—De acuerdo, solo era una sugerencia —dijo Jong alzando las manos en señal de rendición—. No estás obligado a hacer lo que digo. Como tu mejor amigo, es mi deber aconsejarte para que alcances el éxito, pero sé que nunca me escucharás. No entiendo por qué pierdo mi tiempo...—Exacto, estás desaprovechando tus consejos. Tal vez sean útiles para otros, pero no para mí —comentó Jeremiah, provocando un gesto de fastidio en Jong.—En fin, cambiando de tema. ¿Me puedes explicar por qué le dijiste eso a Noura?—¿A qué te refieres? —preguntó Jeremiah confundido, sin saber a qué se refería su amigo.—Tengo a una de las empleadas más talentosas del hotel lavando platos sucios. Es un desperdicio —repitió Jong imitando la voz grave de Jeremiah.—Ah, te refieres a eso. Pues, en primer lugar, su nombre es Nora —corrigió Jeremiah—. Y segundo, no tengo por qué darte explicaciones sobre lo que hablo con mis empleados.Jong bufó en respuesta.—Entonces, ¿solo es eso, una empleada? ¿O hay algo más? —inda
—Está bien. Solo lo tomaré prestado por unos días y se lo devolveré tan pronto como consiga uno nuevo —aceptó Nora, mientras Jeremiah asentía complacido —. Pero ¿qué hará sin celular?—No te preocupes, tengo otro celular para uso laboral y este es mi móvil personal —respondió Jeremiah con tranquilidad, captando la mirada de Nora hacia el móvil que sostenía en su mano —. Descuida, te he dado mi celular personal. No hay motivo para temer, nadie conoce ese número, solo las personas más cercanas.Ella asintió con la cabeza, pero no pudo evitar pensar en la confianza que le estaba mostrando el director al darle algo tan personal.—¿No le resultará incómodo que una desconocida tenga su celular? —inquirió Nora con intriga.—No, ¿por qué habría de serlo? A menos que tengas intenciones de filtrar mis datos personales —bromeó y ella lo miró espantada —. Aunque, siendo honesto, no hay información relevante allí.—Agradezco sinceramente su confianza, señor —expresó Nora —. Lo cuidaré.Jeremiah as
—Está bien. Solo lo tomaré prestado por unos días y se lo devolveré tan pronto como consiga uno nuevo —aceptó Nora, mientras Jeremiah asentía complacido —. Pero ¿qué hará sin celular?—No te preocupes, tengo otro celular para uso laboral y este es mi móvil personal —respondió Jeremiah con tranquilidad, captando la mirada de Nora hacia el móvil que sostenía en su mano —. Descuida, te he dado mi celular personal. No hay motivo para temer, nadie conoce ese número, solo las personas más cercanas.Ella asintió con la cabeza, pero no pudo evitar pensar en la confianza que le estaba mostrando el director al darle algo tan personal.—¿No le resultará incómodo que una desconocida tenga su celular? —inquirió Nora con intriga.—No, ¿por qué habría de serlo? A menos que tengas intenciones de filtrar mis datos personales —bromeó y ella lo miró espantada —. Aunque, siendo honesto, no hay información relevante allí.—Agradezco sinceramente su confianza, señor —expresó Nora —. Lo cuidaré.Jeremiah as
Cuando finalmente recobró la consciencia, Jeremiah se encontraba en una camilla, rodeado por el ajetreo de la enfermería. El rostro preocupado de Nora se reflejaba en la mirada del médico que lo examinaba en busca de señales de mejoría. Su voz parecía distante, como si se encontrara sumergido en una dimensión ajena a la suya.Poco a poco, los recuerdos de aquel desvanecimiento regresaron a su mente, inundándolo de confusión y temor. ¿Qué le había sucedido durante ese lapso de inconsciencia? ¿Sería solo un incidente aislado o era el preludio de algo más grave? Jeremiah, usualmente tan infalible y seguro de sí mismo, se veía obligado a confrontar su propia fragilidad.—Señor, ¿cómo se siente? —habló Nora al verlo abrir los ojos.Él ladeó la cabeza atisbando hacia ella, quién parecía angustiada. Sin embargo, Jeremiah se sentó en la camilla y le dedicó una rápida mirada al médico, mientras este continuaba su examen y las preguntas se acumulaban en su mente, preguntándose si el golpe había
Nora decidió no darles más vueltas al asunto, y se encaminó hacia la cocina, pero antes entró al baño y se detuvo frente a uno de los espejos para evaluar su apariencia. Acomodó su cabello en una elegante coleta alta y, tras asegurarse de que su rostro no mostrara signos de hinchazón que pudieran revelar sus lágrimas, decidió regresar al trabajo.Mientras tanto, en la distancia, Dylan observaba cómo su primo abandonaba el hotel. Se sorprendió al notar una venda envuelta alrededor de su cabeza, lo que lo llevó a preguntarse qué había ocurrido y por qué Nora parecía haber llorado.No entendía nada, pero de lo que estaba seguro es que algo estaba ocurriendo entre Jeremiah y Nora. Aquella cercanía que ambos mostraron en medio del pasillo, ocultaba algo más y no pensaba quedarse con la duda, descubriría qué había entre ellos.***A la mañana siguiente, Nora despertó antes de que sonara la alarma. Quería aprovechar ese momento antes de que Zoe despertara. Salió de la habitación y se dirigió
Nora no quería ser demasiado intrusiva al preguntar algo tan personal, por lo que decidió decirle solo parte de la verdad.—Adelante, no hay problema.—Bueno, verá... el señor Jeremiah me ha pedido que vaya a su casa a preparar la cena, pero no me ha dado la dirección. ¿Sabe usted dónde vive?—Ah sí, me lo mencionó ayer. Olvidé pasarte la dirección, pero ya te la estoy enviando —dijo y Nora suspiró aliviada, al final no había mentido del todo.—Le agradezco.En ese momento recibió el mensaje con la ubicación y Nora le pidió al conductor que cambiara de rumbo. No tardó mucho en llegar a su destino; la casa de Jeremiah, una enorme mansión ubicada en una de las mejores zonas residenciales de la ciudad.Bajó del taxi después de pagar y agradecer al conductor con una sonrisa. Al dirigirse hacia la entrada del lugar, los nervios la invadieron mientras debatía si debía informar al director o simplemente aparecer en su puerta sin más. Decidió entrar a la imponente residencia, donde un hombre,
Entraron a una de las habitaciones de la casa. El lugar estaba sumido en la penumbra cuando, de repente, las luces se encendieron, iluminando la estancia. Nora escudriñó minuciosamente el lugar y se percató de dónde se encontraba.—Voy por el botiquín —mencionó Jeremiah, sin darle tiempo a que ella preguntara nada al respecto, y desapareció por una de las puertas que supuso era el baño.Nora examinó detenidamente la habitación y se sintió invasiva al estar husmeando en algo tan personal como aquel espacio que emanaba un aura de poder y sofisticación. Era un espacio amplio y lujoso que reflejaba el estatus y gusto refinado de Jeremiah. Las paredes estaban decoradas con paneles de madera oscura, elegantemente tallados, que agregaban un toque clásico al ambiente.En el centro de la habitación, se encontraba una imponente chimenea de mármol blanco, que añadía calidez y encanto a la estancia. A ambos lados de la chimenea, altos libreros albergaban una extensa colección de libros antiguos.
—Creo que sería mejor marcharme ahora mismo —expresó ella.—Solicitaré al chófer que te lleve —respondió Jeremiah.—Oh no, señor. No es necesario —intentó negarse, pero Jeremiah insistió.—Has dedicado tiempo en venir hasta aquí, y lo mínimo que puedo hacer por ti es esto —afirmó, sin importarle que Nora declinara su oferta.Abandonaron la habitación y descendieron las escaleras hacia la primera planta de la mansión. Al llegar a la sala, Dylan, quien había llegado recientemente, se levantó del sofá al verlos bajar y se sorprendió al percatarse de la presencia de la mujer junto a su primo.—¿Qué haces aquí? —preguntó Jeremiah sin molestarse en saludar.Por otro lado, Nora saludó con un movimiento de cabeza desdeñoso.Dylan pareció olvidar la razón por la que había venido, pero luego se le ocurrió decir lo primero que pasó por su mente.—Necesito tu aprobación para llevar a cabo el evento anual. Al no encontrarte en la oficina, decidí venir hasta aquí —comentó Dylan con despreocupación