Horas más tarde, Jeremiah bajó del auto y rápidamente rodeó el vehículo para abrirle la puerta a Nora. La tomó de la mano, gesto que le sorprendió pero no comentó nada al respecto. Juntos se dirigieron al restaurante ubicado en el centro de la ciudad. El lugar era conocido por la alta calidad de sus platos de mar, y era frecuentado por muchas personas adineradas de la ciudad.Una vez en el restaurante, fueron recibidos por una elegante camarera quien los condujo a la mesa reservada para ellos. El lugar rebosaba de lujo y elegancia, y Nora se sintió un tanto nerviosa al ser el centro de atención al entrar tomada de la mano de Jeremiah, un hombre conocido por todos allí.Mientras tanto, a metros de ellos, se hallaba Sam, una de las empleadas más indiscretas del hotel Beaumont. La mujer había hecho una reservación para sus tíos, quienes se quedaban en la ciudad. A diferencia de su familia, ellos solían darse el lujo de costear frecuentemente lugares como aquel restaurante. Y en esa ocasi
Nora, tras llevar a su hija al jardín de infantes, decidió tomar un taxi para llegar a tiempo al trabajo. Una vez que se bajó del automóvil, se dirigió hacia el hotel y subió hasta el segundo piso, donde se encontraba el área de cocina. Al entrar, se percató de que sus compañeros estaban reunidos, murmurando entre ellos. Movida por la curiosidad, se acercó para averiguar de qué se trataba, pero una de sus compañeras, Hellen, la vio y abrió los ojos sorprendida, lo que provocó que los demás guardaran silencio al voltear y encontrarse con la presencia de Nora.—Buenos días —saludó Nora, intentando romper con la extraña tensión que se había instalado en el ambiente—. Eh ¿Qué... Sucede? Preguntó, sin embargo, los demás la miraban de forma extraña, lo que hizo que Nora se cuestionara si había algo en su rostro o si su ropa estaba arrugada. Pero la razón de las miradas de desaprobación y asombro de sus compañeros era el rumor que Sam, había estado esparciendo. Sam había contado a todos qu
Pero sus palabras parecieron evaporarse en el aire, sin encontrar eco alguno. Sabía que cualquier intento por defenderse sería en vano, porque las apariencias eran más fuertes que la verdad. Sam había creado una historia que había calado hondo en el corazón de sus compañeros, y Nora se veía atrapada en medio de ese torbellino de rumores y juicios.Justo en el momento en que se disponía a hablar y explicarles a sus compañeros lo que realmente había pasado entre ella y Jeremiah, Jong llegó en ese preciso instante e interrumpió con una noticia importante.—Buenos días —saludó con una sonrisa en el rostro y luego dirigió su mirada hacia la castaña—. Nora, ¿Tienes unos minutos? Jeremiah necesita hablar contigo, es urgente.Nora se sintió aún más ansiosa y nerviosa al escuchar esto, preguntándose qué era lo que Jeremiah tendría que decirle y cómo afectaría aún más su ya complicada situación.Con el peso de la mirada de todos sobre ella, Nora decidió que no podía permitir que las opiniones d
Los días parecían transcurrir rápidamente para Nora mientras recordaba. Había pasado una semana desde que se había encargado del departamento de cocina mientras Elliot no estaba. No había sido fácil para ella dirigir a todo el personal del hotel por sí sola, quienes la veían como inferior debido a su poco tiempo trabajando allí. Era inevitable sentirse sola durante el almuerzo, cuando todos se sentaban juntos y la evitaban.Lo que realmente le dolía a Nora eran los comentarios hirientes que tenía que escuchar de sus compañeros de trabajo, especialmente de Sam. La pelirroja no dejaba de mencionar frente a los demás lo oportunista que era Nora por ocupar un puesto más alto que ellos a pesar de ser nueva en el hotel.Aunque Nora había defendido a Sam para que el director no la despidiera por lo que había hecho, ella no mostraba ningún agradecimiento y hacía que la labor de Nora fuera cada día más difícil. No disfrutaba viendo cómo los demás habían formado una opinión falsa sobre ella sin
Sheyla observaba por la ventana mientras su padre conducía, minutos atrás había perdido el hilo de la conversación que mantenía su primogénito. Este se dio cuenta del desinterés de su hija, y decidió cambiar de tema.—¿A qué lugar quieres ir este año? —preguntó mirándola de reojo.—No lo sé, supongo que no tengo uno en mente —murmuró Sheyla y se encogió de hombros.—¿Vas a estar así toda la noche? —le reprochó su padre cansado de su comportamiento—. Cambia ese semblante, por favor.—¿Quieres que finja una sonrisa? —lo miró.Su padre negó.—No estoy diciendo que debas aparentar que te agrada, pero al menos deberías actuar como una mujer adulta y comportarte delante de Sussan —exigió con dureza provocando un bufido de parte de su hija.—Bien.Al llegar a la mansión, Sheyla se propuso ser lo más amable posible con la señora Sussan, aunque seguía desconfiando de la mujer. Necesitaba averiguar qué intenciones tenía con su padre.—Hola, linda. Adelante, bienvenida a mi humilde morada —la in
Sussan quedó asombrada por la escena que presenció. Quedó impactada al ver la mano de su hijo entrelazada con la de aquella desconocida mujer. Sus ojos se agrandaron cuando notó la presencia de la niña detrás de ellos, asustada por la presencia de extraños en el comedor.—Madre, es un placer verte —expresó Jeremiah sin moverse de su posición.—Lamentablemente no puedo decir lo mismo, querido. Aún no me has explicado qué hacen ellas aquí —lanzó sin rodeos, cruzando los brazos sobre su pecho.Nora podía sentir la intensidad de la mirada que la atravesaba. Cargada de intriga y desconfianza, sabía que la madre de Jeremiah probablemente no aprobaría la relación que tenían.—Oh, sí, por supuesto. Ella es Nora, mi novia —reveló, acercándola hacia su cuerpo.—¿Tu novia? —repitió Sussan, soltando una risa burlona—. Pensé que no tenías intenciones de tener una relación. ¿Cómo puedes explicar esto?—Tienes razón, no estaba en mis planes abrirle espacio al amor. Pero resulta que esta vez hice una
—Hola —dijo Sheyla, haciendo que Nora volteara a mirarla—. No sé si me recuerdas, trabajo en la clínica de fertilidad.Sheyla mostró su fotografía con el uniforme azul para que Nora pudiera acordarse. Los ojos de Nora se ampliaron llenos de sorpresa.—Oh, sí. Eres la enfermera que estaba en el consultorio ese día —dijo Nora, asintiendo.—Soy Sheyla, por cierto— se presentó sonriente.—Nora, es un placer —dijo Nora y extendió su mano para estrecharla con la de la muchacha.—Desde hace semanas he querido conseguir tu número, pero no lo encontré en los registros de la clínica. La verdad es que necesitaba contactarme contigo cuanto antes.La preocupación se instaló en el rostro de Nora.—Debe ser muy urgente, ¿no? —la miró expectante—. Dime ¿qué ocurre?Antes que Sheyla pudiera hablar, el sonido de una campanilla inundó la habitación. Ambas dirigieron la vista hacia Sussan, quien sostenía una copa en sus manos llamando la atención de los presentes.Sheyla se levantó de la silla para ir a
Al día siguiente, Nora se dirigía a una de las cafeterías más concurridas. Ese día se había despertado más temprano de lo habitual para llevar a Zoe a la guardería, aunque la niña había insistido en acompañarla, su madre se negó. Consideró de suma seriedad lo que Sheyla necesitaba decirle, y por eso no le pareció adecuado que su hija estuviera presente.Al entrar en el local, varios pares de ojos se posaron en Nora, lo que la hizo sentir incómoda al llamar tanto la atención. Se preguntó si no había escogido la mejor vestimenta y si estaba fuera de lugar con aquel lujoso abrigo que le había regalado Jeremiah. La verdad era que no estaba segura de si debía usarlo o no ese día, pero no tenía otra opción ya que en su armario no había otro abrigo abrigado que la protegiera del frío otoñal.Cohibida, se dirigió hacia la mesa al final del local, pasando al lado de varios hombres que la observaban sin disimulo. Nora apretó su bolso con fuerza mientras sentía las miradas clavadas en su espalda