CAPITULO 52 YO SOY…

EROS

No pensé que todo esto fuese tan cansado, me dolían los brazos y la planta de los pies.

Afuera hacia frio, pero aquí, el calor era algo sofocante, me había quitado mi chaqueta, mi suéter y me había arremangado las mangas de mi cuello de tortuga.

Estaba tan concentrado en la lista del inventario que no escuché a alguien posarse a mi lado.

—Toma—el chico que me ayudaba en la repartición me extendió una lata de soda—, sirve para recargar energías.

Apenas y habíamos intercambiado palabras, más que las necesarias para saber sobre donde estaba cada cosa, me sorprendió que él supiera también de organización.

Acepté la lata que me extendía, aunque no me gustara la soda.

—Gracias.

Él se sentó en dos bultos de alimentos en el suelo, tan desairado, abrió su lata y lo imité.

—Descansa un poco, ya surtimos el alimento necesario—me dijo, en su voz no fue una orden, más bien una sugerencia amable.

—Tienes razón—me debatí donde sentarme, no había ninguna silla o algún banco, terminé recargándo
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