Jeremiah había tenido suerte esta vez, los reporteros lo dejaron en paz luego de explicarles la razón por el cual había despedido a esos dos hombres. Les habló de lo fundamentales que era tanto su dedicación y liderazgo para el éxito continuo del hotel y se comprometió a seguir trabajando arduamente para mantener su reputación impecable.Se encontraba sentado en su amplia y elegante oficina, rodeado de papeles y carpetas. Con una mirada concentrada en la pantalla de su laptop, mientras revisaba minuciosamente los informes financieros del hotel, asegurándose de que todo estuviera en orden.Sin embargo, algo logró captar su atención. En uno de los informes había cierta cantidad de dinero que no parecían ser el mismo que le había dado su tío Geoffrey.Estaba por revisar cuidadosamente aquel informe, pero su móvil sonó, interrumpiendo momentáneamente su tarea. Jeremiah levantó el celular y contestó la llamada del gerente de departamento.—¿Qué ocurre, Joseph? —Señor, necesito su aprobaci
—¿Quién eres? —fingió no reconocerla.Pero la verdad es que Jeremiah sí estaba al tanto de quién era la mujer frente a él.—Oh, creía que me recordaría... —murmuró más para si misma —. Bueno, me presento. Soy Nora, ayudante de cocina.Agregó esto último con una sonrisa tiritando de sus labios. —Ya veo —dijo Jeremiah dándole una rápida mirada a la mujer —. Puedes dejar la comida allí...Señaló la mesa de vidrio que se encontraba elegantemente ubicada cerca del amplio ventanal, permitiendo que la luz natural iluminara el espacio. Nora asintió con reverencia y se acercó a la mesa, colocando los platos encima de la mesa, haciendo lo que el director le había encomendado. Si hubiera sabido que su jefe era aquel hombre, de seguro no hubiera estado tan nerviosa por atender al director general del hotel Beaumont.Pero apenas y se enteraba que Jeremiah era el dueño de aquel majestuoso lugar.Concluida su labor, se encaminó hacia la puerta, lista para abandonar la oficina y dejar atrás aquel a
Sin previo aviso, la mujer dio media vuelta, revelando su rostro. Era Nora, la misma Nora que había estado fingiendo no reconocer. Se encontraba frente a Dylan, y lo miraba con una mezcla de expectación y cautela, esperando que él hablara.—¿Cómo has estado? —preguntó Dylan, tratando de romper el incómodo silencio que los rodeaba.Nora frunció el ceño y respondió con desdén. —¿Acaso te importa?Dylan sintió un nudo en el estómago al escuchar esas palabras. Quería explicarle cómo se sentía, expresarle todo el remordimiento que había sentido desde que se separaron. No quería perderla por completo, y deseaba al menos recuperar a su amiga.—Nora, claro que me importas. Todo este tiempo viví preocupado por ti —dijo Dylan con sinceridad, buscando conectar con ella nuevamente.Nora soltó una risa sarcástica y lo miró con incredulidad.—¿En serio? Pues tus acciones no parecían reflejar esa supuesta preocupación. Actuaste como un imbécil conmigo y eso no es algo que pueda olvidar fácilmente —
Nora caminaba junto a su hija hacia la guardería, mientras Zoe se aferraba a su mano con fuerza. La niña se sentía segura a su lado y no quería alejarse de su madre.—Mamá, no quiero ir a la guardería. Quiero quedarme contigo —dijo Zoe con un tono triste en su voz.—Oh, mi amor, entiendo que no quieras irte. Pero recuerda que es importante que vayas a la guardería para jugar con tus amigos, aprender cosas nuevas y divertirte — respondió Nora tratando de animarla pero su hija negó.—No tengo amigos —murmuró Zoe.—Ay cariño, ¿Por qué dices eso? —quiso saber su madre mirándola con atención.—Se burlan de mí porque no tengo papá, dice que no me quiere y por eso nunca vendrá a buscarme —emitió la niña en voz baja.El corazón de su madre se encogió al escucharla, detuvo su andar en medio de la calle desolada y se puso de cuclillas para estar a la altura de su pequeña.—Cariño, no es verdad lo que dicen. Eres una chica única y especial que llegó a mi vida dándole brillo y felicidad —dijo Nor
Ambos se dedicaron a lavar los trates mientras conversaban de temas triviales. Nora escuchaba atentamente a Elliot, enterándose en pocas horas muchas cosas sobre él. Era el único hijo de su padre, pero al parecer su madre había perdido a su hermano mayor años antes de que él naciera. Su pasión por la cocina había comenzado desde que era un niño, y aunque su padre al principio se opuso ahora lo apoyaba. Habló de la buena relación que mantenía con su madre, y lo afortunado que era de tenerla.Nora pudo ver lo unido que era el chef con su familia y fue inevitable no sentir algo de envidia.Ella había crecido sin padres y aunque la única figura materna que tuvo fue su hermana Irena, cuando falleció se sintió sola en el mundo. Pero la llegada de Zoe fue la compañía que necesitaba en esos momentos tan difíciles.Su hija era lo único que tenía y por ello la iba a proteger de cualquier peligro. No importa si debía arriesgar su vida para hacerlo.Mientras seguían lavando los platos, Nora deci
Elliot se puso un poco nervioso ante la mirada inquisitiva del director. Siempre le había parecido un hombre intimidante y misterioso, ya entendía por qué los demás evitaban cruzarse con él.—No, señor. Tuve algunos contratiempos, pero ya logré resolverlas —respondió Elliot, tratando de sonar convincente —. Además, me ofrecí ayudar a la señorita.Lo último no le agradó a Jeremiah, pero se contuvo para no dejar ver sus celos.—Vaya, un hombre considerado, que bien. Pero recuerda, Elliot, el trabajo de los demás no te corresponde, deja que cada uno se ocupe de lo suyo. Elliot asintió y miró al director con disculpa en sus ojos. —Lo siento, señor. No volverá a ocurrir —dijo el Chef.—En cuanto a la señorita Nora, no intente hacer el trabajo usted sola. Si bien estoy enterado, hoy le correspondía a la señorita Hellen lavar los trates, ¿Por qué lo hizo usted? —inquirió el director y Nora lo miró temerosa.Estaba hecha un manojo de nervios.—Yo... —comenzó a decir pero Elliot se adelantó
Viajar en el transporte público era todo un desafío para Nora. Cada día, se encontraba batallando contra el gentío que solía esperar en la estación, luchando por un espacio en el abarrotado autobús. Parecía que la mayoría de las personas estaban en la misma situación que ella; retrasados para llegar al trabajo y el tráfico no estaba a favor de nadie.Nora se apresuró a mirar la hora en su reloj, dándose cuenta de que faltaba poco para las ocho. Sabía que sería completamente imposible llegar a tiempo al hotel donde trabajaba. Ya no había nada que pudiera hacer para salvar la situación, ni siquiera tenía una excusa creíble para explicar por qué se había retrasado tanto. Aunque el edificio donde vivía quedaba relativamente cerca de la guardería de su hija, y por ello solía aprovechar de ir a pie hasta su trabajo. Sin embargo, ese día se había levantado tarde y antes debía ocuparse de llevar a Zoe a la guardería lo que le tomó diez minutos, e hizo que se retrasara aún más. Solo tenía ci
—Vale, aguarda unos minutos. Llegaré enseguida —dijo Jeremiah colgando la llamada.Una sonrisa se deslizó por el rostro de Jong, provocando que Nora lo observara de soslayo. El hombre junto a ella tenía una sonrisa de dentífrico, y ni hablar de lo bien que lucía su piel de porcelana.Estaba segura que era asiático por su rasgos bien marcados, y la manera de pronunciar las palabras aunque su inglés se escuchaba perfecto. Lo detalló unos segundos más, fijándose en lo apuesto que era aquel sujeto que solo había visto iguales a él en la televisión.Pero ahora podía apreciar uno de cerca.De repente, un auto negro se detuvo frente a ellos. Jeremiah bajó la ventanilla mirando a su mejor amigo quién se apresuró a subir al coche. —Uff, gracias. Creía que nunca llegarías —dijo Jong y Jeremiah rodó los ojos.—Eres un exagerado, no ha pasado ni cinco minutos —lo miró mientras negaba con la cabeza.—Para mí fue una eternidad estar allí afuera, con la ropa húmeda y helada —comentó Jong mientras s