Los demás empleados la observaban asombrados, les pareció increíble ver a alguien a quien admiraban hospedarse en el hotel. Por otra parte, Nora no entendía por qué sus compañeros hacían tanto alboroto ante la llegada de la joven.—¿Quién es ella? —inquirió Nora acercándose al grupito de chicas que estaban reunidas mientras hablaban entre ellas.—¿No la conoces? —cuestionó Sam mirándola con incredulidad.—No suelo usar redes sociales —respondió en defensa.—Se llama Ágata, es la hija menor de los Davies. Su familia es dueña de una de las empresas automotriz más importante de la ciudad —comentó una de las chicas —. Y su novio es miembro del club de fútbol. Ella lo tiene todo, sin duda.—Cynthia es su fan número uno —mencionó Sam señalando a la morena que solo se encogió de hombros.—Me encanta su contenido, es genial —dijo y las demás afirmaron de acuerdo.—¿Y si le pedimos una foto? ¿Crees que no las daría? —habló Hellen esperanzada.—Lo dudo, es bastante difícil conseguir una foto c
—Tienes cinco minutos para decirme lo que sea —asintió la mujer.—En primer lugar, le ruego que no despida a ningún miembro del personal de cocina. Han trabajado arduamente para ofrecerle lo mejor. Aunque lo ocurrido fue un error, puedo enmendarlo —explicó Nora.—¿Y cómo lo harás? —quiso saber Ágata, mirándola fijamente.—Voy a preparar su platillo favorito. Si le agrada la comida, nadie será despedido. Pero si no...—¿Si no...? —repitió Ágata, interesada en lo que Nora tenía por decir.Aunque era consciente de que estaba poniendo en riesgo su empleo, Nora se atrevió a proponer.—Si la comida no cumple con sus expectativas, estoy dispuesta a renunciar al hotel. Seré la responsable de no satisfacer su exigente paladar —la influencer la examinó detenidamente, considerando lo interesante que sonaba esa oferta.—Está bien, acepto el desafío —respondió la joven, aceptando —. Pero déjame advertirle que tengo un gusto muy refinado y hasta ahora ningún chef ha logrado complacerme por completo
—¡La orden número treinta y dos está lista! —anunció el Chef, y uno de los ayudantes de cocina acudió rápidamente a buscar los diferentes platillos que había pedido uno de los exigentes clientes. Los aromas se mezclaban en la cocina, mientras los cocineros, agotados pero diligentes, se apresuraban para terminar todas las preparaciones de ese día.Nora, con el cansancio en su rostro, se encaminó hacia la salida luego de haber finalizado su turno. Observó a sus compañeros, que parecían agotados y estresados por la ajetreada jornada. El hotel estaba abarrotado de huéspedes extranjeros que demandaban atención constante, lo cual obligaba a los empleados a trabajar el doble.Justo cuando estaba por abrir la puerta para abandonar el lugar, Elliot se interpuso en su camino, deteniéndola. Sus ojos se encontraron y un brillo pareció encenderse en la mirada del Chef.—¿Entonces nos vemos más tarde...? —alzó una ceja en su dirección, transmitiendo un atisbo de esperanza, pero Nora frunció el ce
—Le agradezco enormemente sus palabras, señor. Son muy significativas para mí. Sin embargo, quiero dejar en claro que nunca hice esto esperando recibir algo a cambio —dijo Nora con sinceridad, intentando devolverle el sobre.Jeremiah colocó su mano encima de la de ella, impidiendo que lo devolviera.—Lo sé, Nora. Pero quiero que aceptes esto como un reconocimiento sincero y una muestra de gratitud. No aceptaré devoluciones —afirmó con convicción.Nora bajó la vista a sus manos, sintiendo una cálida pero extraña sensación en su interior que nunca antes había experimentado. Sus ojos se posaron en aquellos profundos orbes azules, idénticos a los de su pequeña Zoe.El director del hotel, Jeremiah, había sido un completo desconocido para ella hasta ese momento, pero su gesto amable y generoso le habían ganado el corazón en cuestión de minutos.—Oh, yo... le agradezco mucho, señor. Pero no es necesario... —intentó argumentar Nora, sintiéndose abrumada por la magnitud del regalo.—Insisto, q
Nora lo vio marcharse, y suspiró al estar a solas. Se quedó unos minutos más en la cafetería, perdida en sus pensamientos tratando de procesar toda la información que había recibido en tan poco tiempo. Aquella invitación a cenar quizá sería el comienzo de una nueva etapa en su vida, tanto laboral como personal.Después de un tiempo, Nora regresó a casa junto a su pequeña hija, quien irradiaba una energía más vibrante que en días anteriores. La niña le relataba emocionada todo lo que había hecho en la guardería, mientras su madre la escuchaba atentamente mientras organizaba los productos en la despensa. Juntas habían hecho las compras para el hogar en el supermercado, una tarea que a Zoe le encantaba.De repente, la niña preguntó con ojos suplicantes.—Mamá, todos mis compañeros irán al campamento, ¿puedo ir yo también?La madre la miró con ternura antes de responder.—Cariño, aún no puedo asegurarte nada. Espera a que llegue el día y veré si te doy mi permiso, ¿de acuerdo? —La hija as
28. Capítulo: "Vívidos Recuerdos" Durante las semanas siguientes después de su despido, Geoffrey se esforzó para recopilar pruebas en contra de su sobrino. Habló con uno de los doctores, un amigo íntimo que le contó algo que le serviría más adelante. Descubrió que cuatro años atrás, Jeremiah había visitado la clínica donde se llevó a cabo el procedimiento de criopreservación de semen.No tenía idea por qué su sobrino había hecho aquello, pero presentía que se trataba para beneficio de la herencia del fallecido Malcom. Estaba seguro que Jeremiah tenía un objetivo detrás de todo eso y tarde o temprano iba a descubrir la razón verdadera. Tuvo el presentimiento de que Sussan, la madre de Jeremiah, estaba al tanto de todo lo que su hijo hacía.Finalmente, llegó el día del juicio y Jeremiah estaba preparado. Presentó todas sus pruebas y testigos, incluyendo a varios empleados del hotel. Aunque Geoffrey intentó defenderse, sus argumentos eran débiles y poco convincentes. Al final, el juez f
Por otra parte, en medio de un dilema angustiante, Nora se encontraba frente a la imponente puerta de la oficina del director, debatiéndose internamente sobre la trascendencia de su decisión. En ese preciso instante, solo podía pensar en lo ventajoso que sería para cubrir sus gastos aceptar el trabajo que Jeremiah le estaba ofreciendo.Inhaló profundamente, llenándose de valentía, decidida a aprovechar la oportunidad de hacer realidad uno de sus más anhelados sueños.Cocinar.Elevó su mano para golpear los nudillos en la puerta, mas no hubo respuesta alguna. Al parecer, el director no se encontraba en su despacho en aquel momento. Con un suspiro resignado, Nora se dio media vuelta para regresar a sus tareas. Sin embargo, desconocía por completo que Jeremiah se hallaba a escasos metros de distancia junto a Jong.—Señor, ¿podemos hablar un minuto? —pidió Nora y él asintió, dirigiéndose hacia su despacho—. Ah, hola Jong.—Hey, qué alegría volverte a ver —le sonrió el asiático y ella imit
—De acuerdo, solo era una sugerencia —dijo Jong alzando las manos en señal de rendición—. No estás obligado a hacer lo que digo. Como tu mejor amigo, es mi deber aconsejarte para que alcances el éxito, pero sé que nunca me escucharás. No entiendo por qué pierdo mi tiempo...—Exacto, estás desaprovechando tus consejos. Tal vez sean útiles para otros, pero no para mí —comentó Jeremiah, provocando un gesto de fastidio en Jong.—En fin, cambiando de tema. ¿Me puedes explicar por qué le dijiste eso a Noura?—¿A qué te refieres? —preguntó Jeremiah confundido, sin saber a qué se refería su amigo.—Tengo a una de las empleadas más talentosas del hotel lavando platos sucios. Es un desperdicio —repitió Jong imitando la voz grave de Jeremiah.—Ah, te refieres a eso. Pues, en primer lugar, su nombre es Nora —corrigió Jeremiah—. Y segundo, no tengo por qué darte explicaciones sobre lo que hablo con mis empleados.Jong bufó en respuesta.—Entonces, ¿solo es eso, una empleada? ¿O hay algo más? —inda