Esta vez en un suave beso que sellaba el comienzo de algo nuevo. El mundo a su alrededor desapareció mientras se sumergían en ese beso cargado de deseo y anhelo.El tiempo se detuvo para ellos en ese momento, y fue en ese beso donde encontraron la confirmación de sus sentimientos. Se separaron lentamente, pero sin alejarse demasiado, queriendo estar cerca el uno del otro.Jeremiah acarició el rostro de Nora con ternura, maravillándose de poder tenerla tan cerca. Ella sonrió, contagiándolo con su propia alegría y dejando atrás cualquier rastro de enojo que pudo haber sentido.—Nora, anhelo explorar lo que hay entre nosotros y descubrir la felicidad en conjunto —susurró Jeremiah, acercándose lentamente a ella para sellarlo con un nuevo beso.No obstante, Zoe irrumpió en la habitación a toda prisa y se detuvo en seco al descubrir a su madre junto a Jeremiah. Frunció el ceño, evidenciando su descontento al verlo allí. Se adelantó hacia ellos, con los brazos en jarras, y preguntó en un ton
Después de la cena, los Beckham se retiraron del comedor, disculpándose con Nora por no poder quedarse unos minutos más con ellos. Sin embargo, estaban exhaustos por el largo viaje y ansiaban recuperar sus energías. Katherine se despidió cariñosamente con un beso en la mejilla, un gesto que tomó a Nora desprevenida. Era una mujer afectuosa y lo había demostrado esa noche. A diferencia de su esposo Luca, quien solo hablaba cuando era necesario y se dedicaba a disfrutar de la cena.—La comida ha sido exquisita, gracias —habló Jeremiah una vez que se quedaron a solas con Nora.Zoe se había quedado dormida y apenas había probado bocado, lo cual preocupó a su madre, pensando que quizás estaba enferma o algo por el estilo. Pero la verdad es que la niña se había comido un dulce que le había ofrecido Katherine.—Todo se debe a ti, tienes un talento innato para la cocina, ¿sabes? —dijo ella, a lo que Jeremiah respondió con una divertida negación.—Te sorprendería descubrir mis otros talentos,
Al cabo de un rato, Nora se dirigía a la clínica de fertilidad dónde había llevado a cabo su procedimiento de inseminación hace algunos años atrás. Mientras caminaba por la acera, no puedo evitar pensar en todo lo que estaba sucediendo en su vida. Esta había dado un cambio drástico, y por una vez en todos los años estaba sintiendo que era feliz. Zoe se había quedado con Jeremiah, quién le había dicho que no tenía problema en cuidarla mientras ella estaba en la clínica. Nora le agradeció y prometió volver enseguida.Pensó en lo que había sucedido horas antes, y se sonrojó al rememorar los recuerdos de aquel beso. Jeremiah era un hombre increíble, y se sentía la mujer más afortunada del mundo. Sin embargo, también estaban esos pensamientos negativos que le decían que esa felicidad era momentánea y pronto iba a despertar del sueño.—¿Nora?—una voz la sacó de su ensimismamiento.El Chef se encontraba a metros de ella, mirándola con curiosidad. Llevaba una barba insipiente y su aspecto no
—El padre de Zoe es un donante anónimo. Decidí tener un hijo por mi cuenta, sin un compañero —respondió Nora con tranquilidad, notando la sorpresa en la expresión de Elliot.—Wow, eso es... valiente. No muchas personas estarían dispuestas a hacer eso. Nora asintió con gratitud ante el elogio de Elliot. Aunque no le había dicho la razón por la que había elegido tener un hijo.—Fue una decisión difícil, pero no me arrepiento. Zoe es lo mejor que me ha pasado en la vida y no cambiaría nada —agregó con una sonrisa melancólica. Mientras tanto, Elliot reflexionaba sobre las palabras de Nora. Jamás se habría imaginado que una mujer tan joven como ella estuviera tan segura de su decisión. Minutos más tarde, salieron de la cafetería entrando a la clínica donde cada uno tomaría diferentes direcciones.—Nora, agradezco mucho tu compañía y siento mucho haberte interrumpido con mis problemas Nora sonrió y le dio un abrazo rápido.—No, Elliot. Significa mucho para mí poder ayudar de alguna form
Jeremiah, sentado en su despacho, intentaba concentrarse en su trabajo mientras Zoe, la curiosa niña, comenzaba a explorar el lugar. No era ningún secreto que Jeremiah no era precisamente fanático de los niños, ya que encontraba su energía desbordante y su inquietud interminable como un constante desafío a su paciencia. Sin embargo, se había ofrecido a cuidar de Zoe para que Nora pudiera completar algunos asuntos pendientes.Pero había tardado tanto y ya comenzaba a impacientarse. Mientras intentaba concentrarse en su tarea, Jeremiah podía escuchar los pasos de Zoe acercándose cada vez más a su despacho. La curiosidad de la niña era evidente y no tardó en comenzar a husmear en cada rincón de la habitación. Las preguntas no paraban de fluir, interrumpiendo constantemente su concentración.—Jeremiah, ¿qué es esto? —preguntó Zoe señalando un retrato en la pared.—Es una pintura que me regaló mi abuelo —respondió Jeremiah, tratando de mantener la calma.—¿Y por qué tienes tantos libros?
La tormenta arreció implacable contra los cristales del local, esparciendo su furia por las calles de la ciudad. El frío se aferraba a cada rincón, desolando las calles desiertas. No había señales de vida afuera, haciendo la vista más deprimente. Ajeno a todo ello, Elliot perdía la mirada en el horizonte, sumergido en un mar de pensamientos, inmune al tintineo de la campanilla que anunciaba la llegada de un nuevo visitante.Sin embargo, no se trataba de la persona que esperaba.Repasó internamente las palabras que debía decir, pero parecía más complicado pronunciarlo en voz alta.¿Cómo reaccionaría Jeremiah cuando supiera que era su hermano? ¿Le creería? Un suspiro se escapó de sus labios, nervioso de enfrentarse a la realidad de su vida. Había esperado por ese momento, pero jamás imaginó que sería en esa circunstancia.Por otro lado, Jeremiah apresuró el paso bajo el manto grisáceo de nubes plomizas que parecían dibujar el escenario perfecto para un encuentro trascendental. Las call
Jeremiah caminaba con paso seguro por el lujoso bar, rodeado de hombres y mujeres que exudaban riqueza y poder. Mientras se adentraba en el local, pudo divisar a su madre sentada en una mesa apartada al fondo. A su lado, se encontraba el señor Russell, un magnate de la industria, y a su vez, el padre de su ex novia, Jane.Cuando se acercó a ellos, el señor Russell se levantó con una sonrisa cálida y extendió sus brazos en un gesto amistoso.—¡Jeremiah! Qué alegría verte. Ha pasado mucho tiempo.Jeremiah apenas pudo contener su incomodidad, siempre se había sentido torpe y desapegado al mostrar afecto hacia los demás.—Señor Russell, es un placer. Sí, ha pasado bastante tiempo —dijo separándose de aquel efusivo abrazo, y luego miró a su madre—. Hola mamá.Besó su mejilla.—¿Por qué nos hiciste esperar tanto, cariño? —reprochó Sussan—. Giovanni tenía tantas ganas de verte.—Oh no, descuida. Lo importante es que ya está aquí con nosotros —habló el señor Russell.La mirada de Jeremiah se
Nora se encontraba sumida en sus quehaceres domésticos, dedicándose a limpiar a fondo su hogar durante el fin de semana. Cuando de pronto, el timbre sonó anunciando que alguien había llegado. Se dirigió a la puerta y al abrirla, Nora se quedó petrificada al ver a Jeremiah frente a ella. Observó su atuendo desordenado y se sintió incómoda por la imagen que debía dar. Vestía una ramera blanca holgada y unos shorts desgastados, reflejo de su actitud relajada en casa. Sin saber qué hacer, pasó una mano por su cabello desprolijo intentado aplacar su melena castaña. —Hola, Nora —saludó él luciendo perfectamente vestido en un traje negro que le quedaba como un guante.Sus ojos lo recorrieron de pies a cabeza, sintiéndose abrumada por el perfume que emanaba su jefe.—H-hola, ¿Qué haces aquí? No sabía que vendrías —apenas fue capaz de pronunciar, tratando de parecer relajada.—Disculpa, no te avisé. Quería verte —confesó dedicándole una mirada profunda que la dejó sin aliento. Pero Nora se r