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5. Abrazada Por Un Desconocido

—No quiero que discutamos esta noche, no de nuevo. Solo disfrutemos de nuestra compañía y mañana conversamos, ¿vale?  —dijo Irena entre su pecho.

—Lo siento cariño, perdóname por todo —murmuró Oliver al darse cuenta lo mucho que les estaba afectando a ambos aquella situación —. Yo...

—Shhh, mañana hablamos —interrumpió ella colocando un dedo en sus labios.

Oliver asintió y acercó su rostro al de Irena, la besó con ternura, demostrando lo mucho que la amaba. Por otro lado, Nora observaba a la pareja desde la puerta de su habitación, escondida para no arruinar la reconciliación de su hermana y cuñado.

Sonrió contenta antes de cerrar la puerta y entrar a su dormitorio dándole privacidad. Irena y Oliver decidieron salir a cenar fuera de casa, querían pasar un tiempo en pareja para conversar mejor. Antes de irse le dijeron a Nora que no tardarían en regresar pronto, sin embargo no fue así.

Las manecillas del reloj se movían lentamente, marcando las diez de la noche.

Nora se encontraba en la sala, aguardando por la llegada de Irena y Oliver. Había encendido la televisión para no sentirse tan sola en aquella enorme casa, y al ir cambiando de canal dio con el programa de noticias que solía ver. De pronto su mirada se quedó fija en la pantalla, mientras las noticias anunciaban con pesar el lamentable accidente que había ocurrido horas antes en una de las construcciones que Oliver supervisaba.

Su corazón comenzó a latir con fuerza cuando entre las imágenes mostradas, reconoció el coche donde su hermana y cuñado se habían ido.

—Según los bomberos han sido encontrados dos fallecidos y tres con vidas pero están en un estado crítico. Aún no se ha revelado la identidad de los afectados pero aseguran que se trata de una pareja que estaba en el lugar del incidente... —informó la reportera continuando con la noticia pero Nora no fue capaz de escuchar más.

Su mente se llenó de inquietudes, ¿qué habría pasado?, ¿Era posible que fueran ellos? Intentó comunicarse con Irena, pero su llamada fue en vano. Preocupada y angustiada, marcó el número de Oliver, pero el resultado fue el mismo, la línea se mantenía ocupada.

El temor se apoderó de ella y decidió salir en su búsqueda, sin importar cuán lejos tuviera que ir para encontrarlos. ¿Estaría su familia bien? ¿Sería solo una coincidencia que el coche que salía en la televisión fuera el mismo donde iban su hermana y su cuñado?

Tenía un mal presentimiento. Nora salió de la casa con el corazón latiendo frenéticamente, detuvo un taxi y le indicó al conductor hacia el lugar que vio en las noticias.

Siguió intentando comunicarse con Irena y Oliver aunque seguían sin atender a sus llamadas. Al llegar al sitio bajó apresurada del taxi encontrando a varias personas que parecían querer saber lo que había ocurrido. Estaban los paramédicos, bomberos e incluso la policía se hallaba allí prohibiendo el paso hacia la entrada de la casa que aún se encontraba en construcción.

Nora se adentró entre las personas tratando de averiguar quienes habían sido los fallecidos.

—Disculpe oficial, ¿me podría decir qué ha ocurrido? —inquirió Nora al reparar en uno de los policías que tenía cerca.

—La construcción se ha venido abajo mientras el encargado estaba dentro junto a su esposa. Los han encontrado sin vida —dijo sin darle más detalles.

—¿Saben quiénes eran? —indagó Nora esperando no escuchar lo que tanto temía.

—Lo siento señorita, no podemos darle esa información —respondió el oficial de policía.

Nora soltó un resoplido sintiéndose cada vez más frustrada. Sin embargo, a medida que pasaban los minutos, ella podía ver cómo los paramédicos llevaban a cabo su trabajo sacando a los afectados uno por uno. Algunos salían en camillas, y otros eran trasladados en ambulancias.

Entonces, Nora vio algo que le paralizó el corazón. Una de las personas cubiertas con la tela blanca llevaba una pulsera plateada en la mano. Reconoció esa pulsera al instante, era la misma que le había regalado Irena el día de su boda.

Su corazón se detuvo por un instante.

Sin importarle el riesgo, Nora se abrió paso entre las personas y fue corriendo hacia la camilla. Y allí estaba, debajo de la tela blanca que cubría su cuerpo inmóvil, estaba su hermana mayor, Irena. Nora se arrodilló a su lado, llorando y lamentándose por la pérdida. Tomó la mano de Irena sintiendo el frío de su piel, mientras sollozaba de dolor.

—¡Irena! —la llamó pero no despertaba —. Por favor hermana, abre los ojos...

Nora estaba llorando sin consuelo, su voz se ahogaba en sollozos mientras abrazaba el cuerpo silencioso de su hermana. No podía creer lo que estaba sucediendo, era una pesadilla de la que no podía despertar. Irene había sido su compañera en la vida, su confidente, su mejor amiga, y ahora estaba allí, inerte e incapaz de responder a sus llamados.

—Señorita, no puede estar en esta área, debe retirarse —ordenó un paramédico tratando de apartarla.

Pero Nora parecía no escucharlo debido al estado de shock en el que se encontraba. Jeremiah apareció de repente en medio del caos, acercándose rápidamente a ella y la tomó por el brazo, arrastrándola lejos de aquel lugar. A pesar de que Nora se resistió, intentando quedarse junto a su hermana, Jeremiah la llevó enérgicamente hacia su auto estacionado a unos metros del lugar, ignorando los intentos desesperados de la joven por liberarse.

Nora lloraba desconsolada mientras era arrastrada por Jeremiah, incapaz de aceptar que acababa de perder a su amada hermana y cuñado. Su cuerpo estaba temblando por la tensión y el dolor, y ella se aferraba a su esperanza de que en algún momento volvería a estar junto a su querida hermana.

Finalmente, después de sacarla de entre las personas que estaban allí, Jeremiah llevó a Nora a una zona tranquila y aislada, alejada del ruido y del caos de aquel sitio. Se detuvo frente a ella, mirándola con compasión mientras parecía decidir qué decirle. Nora, por su parte, se mantenía temblorosa e inestable, con el corazón roto y el alma vacía.

—No puede ser posible, ¡¿Por qué ellos?! —exclamaba en lamentos mientras se abrazaba a sí misma.

Jeremiah se percató del pequeño bulto que sobresalía de la camisa holgada de Nora, dándose cuenta de embarazo de la joven.

—Lamento lo que pasó, y entiendo que sea una noticia difícil de asimilar en este momento. Pero si no intentas calmarte le hará daño al bebé —emitió él señalando su barriga.

Nora, aunque no estaba segura cómo sentirse en ese momento tan triste, asintió débilmente, dejando que sus lágrimas inundaran su rostro. Había perdido a su hermana, y en ese momento, nada más parecía importar. Jeremiah la abrazó con fuerza, tratando de consolarla, pero Nora apenas podía sentir su presencia. Todo lo que quería era recuperar a su hermana y sentir su abrazo amoroso una vez más.

En su lugar, recibía el rodeo efusivo de un desconocido que sin saber era el padre del bebé que llevaba en su vientre.

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