Nora llevó a su hija al living del hotel, que quedaba ubicado en el cuarto piso del edificio. Estaba arriesgando su empleo al haber traído a la niña a aquel lugar donde solo podían estar los empleados y huéspedes. Sin embargo, al no ver a nadie allí, le pidió el favor al chef Elliot que la ayudara a ocultar a la niña hasta que terminara su turno.—Este es un lugar seguro —dijo el chef luego de asegurase que no hubiera algún empleado cerca.Nora y Zoe cruzaron la estancia del living. Aquel lugar era un espacio amplio y confortable que invitaba al descanso y la relajación. La decoración era elegante y moderna, con una paleta de colores neutros y claros creando una atmósfera serena y acogedora. En el centro del ambiente se encontraba un sofá de gran tamaño y diseño sofisticado, con cojines suaves y mullidos que invitaban a sentarse y disfrutar de una buena conversación o leer un libro.A su alrededor también había varios muebles como butacas, mesas auxiliares y un mueble de TV. La ilumi
Zoe corrió por todo el living para no ser cargada por ninguno de los dos hombres de seguridad que intentaban alcanzarla. La niña se subió al sofá provocando que Jeremiah abriera los ojos desmesuradamente al ver lo que estaba haciendo en uno de sus sofá preferidos. —¡Oye niña! Bájate inmediatamente de allí —ordenó pero la pequeña siguió caminando encima del sofá.Los guardias reaccionaron rápidamente y comenzaron a rodear el sofá, intentando atrapar a Zoe sin dañar el mueble. La niña, con una sonrisa traviesa en el rostro, saltaba de un lado a otro, esquivando hábilmente sus intentos.—¡No me atrapan, no me atrapan! —decía la niña entre risas.Los dos hombres de seguridad no sabían que hacer al respecto, nunca antes habían estado en una situación parecida. Por otro lado, Jeremiah los miró enojado.—¡No se queden ahí parados! ¡Atrápenla! —gritó Jeremiah, frustrado por la falta de acción de los hombres de seguridad.Al ver que sus empleados no servían para nada, Jeremiah se acercó al s
—Es un ogro, ¿cómo ha podido despedirlos? —decían algunos, en desacuerdo.Por otro lado, Nora quién se encontraba en la cocina terminando de lavar los trastes, escuchó a uno de sus compañeros hablar del tema. —¿Los despidió? —preguntó Sam, sorprendida al igual que la mayoría.—Y eso no es todo, los ha insultado con sus palabras. Que humillante —agregó Leandro, uno de los meseros.—Vaya, que escándalo. De seguro le contarán a los medios lo que ha hecho el director —habló la chica más alta.El chef se percató de lo que estaban diciendo, y se acercó a ellos dispuesto a acabar con la conversación que tenían.—Sí es así, eso solo le concierne el señor Jeremiah —emitió Elliot haciendo que los tres se sobresaltaran al oírlo —. Aún sus turnos no han terminado, no es hora de estar hablando.—Sí señor —cada uno se fue por su lado.El chef ladeó la cabeza, observando a Nora quien rápidamente desvió la mirada al ser atrapada por él. Nora sintió intriga, quería conocer quien era ese director del
Jeremiah había tenido suerte esta vez, los reporteros lo dejaron en paz luego de explicarles la razón por el cual había despedido a esos dos hombres. Les habló de lo fundamentales que era tanto su dedicación y liderazgo para el éxito continuo del hotel y se comprometió a seguir trabajando arduamente para mantener su reputación impecable.Se encontraba sentado en su amplia y elegante oficina, rodeado de papeles y carpetas. Con una mirada concentrada en la pantalla de su laptop, mientras revisaba minuciosamente los informes financieros del hotel, asegurándose de que todo estuviera en orden.Sin embargo, algo logró captar su atención. En uno de los informes había cierta cantidad de dinero que no parecían ser el mismo que le había dado su tío Geoffrey.Estaba por revisar cuidadosamente aquel informe, pero su móvil sonó, interrumpiendo momentáneamente su tarea. Jeremiah levantó el celular y contestó la llamada del gerente de departamento.—¿Qué ocurre, Joseph? —Señor, necesito su aprobaci
—¿Quién eres? —fingió no reconocerla.Pero la verdad es que Jeremiah sí estaba al tanto de quién era la mujer frente a él.—Oh, creía que me recordaría... —murmuró más para si misma —. Bueno, me presento. Soy Nora, ayudante de cocina.Agregó esto último con una sonrisa tiritando de sus labios. —Ya veo —dijo Jeremiah dándole una rápida mirada a la mujer —. Puedes dejar la comida allí...Señaló la mesa de vidrio que se encontraba elegantemente ubicada cerca del amplio ventanal, permitiendo que la luz natural iluminara el espacio. Nora asintió con reverencia y se acercó a la mesa, colocando los platos encima de la mesa, haciendo lo que el director le había encomendado. Si hubiera sabido que su jefe era aquel hombre, de seguro no hubiera estado tan nerviosa por atender al director general del hotel Beaumont.Pero apenas y se enteraba que Jeremiah era el dueño de aquel majestuoso lugar.Concluida su labor, se encaminó hacia la puerta, lista para abandonar la oficina y dejar atrás aquel a
Sin previo aviso, la mujer dio media vuelta, revelando su rostro. Era Nora, la misma Nora que había estado fingiendo no reconocer. Se encontraba frente a Dylan, y lo miraba con una mezcla de expectación y cautela, esperando que él hablara.—¿Cómo has estado? —preguntó Dylan, tratando de romper el incómodo silencio que los rodeaba.Nora frunció el ceño y respondió con desdén. —¿Acaso te importa?Dylan sintió un nudo en el estómago al escuchar esas palabras. Quería explicarle cómo se sentía, expresarle todo el remordimiento que había sentido desde que se separaron. No quería perderla por completo, y deseaba al menos recuperar a su amiga.—Nora, claro que me importas. Todo este tiempo viví preocupado por ti —dijo Dylan con sinceridad, buscando conectar con ella nuevamente.Nora soltó una risa sarcástica y lo miró con incredulidad.—¿En serio? Pues tus acciones no parecían reflejar esa supuesta preocupación. Actuaste como un imbécil conmigo y eso no es algo que pueda olvidar fácilmente —
Nora caminaba junto a su hija hacia la guardería, mientras Zoe se aferraba a su mano con fuerza. La niña se sentía segura a su lado y no quería alejarse de su madre.—Mamá, no quiero ir a la guardería. Quiero quedarme contigo —dijo Zoe con un tono triste en su voz.—Oh, mi amor, entiendo que no quieras irte. Pero recuerda que es importante que vayas a la guardería para jugar con tus amigos, aprender cosas nuevas y divertirte — respondió Nora tratando de animarla pero su hija negó.—No tengo amigos —murmuró Zoe.—Ay cariño, ¿Por qué dices eso? —quiso saber su madre mirándola con atención.—Se burlan de mí porque no tengo papá, dice que no me quiere y por eso nunca vendrá a buscarme —emitió la niña en voz baja.El corazón de su madre se encogió al escucharla, detuvo su andar en medio de la calle desolada y se puso de cuclillas para estar a la altura de su pequeña.—Cariño, no es verdad lo que dicen. Eres una chica única y especial que llegó a mi vida dándole brillo y felicidad —dijo Nor
Ambos se dedicaron a lavar los trates mientras conversaban de temas triviales. Nora escuchaba atentamente a Elliot, enterándose en pocas horas muchas cosas sobre él. Era el único hijo de su padre, pero al parecer su madre había perdido a su hermano mayor años antes de que él naciera. Su pasión por la cocina había comenzado desde que era un niño, y aunque su padre al principio se opuso ahora lo apoyaba. Habló de la buena relación que mantenía con su madre, y lo afortunado que era de tenerla.Nora pudo ver lo unido que era el chef con su familia y fue inevitable no sentir algo de envidia.Ella había crecido sin padres y aunque la única figura materna que tuvo fue su hermana Irena, cuando falleció se sintió sola en el mundo. Pero la llegada de Zoe fue la compañía que necesitaba en esos momentos tan difíciles.Su hija era lo único que tenía y por ello la iba a proteger de cualquier peligro. No importa si debía arriesgar su vida para hacerlo.Mientras seguían lavando los platos, Nora deci