EROS—Eros—tiró de mi—, vamos baja del auto.—Solobaje—hipo—, cuando estén micasa —Eros, ya estamos en tu casa, por favor baja conmigo.Mi cuerpo estaba pesado y lento, saqué las piernas y enfoqué la mirada.—Noo, besta no es mi casa.—El chofer nos trajo a tu casa.—Es de—hipo—, hermano.—Bueno, es hora de entrar—se agachó para conmigo y mi cargó sobre su hombro.—¡Wi! —subiremos al tebecito.—Eros, no entiendo lo que…—¡Chu chu!, el tebecito.—Borracho—solo podía ver el suelo oscuro—, creo que no hay nadie ¿Dónde está tu habitación?—¡Arriba, arriba!, uno, dos, derecha, ¡chu, chu!Comenzó a subir las escaleras, el mareo se hizo más intenso.—Oh, vueltas…—Eros, por favor, no vayas a vomitar.Escuché como abría una puerta.—¿La segunda? —Pórta dýo. —Pórta, pórta—masculló—¿eso es puerta?—Puerta sí.—¿Dos? ¿segunda?—¡Si! ¡chu, chu!, el ten está por entrar.Darcy abrió la puerta y trastabilló para entrar, cerró tras de si, depositándome en la cama con cuidado. Me deslicé por compl
ADAMHolly me había asustado mucho, el haberla encontrado en el suelo me heló la sangre. Me sentí algo aliviado al saber que era por su periodo, a pesar de que ella estaba muriéndose de dolor, mantuvo la calma. La vi tan pálida y débil, ni siquiera podía moverse.No quería moverla anoche, pero me preocupaba un poco los niños, así que me la llevé a casa y le hablé a Michael para que trajera a los niños.—¿Dónde está Holly? —fue lo primero que me dijo al abrir la puerta.Los niños se metieron corriendo buscando a su madre.—Está arriba, cansada—contesté al viejo gruñón.Michael frunció el ceño.—Eso es una falta de respeto, y de obligación…—¿Porqué? —me recargué en el umbral de la puerta—, ella se siente mal, no es porque hubiese estado… ejercitándose conmigo.—Mami ¿Se siente mal? —preguntó Alice.—Sí, cariño—por eso vamos a dejarla dormir ¿sí?—Pero ¿está bien?—Sí, ya tomó un medicamento.—¿Qué tiene mi hija?Me crucé de brazos.—Su periodo.Su ceño fruncido se esfumó.—Ah, tenía ti
HOLLYQuizá fue mi error creer que Adam había… erradicado su mal carácter tan explosivo, pero luego de verlo casi asfixiar al pobre de Darcy, me hizo pensar en qué… necesita terapia.—¿Te encuentras bien? —le pregunté al pobre chico luego de ver como Adam subía como fiera por las escaleras.—Eh, si—se sobó el cuello—, fue mi culpa, debí haberme presentado antes.—Tal vez sí—le serví una taza de café—. Dime ¿por qué Eros terminó borracho?—Eso… eso fue un accidente.—¿Y cómo puede ser eso un accidente?Se hundió más en su asiento.—Alardeé con Eros sobre el haber hecho un reto en ese bar que fuimos y él quiso hacerlo… debí haberlo persuadido más… pero estaba tan determinado.Contuve una risa.—Estás presenciando el encanto de los West.—Recién me entero de eso.Tomé aire.—Bueno, al menos Eros ya experimentó su primera borrachera, me alegra que haya sido contigo, no lo dejaste ahí.—No podría dejarlo nunca… así.Hasta me emocioné con dichas palabras, que chico.Poco después escuché un
EROSVimos a Holly marcharse enfurruñada, seguido, las dos empleadas entraron a la casa, saludaron y prosiguieron con los preparativos del almuerzo.—¿Crees que esté bien? —preguntó afligido Darcy.—Sí, ya se arreglarán, no te preocupes—mascullé.La cabeza me punzaba.Darcy comenzó a frotarme la espalda.—Ya pasará, es tu primera borrachera.—Será la última—jadee sosteniéndome la cabeza—. Dime que no hice algo humillante.—Tranquilo, tu dignidad está intacta, impresionaste a muchos en el bar.—Ahg—apreté los dientes, un dolor me atenazó el estómago—, creo que voy a…Me bajé a prisas y corrí hacia el baño más próximo, vomitando.—Tranquilo, tranquilo.La profundidad del café, mis jugos gástricos y el maldito alcohol salieron de mí, me temblaba todo el cuerpo. Cuando al fin terminé, me ayudó a levantarme, el cuerpo lo sentía demasiado débil.—Necesitas suero y una sopa de resaca.—¿Eso existe?—Todo existe ahora—pasó mi brazo por sus hombros—. Necesitas agua, yo me encargaré de lo demás
ADAM—Los veo en la tarde mis tesoros—Holly beso a los niños—, pórtense bien, no se alejen de Adam, recuérdenle que no les compre dulces ni gaseosas.—Sí, mami.—Bien—jadeó ella—. Bye Rory, diviértete.—Claro.Luego se volvió hacia mí.—Adiós—se bajó del auto y yo tras ella.—De verdad piensas irte así.Se acomodó el abrigo.—No me digas que no tienes suficiente.¿Suficiente?, nunca tendré suficiente de ella.La arrastré del abrigo hacia mí, su cuerpo chocando con el mío con brusquedad.—Te gusta tentar a la suerte ¿verdad? —la tomé de la coleta y la besé.Manoteó un poco en mi pecho, pero terminó pro deslizar sus brazos en mis hombros.—Estamos dando un espectáculo.—Ah como lo veo, solo le mostramos a los niños cuanto nos amamos.Chasqueó la lengua.—Desvergonzado, cuida a los niños.—Lo haré… pasamos por ti para comer.—No lo creo—cabeceo—. Hay mucho trabajo, entraremos la próxima semana.—La cena entonces.—Sí, la cena suena bien.Le di otro beso, esta vez más prolongado.—Ya… ya
HOLLYEl repiqueteo de los tacones de Dakota estaba poniéndome un poco ansiosa.Intenté concentrarme en el trabajo, ella se detuvo por unos momentos. Le eché un vistazo por sobre los lentes y la pantalla de mi laptop. La vi nerviosa, estaba llevándose unos dedos a la boca, mordisqueándose las uñas sin romperlas.Continúe tamborileando los dedos sobre el teclado, pero ella continuó con su repiqueteo.Dejé los lentes a un lado. —Bien, escúpelo ¿Qué te pasa?—Nada—se irguió lentamente—. Mira este documento, está bien el contexto o le digo a mi docente que lo cambie…—Oye, no… espera, deja eso un momento—me levanté para encender la cafetera y preparar un poco de té—¿Qué te pasa?, no has hablado de tu viaje a Hawái y tampoco sobre lo que estás pasando… ¿estás asustada por el bebé?—No, no es por Aurora… es que… es que ya no puedo usar mis pantalones, ni mis faldas, ahora tengo que usar leggins y deportivas.Me solté a reír.—Pero es cómodo—serví las tazas con té de manzanilla—. Pero, por
HOLLYTuve que detenerme un momento para comprarle una crepa a Dakota y calmarla, se lo que se siente estar tan sensible y la verdad es que se lo debo, la amo tanto por estar conmigo durante mi embarazo y no dejarme en los momentos difíciles.—Espero que la pequeña Aurora no nazca con diabetes.—Hum—saboreó su crepa—. Lo que me costará bajar de peso, llevo siete kilos.—Necesitas una buena dieta.—Ya lo sé, no me lo tienes que repetir.Conduje el camino a casa.—También tengo algo que decirte.—Soy toda oídos—solo escuchaba su masticar.—La doctora—comencé removiéndome en el asiento—, me dijo que… puede que me quede embarazada de nuevo de mellizos.La vi, resaltó sus ojos, abiertos por la sorpresa.—¿Qué? ¿Cómo puede ser eso medible?Cabecee.—Sabes que he estado en constante chequeos… y… hum, perdí mi dispositivo.Me miró con las mejillas rebosantes.—¿Cuándo?—En Grecia, cuando los autos chocaron—ya le había contado todo—, al parecer uno de los cristales se enterró justo en donde es
EROS—Aquí vivo con mis tíos, ya solo me queda semana y media, claro.Era un edificio gris, no tenía tantos pisos como para ser muy alto, el portero saludó a Darcy dejándonos pasar.—¿Dónde están ellos?Subimos las escaleras—Eh… trabajando, creo, mis primos están en la escuela y yo… yo solo yendo y viniendo, a veces dicen que soy un vago.—Sí, lo creo.—¡No!, tu también lo crees, eres malo.—Bueno, dijiste que te gusta recorrer el mundo ¿no?—¿Recuerdas lo que dije?—Solo un poco, aun me duele la cabeza.—Tranquilo, me cambiaré rápidamente y saldremos por esa sopa.Me llevó hasta el departamento de sus tíos, era pequeño en comparación a lo que acostumbraba.—Espera, no tardo.—Si.Salió corriendo hacia una de las habitaciones. Me senté con cuidado en el sillón principal, estaba algo sumido y desgastado. Decidí no ponerme a husmear, extraje mi celular y comencé a editar un poco de trabajo, leer un par de documentación que dejé pendiente.Me concentré tanto que no me percaté de la hora