Jeremiah soltó un chasquido.—Estoy seguro de que nos debe gustar al menos una misma cosa a los dos.Ella negó, convencida de que no había nada en común entre ellos, eran muy diferentes en todos los sentidos y eso era evidente.—Eso sería imposible.—¿Por qué? —su pregunta parecía tener otro significado—. Yo creo que no lo es.Lo miró fijamente, dándose cuenta repentinamente de lo cerca que estaban, a pesar de lo espaciosa que era la cocina. El aire empezó a faltar y Nora sintió su cuerpo tensarse ante la cercanía de Jeremiah.—P-por... —balbuceó, sintiendo cómo su corazón latía rápido al darse cuenta de que él se estaba acercando peligrosamente a ella. Bajó la mirada hacia el suelo, nerviosa—. ¿Q-qué hace?Jeremiah tomó uno de los delantales negros que estaba en los cajones de arriba y se apartó de Nora.—Te ayudaré —respondió él.—¿A cocinar? —cuestionó ella, observando cómo él se colocaba el delantal.—¿A qué si no? También me gusta cocinar —se encogió de hombros —. ¿Al final si te
Sus miradas no se apartaron, en ese preciso momento, los dos ya no podían seguir ignorando lo que ocurría entre ellos. Cuando estaban juntos todo lo demás quedaba en un segundo plano. Era como si el tiempo se detuviera a su alrededor. La conexión entre ellos era tangible, poderosa.Nora se sentía nerviosa, sus manos temblaban ligeramente por la tensión del momento. Jeremiah no quería presionarla, ni mucho menos hacerla sentir incómoda. Pero temía estropear el momento al decir o hacer algo fuera de lugar, por ello se mantuvo callado y decidió dar el paso. Tomó su mentón y se acercó cautelosamente a Nora, sin desviar la mirada de ella. Sus rostros estaban a meros centímetros de distancia. El latir de sus corazones resonaba en el silencio de la habitación, creando una sinfonía única y vibrante. Nora sintió una cálida brisa de emoción recorriendo su cuerpo mientras Jeremiah acariciaba suavemente su mejilla. Cada roce de sus dedos desataba una corriente eléctrica, haciendo que su piel s
—Antes de mudarme a Brooklyn, vivía con mi hermana y cuñado. Ellos llevaban varios años casados e intentaron tener hijos, pero lamentablemente ambos eran estériles. No aguantaba ver a mi hermana llorar todas las noches, ya habían perdido la esperanza de tener un bebé. Había abortado dos veces y las posibilidades de quedar embarazada eran nulas —relató, sintiendo las lágrimas acumularse en sus ojos, pero las contuvo, no quería llorar frente a Jeremiah—. Investigé las posibilidades de quedar embarazada a través de la inseminación, y después de varios análisis de sangre, se llevó a cabo el procedimiento. Todavía recuerdo la felicidad que inundó el rostro de mi hermana al enterarse de que tendrían un hijo, una niña que crecería en un hogar lleno de amor de sus padres. Pero las circunstancias cambiaron, y luego de la muerte de Irena y Oliver, tuve que asumir la responsabilidad de mi hija.Jeremiah guardó silencio por unos segundos, reflexionando sobre las palabras de Nora. Habían caído com
Esta vez en un suave beso que sellaba el comienzo de algo nuevo. El mundo a su alrededor desapareció mientras se sumergían en ese beso cargado de deseo y anhelo.El tiempo se detuvo para ellos en ese momento, y fue en ese beso donde encontraron la confirmación de sus sentimientos. Se separaron lentamente, pero sin alejarse demasiado, queriendo estar cerca el uno del otro.Jeremiah acarició el rostro de Nora con ternura, maravillándose de poder tenerla tan cerca. Ella sonrió, contagiándolo con su propia alegría y dejando atrás cualquier rastro de enojo que pudo haber sentido.—Nora, anhelo explorar lo que hay entre nosotros y descubrir la felicidad en conjunto —susurró Jeremiah, acercándose lentamente a ella para sellarlo con un nuevo beso.No obstante, Zoe irrumpió en la habitación a toda prisa y se detuvo en seco al descubrir a su madre junto a Jeremiah. Frunció el ceño, evidenciando su descontento al verlo allí. Se adelantó hacia ellos, con los brazos en jarras, y preguntó en un ton
Después de la cena, los Beckham se retiraron del comedor, disculpándose con Nora por no poder quedarse unos minutos más con ellos. Sin embargo, estaban exhaustos por el largo viaje y ansiaban recuperar sus energías. Katherine se despidió cariñosamente con un beso en la mejilla, un gesto que tomó a Nora desprevenida. Era una mujer afectuosa y lo había demostrado esa noche. A diferencia de su esposo Luca, quien solo hablaba cuando era necesario y se dedicaba a disfrutar de la cena.—La comida ha sido exquisita, gracias —habló Jeremiah una vez que se quedaron a solas con Nora.Zoe se había quedado dormida y apenas había probado bocado, lo cual preocupó a su madre, pensando que quizás estaba enferma o algo por el estilo. Pero la verdad es que la niña se había comido un dulce que le había ofrecido Katherine.—Todo se debe a ti, tienes un talento innato para la cocina, ¿sabes? —dijo ella, a lo que Jeremiah respondió con una divertida negación.—Te sorprendería descubrir mis otros talentos,
Al cabo de un rato, Nora se dirigía a la clínica de fertilidad dónde había llevado a cabo su procedimiento de inseminación hace algunos años atrás. Mientras caminaba por la acera, no puedo evitar pensar en todo lo que estaba sucediendo en su vida. Esta había dado un cambio drástico, y por una vez en todos los años estaba sintiendo que era feliz. Zoe se había quedado con Jeremiah, quién le había dicho que no tenía problema en cuidarla mientras ella estaba en la clínica. Nora le agradeció y prometió volver enseguida.Pensó en lo que había sucedido horas antes, y se sonrojó al rememorar los recuerdos de aquel beso. Jeremiah era un hombre increíble, y se sentía la mujer más afortunada del mundo. Sin embargo, también estaban esos pensamientos negativos que le decían que esa felicidad era momentánea y pronto iba a despertar del sueño.—¿Nora?—una voz la sacó de su ensimismamiento.El Chef se encontraba a metros de ella, mirándola con curiosidad. Llevaba una barba insipiente y su aspecto no
—El padre de Zoe es un donante anónimo. Decidí tener un hijo por mi cuenta, sin un compañero —respondió Nora con tranquilidad, notando la sorpresa en la expresión de Elliot.—Wow, eso es... valiente. No muchas personas estarían dispuestas a hacer eso. Nora asintió con gratitud ante el elogio de Elliot. Aunque no le había dicho la razón por la que había elegido tener un hijo.—Fue una decisión difícil, pero no me arrepiento. Zoe es lo mejor que me ha pasado en la vida y no cambiaría nada —agregó con una sonrisa melancólica. Mientras tanto, Elliot reflexionaba sobre las palabras de Nora. Jamás se habría imaginado que una mujer tan joven como ella estuviera tan segura de su decisión. Minutos más tarde, salieron de la cafetería entrando a la clínica donde cada uno tomaría diferentes direcciones.—Nora, agradezco mucho tu compañía y siento mucho haberte interrumpido con mis problemas Nora sonrió y le dio un abrazo rápido.—No, Elliot. Significa mucho para mí poder ayudar de alguna form
Jeremiah, sentado en su despacho, intentaba concentrarse en su trabajo mientras Zoe, la curiosa niña, comenzaba a explorar el lugar. No era ningún secreto que Jeremiah no era precisamente fanático de los niños, ya que encontraba su energía desbordante y su inquietud interminable como un constante desafío a su paciencia. Sin embargo, se había ofrecido a cuidar de Zoe para que Nora pudiera completar algunos asuntos pendientes.Pero había tardado tanto y ya comenzaba a impacientarse. Mientras intentaba concentrarse en su tarea, Jeremiah podía escuchar los pasos de Zoe acercándose cada vez más a su despacho. La curiosidad de la niña era evidente y no tardó en comenzar a husmear en cada rincón de la habitación. Las preguntas no paraban de fluir, interrumpiendo constantemente su concentración.—Jeremiah, ¿qué es esto? —preguntó Zoe señalando un retrato en la pared.—Es una pintura que me regaló mi abuelo —respondió Jeremiah, tratando de mantener la calma.—¿Y por qué tienes tantos libros?