—Vale, aguarda unos minutos. Llegaré enseguida —dijo Jeremiah colgando la llamada.Una sonrisa se deslizó por el rostro de Jong, provocando que Nora lo observara de soslayo. El hombre junto a ella tenía una sonrisa de dentífrico, y ni hablar de lo bien que lucía su piel de porcelana.Estaba segura que era asiático por su rasgos bien marcados, y la manera de pronunciar las palabras aunque su inglés se escuchaba perfecto. Lo detalló unos segundos más, fijándose en lo apuesto que era aquel sujeto que solo había visto iguales a él en la televisión.Pero ahora podía apreciar uno de cerca.De repente, un auto negro se detuvo frente a ellos. Jeremiah bajó la ventanilla mirando a su mejor amigo quién se apresuró a subir al coche. —Uff, gracias. Creía que nunca llegarías —dijo Jong y Jeremiah rodó los ojos.—Eres un exagerado, no ha pasado ni cinco minutos —lo miró mientras negaba con la cabeza.—Para mí fue una eternidad estar allí afuera, con la ropa húmeda y helada —comentó Jong mientras s
—Es un té tradicional coreano elaborado con frutas o jengibre —intervino el director ganándose una mala mirada por parte de Jong —. Consigues muchos de esos en el mercado, no es ningúna receta secreta.Agregó y Jong soltó un chasquido. Nora reprimió una sonrisa, al ver la expresión del otro hombre.—Es delicioso, nunca antes había probado un té como este —dijo tomando el último sorbo y regresándole la taza al dueño —. Muchas gracias...—Jong —le regaló una sonrisa que ella correspondió —. Soy el mejor amigo de este idiota.—Lamentablemente —murmuró el director. Minutos más tarde, Jeremiah bajó del auto junto a Jong y Nora, quien venía detrás e intentaba pasar desapercibida entre el resto que los observaban con curiosidad. Los ojos curiosos de los presentes se posaban en ellos, especialmente en Nora, cuya ropa empapada dejaba un rastro evidente a su paso.Mantuvo la vista fija en el suelo mientras cruzaban el lobby del edificio.Los tres estaban completamente mojados, con gotas de agu
Jeremiah se encontraba sumergido en la pantalla de su laptop, concentrado en su trabajo, cuando de pronto su teléfono sonó, interrumpiendo su concentración. Era una llamada del gerente del hotel, Joseph. Jeremiah sabía que si Joseph lo llamaba, debía ser algo importante.—¿Qué sucede? —preguntó Jeremiah con curiosidad.—Señor, tengo una noticia emocionante para compartir con usted —dijo Joseph con entusiasmo—. Una de las influencers más importantes ha decidido hospedarse en nuestro hotel durante unos días. Ha solicitado la suite VIP.Jeremiah asintió mientras escuchaba atentamente. Aunque el vuelo de la influencer aún no había aterrizado, Jeremiah sabía que era crucial mantenerse informado sobre su llegada a la ciudad.—Manténme al tanto cuando ella esté en la ciudad —ordenó Jeremiah—. Quiero asegurarme de que todo esté perfecto para nuestra invitada. Prepárenlo todo y hagan todo lo posible para impresionarla.—¡Por supuesto, señor! Nos aseguraremos de que todo esté impecable para su
Los demás empleados la observaban asombrados, les pareció increíble ver a alguien a quien admiraban hospedarse en el hotel. Por otra parte, Nora no entendía por qué sus compañeros hacían tanto alboroto ante la llegada de la joven.—¿Quién es ella? —inquirió Nora acercándose al grupito de chicas que estaban reunidas mientras hablaban entre ellas.—¿No la conoces? —cuestionó Sam mirándola con incredulidad.—No suelo usar redes sociales —respondió en defensa.—Se llama Ágata, es la hija menor de los Davies. Su familia es dueña de una de las empresas automotriz más importante de la ciudad —comentó una de las chicas —. Y su novio es miembro del club de fútbol. Ella lo tiene todo, sin duda.—Cynthia es su fan número uno —mencionó Sam señalando a la morena que solo se encogió de hombros.—Me encanta su contenido, es genial —dijo y las demás afirmaron de acuerdo.—¿Y si le pedimos una foto? ¿Crees que no las daría? —habló Hellen esperanzada.—Lo dudo, es bastante difícil conseguir una foto c
—Tienes cinco minutos para decirme lo que sea —asintió la mujer.—En primer lugar, le ruego que no despida a ningún miembro del personal de cocina. Han trabajado arduamente para ofrecerle lo mejor. Aunque lo ocurrido fue un error, puedo enmendarlo —explicó Nora.—¿Y cómo lo harás? —quiso saber Ágata, mirándola fijamente.—Voy a preparar su platillo favorito. Si le agrada la comida, nadie será despedido. Pero si no...—¿Si no...? —repitió Ágata, interesada en lo que Nora tenía por decir.Aunque era consciente de que estaba poniendo en riesgo su empleo, Nora se atrevió a proponer.—Si la comida no cumple con sus expectativas, estoy dispuesta a renunciar al hotel. Seré la responsable de no satisfacer su exigente paladar —la influencer la examinó detenidamente, considerando lo interesante que sonaba esa oferta.—Está bien, acepto el desafío —respondió la joven, aceptando —. Pero déjame advertirle que tengo un gusto muy refinado y hasta ahora ningún chef ha logrado complacerme por completo
—¡La orden número treinta y dos está lista! —anunció el Chef, y uno de los ayudantes de cocina acudió rápidamente a buscar los diferentes platillos que había pedido uno de los exigentes clientes. Los aromas se mezclaban en la cocina, mientras los cocineros, agotados pero diligentes, se apresuraban para terminar todas las preparaciones de ese día.Nora, con el cansancio en su rostro, se encaminó hacia la salida luego de haber finalizado su turno. Observó a sus compañeros, que parecían agotados y estresados por la ajetreada jornada. El hotel estaba abarrotado de huéspedes extranjeros que demandaban atención constante, lo cual obligaba a los empleados a trabajar el doble.Justo cuando estaba por abrir la puerta para abandonar el lugar, Elliot se interpuso en su camino, deteniéndola. Sus ojos se encontraron y un brillo pareció encenderse en la mirada del Chef.—¿Entonces nos vemos más tarde...? —alzó una ceja en su dirección, transmitiendo un atisbo de esperanza, pero Nora frunció el ce
—Le agradezco enormemente sus palabras, señor. Son muy significativas para mí. Sin embargo, quiero dejar en claro que nunca hice esto esperando recibir algo a cambio —dijo Nora con sinceridad, intentando devolverle el sobre.Jeremiah colocó su mano encima de la de ella, impidiendo que lo devolviera.—Lo sé, Nora. Pero quiero que aceptes esto como un reconocimiento sincero y una muestra de gratitud. No aceptaré devoluciones —afirmó con convicción.Nora bajó la vista a sus manos, sintiendo una cálida pero extraña sensación en su interior que nunca antes había experimentado. Sus ojos se posaron en aquellos profundos orbes azules, idénticos a los de su pequeña Zoe.El director del hotel, Jeremiah, había sido un completo desconocido para ella hasta ese momento, pero su gesto amable y generoso le habían ganado el corazón en cuestión de minutos.—Oh, yo... le agradezco mucho, señor. Pero no es necesario... —intentó argumentar Nora, sintiéndose abrumada por la magnitud del regalo.—Insisto, q
Nora lo vio marcharse, y suspiró al estar a solas. Se quedó unos minutos más en la cafetería, perdida en sus pensamientos tratando de procesar toda la información que había recibido en tan poco tiempo. Aquella invitación a cenar quizá sería el comienzo de una nueva etapa en su vida, tanto laboral como personal.Después de un tiempo, Nora regresó a casa junto a su pequeña hija, quien irradiaba una energía más vibrante que en días anteriores. La niña le relataba emocionada todo lo que había hecho en la guardería, mientras su madre la escuchaba atentamente mientras organizaba los productos en la despensa. Juntas habían hecho las compras para el hogar en el supermercado, una tarea que a Zoe le encantaba.De repente, la niña preguntó con ojos suplicantes.—Mamá, todos mis compañeros irán al campamento, ¿puedo ir yo también?La madre la miró con ternura antes de responder.—Cariño, aún no puedo asegurarte nada. Espera a que llegue el día y veré si te doy mi permiso, ¿de acuerdo? —La hija as