Jeremiah meditaba en las palabras que Jong le había pronunciado momentos antes de abandonar su hogar. Su amigo le informó de la promesa de Joseph de devolver todo el dinero que había tomado y, además, le confesó que Geoffrey era más astuto de lo que pensaba, por lo que sería prudente vigilarlo de cerca si quería descubrir sus planes. Esta revelación alertó a Jeremiah, quien reflexionaba constantemente sobre el asunto. Se sentía frustrado por no haber reconocido las intenciones de su tío desde el principio.Jamás había imaginado que su tío, por culpa de la avaricia, codiciaría algo que en realidad no le pertenecía. Aunque había sido de gran ayuda para su abuelo Malcom, este nunca lo había incluido en su testamento. En realidad, el sesenta por ciento de las acciones le pertenecían a él, mientras que el otro cuarenta por ciento recaía en Dylan. Sin embargo, Dylan nunca había mostrado interés en el negocio, por lo que su padre Geoffrey había asumido su papel.Estaba claro que su tío no se
Aquella mañana, Nora recibió una llamada de su jefe, quien le encargó preparar la comida debido a la llegada de unos invitados especiales a la mansión. No tardó en llegar a la residencia, donde el vigilante le permitió el acceso al enorme jardín, que siempre encontraba fascinante a pesar de haberlo visto varias veces.Aquél día se había despertado de buen humor, tal vez debido a que su pequeña hija la acompañaba y no había soltado su mano desde que salieron de casa.No tuvo más opción que llevarla con ella, ya que el jardín de infancia al que asistía Zoe estaba siendo remodelado y estaría cerrado durante al menos dos semanas. Aunque Sofía se había ofrecido a cuidar a la niña, surgieron problemas familiares inesperados y tuvo que regresar a la ciudad. Despedirse de ella por segunda vez después de haber pasado unos días juntas entristeció a Nora, pero entendió que la familia de Sofía la necesitaba. Sin embargo, Zoe todavía no comprendía por qué su tía se había ido. Desde que se enteró d
Jeremiah soltó un chasquido.—Estoy seguro de que nos debe gustar al menos una misma cosa a los dos.Ella negó, convencida de que no había nada en común entre ellos, eran muy diferentes en todos los sentidos y eso era evidente.—Eso sería imposible.—¿Por qué? —su pregunta parecía tener otro significado—. Yo creo que no lo es.Lo miró fijamente, dándose cuenta repentinamente de lo cerca que estaban, a pesar de lo espaciosa que era la cocina. El aire empezó a faltar y Nora sintió su cuerpo tensarse ante la cercanía de Jeremiah.—P-por... —balbuceó, sintiendo cómo su corazón latía rápido al darse cuenta de que él se estaba acercando peligrosamente a ella. Bajó la mirada hacia el suelo, nerviosa—. ¿Q-qué hace?Jeremiah tomó uno de los delantales negros que estaba en los cajones de arriba y se apartó de Nora.—Te ayudaré —respondió él.—¿A cocinar? —cuestionó ella, observando cómo él se colocaba el delantal.—¿A qué si no? También me gusta cocinar —se encogió de hombros —. ¿Al final si te
Sus miradas no se apartaron, en ese preciso momento, los dos ya no podían seguir ignorando lo que ocurría entre ellos. Cuando estaban juntos todo lo demás quedaba en un segundo plano. Era como si el tiempo se detuviera a su alrededor. La conexión entre ellos era tangible, poderosa.Nora se sentía nerviosa, sus manos temblaban ligeramente por la tensión del momento. Jeremiah no quería presionarla, ni mucho menos hacerla sentir incómoda. Pero temía estropear el momento al decir o hacer algo fuera de lugar, por ello se mantuvo callado y decidió dar el paso. Tomó su mentón y se acercó cautelosamente a Nora, sin desviar la mirada de ella. Sus rostros estaban a meros centímetros de distancia. El latir de sus corazones resonaba en el silencio de la habitación, creando una sinfonía única y vibrante. Nora sintió una cálida brisa de emoción recorriendo su cuerpo mientras Jeremiah acariciaba suavemente su mejilla. Cada roce de sus dedos desataba una corriente eléctrica, haciendo que su piel s
—Antes de mudarme a Brooklyn, vivía con mi hermana y cuñado. Ellos llevaban varios años casados e intentaron tener hijos, pero lamentablemente ambos eran estériles. No aguantaba ver a mi hermana llorar todas las noches, ya habían perdido la esperanza de tener un bebé. Había abortado dos veces y las posibilidades de quedar embarazada eran nulas —relató, sintiendo las lágrimas acumularse en sus ojos, pero las contuvo, no quería llorar frente a Jeremiah—. Investigé las posibilidades de quedar embarazada a través de la inseminación, y después de varios análisis de sangre, se llevó a cabo el procedimiento. Todavía recuerdo la felicidad que inundó el rostro de mi hermana al enterarse de que tendrían un hijo, una niña que crecería en un hogar lleno de amor de sus padres. Pero las circunstancias cambiaron, y luego de la muerte de Irena y Oliver, tuve que asumir la responsabilidad de mi hija.Jeremiah guardó silencio por unos segundos, reflexionando sobre las palabras de Nora. Habían caído com
Esta vez en un suave beso que sellaba el comienzo de algo nuevo. El mundo a su alrededor desapareció mientras se sumergían en ese beso cargado de deseo y anhelo.El tiempo se detuvo para ellos en ese momento, y fue en ese beso donde encontraron la confirmación de sus sentimientos. Se separaron lentamente, pero sin alejarse demasiado, queriendo estar cerca el uno del otro.Jeremiah acarició el rostro de Nora con ternura, maravillándose de poder tenerla tan cerca. Ella sonrió, contagiándolo con su propia alegría y dejando atrás cualquier rastro de enojo que pudo haber sentido.—Nora, anhelo explorar lo que hay entre nosotros y descubrir la felicidad en conjunto —susurró Jeremiah, acercándose lentamente a ella para sellarlo con un nuevo beso.No obstante, Zoe irrumpió en la habitación a toda prisa y se detuvo en seco al descubrir a su madre junto a Jeremiah. Frunció el ceño, evidenciando su descontento al verlo allí. Se adelantó hacia ellos, con los brazos en jarras, y preguntó en un ton
Después de la cena, los Beckham se retiraron del comedor, disculpándose con Nora por no poder quedarse unos minutos más con ellos. Sin embargo, estaban exhaustos por el largo viaje y ansiaban recuperar sus energías. Katherine se despidió cariñosamente con un beso en la mejilla, un gesto que tomó a Nora desprevenida. Era una mujer afectuosa y lo había demostrado esa noche. A diferencia de su esposo Luca, quien solo hablaba cuando era necesario y se dedicaba a disfrutar de la cena.—La comida ha sido exquisita, gracias —habló Jeremiah una vez que se quedaron a solas con Nora.Zoe se había quedado dormida y apenas había probado bocado, lo cual preocupó a su madre, pensando que quizás estaba enferma o algo por el estilo. Pero la verdad es que la niña se había comido un dulce que le había ofrecido Katherine.—Todo se debe a ti, tienes un talento innato para la cocina, ¿sabes? —dijo ella, a lo que Jeremiah respondió con una divertida negación.—Te sorprendería descubrir mis otros talentos,
Al cabo de un rato, Nora se dirigía a la clínica de fertilidad dónde había llevado a cabo su procedimiento de inseminación hace algunos años atrás. Mientras caminaba por la acera, no puedo evitar pensar en todo lo que estaba sucediendo en su vida. Esta había dado un cambio drástico, y por una vez en todos los años estaba sintiendo que era feliz. Zoe se había quedado con Jeremiah, quién le había dicho que no tenía problema en cuidarla mientras ella estaba en la clínica. Nora le agradeció y prometió volver enseguida.Pensó en lo que había sucedido horas antes, y se sonrojó al rememorar los recuerdos de aquel beso. Jeremiah era un hombre increíble, y se sentía la mujer más afortunada del mundo. Sin embargo, también estaban esos pensamientos negativos que le decían que esa felicidad era momentánea y pronto iba a despertar del sueño.—¿Nora?—una voz la sacó de su ensimismamiento.El Chef se encontraba a metros de ella, mirándola con curiosidad. Llevaba una barba insipiente y su aspecto no