo no me dijo que vendría.Ella sonríe. Ahora que ríe. Se parece mucho a Alexander. Ya se de donde heredó su maldita belleza.- Lo sé, yo lo obligé a traerme. Quería conocerte en persona.-¿Conocerme?¿A mí?Ella asienta con la cabeza.- Si. Quería conocer a la mujer que tiene tan desesperado a mi hijo.Melissa me mira confundida. Yo estoy igual de sorprendida. No entiendo absolutamente nada. No entiendo de qué está hablando esta mujer. Tal vez Alexander no le ha dicho la verdad. Tal vez ella no sabe la verdad naturaleza de nuestra relación
¡Dios! Pensé que no se irían nunca. Estoy exhausta. Melissa despide a los últimos invitados de la noche.Cuando todos se han ido nos desplomamos en uno de los enormes sofás.- No siento mis pies Abi.- Me duele tanto la cabeza que creo que va a explotar.-¿Abi?- Qué - Digo con mis ojos cerrados.- Me cae bien tu suegra.Abro los ojos rápidamente. Mierda. Amanda.He estado tan pendiente a la fiesta que la olvidé por completo. Me levanto rápidamente del sofá y subo las escaleras lo más rápido que puedo. Llego a la segunda planta y abro con cuidado la puerta. Ella duerme tranquilamente, el doctor Serrano le administró un calmante. Yo me detengo un instante a mirarla. Ella es hermosa. Me pregunto qué se sentirá tener una madre. Debe ser increíble. Debe ser lindo tener a alguien que te quiera a pesar de tus errores y defectos, que piense en tí a pesar de estar lejos. No puedo entender a Constanse. Ella no tiene mi dinero, no tiene
Mis ojos no ven nada. La oscuridad se traga todo. La habitación es fría y vacía.-¿Abigahil? ¿Estás bien?Él me pregunta en la oscuridad.-Si estoy bien.¿Cómo estás tú?- Igual.Al cabo de unos minutos mis ojos se acostumbraron a la oscuridad. Ahora podía ver lo que me rodea. La habitación está vacía. Sólo en una esquina hay unos cuantos muebles que estaban ahí para ser botados.Alexander trata de mover algunas vigas de la entrada pero estas son muchas y muy pesadas. Él camina en dirección a las ventanas clausuradas y prácticamente a puño limpio abre una. Ahora tenía mayor visibilidad.Sentimientos voces.-¿Qué ha pasado Bill?- Escucho a Tomasa.-No lo sé, escuché un ruido fuerte y subí a investigar.-¿Qué fue ese ruido?- Ahora es mi tía.-¡Dios casi me muero del susto!- Melissa, tan dramática cómo siempre.-¡Bill! ¡Bill!- Grita Alexander.-¡Tomasa!¡Melissa!¡Estamos aquí!-Grito yo desespera
Cierro mi puerta con fuerza tras de mí.- Estúpida, estúpida, estúpida.Me digo a mí misma delante del espejo.-¡Estúpida!¡Estúpida!¡Estúpida! golpeo mis mejillas con mis manos.Por un instante,por un mísero instante lo pierdo todo. Por cuestiones de segundos hubiera caído en su juego. En sus sucios y rastreros juegos. Los recuerdos del momento vuelven a mi mente. La sensación de sus manos en todo mi cuerpo se siente dentro de mi piel. Toco mis labios recordando el sabor de sus besos. Respiro con dificultad.-¿Abi?Me volteo. Melissa me mira con preocupación. Mira mis mejillas rojas, mis labios hinchados y mi cabello desordenado.-¿Qué pasó?No digo una palabra. No puedo, el nudo en mi garganta crece cada vez más, las lágrimas comienzan a acumularse en mi lagrimal. Estiro mis brazos como una invitación. Ella corre hacia mí y me abraza.-Ya no puedo más Melissa. Ya no, ya no puedo más. Te juro yo no quiero Melissa, no quiero volve