ADAMMe llevé las manos al mentónSomos adultos, pero ahora los que parecían un par de adolescentes eran ellos. Mi madre viéndome con emoción en los ojos. Dominic pues… ese aire despreocupado.—Entonces… ¿Cómo pasó? —terminé por preguntar.Mi madre se removió nerviosa.—Pues verás…—Yo te lo diré—interrumpió el supuesto padre—. Adam Rhodes ya tenía antecedentes, delitos de cuello blanco, pero, las evidencias no eran concisas. Tu madre ya se había casado con él cuando la conocí…—Fue algo arreglado—interrumpió ella—; mis padres, tus abuelos, tenían cierta amistad con los Lazaridis…—Espera… pero, dijiste que tenía diecinueve años cuando te embarazaste de mi—sentí un estremecimiento—y tu…Se encogió de hombros.—Tengo cierto gusto por las casadas y mayores.Mi madre le palmeó la rodilla.—Oye, ya no estoy casada.No, no podía soportar esa ridiculez.—Déjense de tonterías—gruñí. No te alteres, escuché la voz de Holly en mi cabeza.—Yo era un novato—siguió Dominic en un tono relajado—, ma
HOLLYEn la familia de mi madre siempre es tradición que la comida es una conexión. La comida siempre tiene que saber deliciosa por que la compartes con los demás, la comida une personas, une familias, la comida lo es todo.Con ese pensamiento en mente y al ser mi último día en la antigua ciudad de dioses, este festín serviría para unir a los que se han alejado. En pocas palabras mi intención es que esa familia loca de mi hombre de una de una vez por todos.Para eso tuve que pedirle a Celia y a Dora (las ayudantes de cocina) que me ayudasen, pudimos entablar una buena conversación, supongo que ya había entrado en esa edad donde los mayores se relajan contigo.Terminamos por hacer albóndigas con papas, arroz rojo y unos taquitos de pollo con queso crema. Lloré internamente porque aquí parecía que no existía el chile, ¡cualquier chile podría estar bien para mí!Celia y Dora hicieron un postre, no pude terminar de ver su proceso, fui a buscar a los demás.Primero encontré a Cherise y Dom
ADAMNo tengo autocontrol, en el momento exacto en el que Dakota dijo lo que dijo, fuera del hecho de que estaba liberando su frustación. Sus palabras martillearon en mí.Pero no fue hasta que Holly, con esa radiante sonrisa, me golpeo como una bola de acero.No es la primera vez que pienso que no soy digno de ella, no es la primera vez que pienso que la meresco y estoy actuando tan cobarde como para pensar que tal vez si estoy fuera de su vida sería lo mejor.Esos cuatro meses que pasamos separados han sido un agujero en mi pecho, pero al ver que ella continuó con su vida, me hace pensar que no soy indispensable.Ella no me necesita.Soy yo el que la necesita.Ahora está al borde del asiento, tirando del cinturón de seguridad, en cualquier momento saldrá disparada del auto ¿qué se sentirá que ella me necesite?—Estamos a cinco minutos—le dije suavemente.Sus enormes ojos brillaron ansiosos, removía los dedos en sus piernas, su piel blancuzca enrojecía. Sus mejillas y la nariz estaban
ADAM (UN MES DESPUES)—¿Tienen todo?—¡Si señor!Habíamos planeado esto desde hace dos semanas, se habían resistido demasiado para esto y no arruinar la sorpresa. Ambos niños, como profesionales, sus notas en la mano; les dije específicamente que no quería ningún error. Bien, teníamos tres horas antes de que Holly se entere de que rapté a sus hijos—Bien—sentencié—, ¿Qué hay en la lista?—A mamá le gustan los días sábados—comenzó Alice.—Bien.—Su color favorito es el verde—siguió Tony.—Eso ya lo sabía.—Tiene un cajón especial en su escritorio donde guarda golosinas.—¿De verdad?—Sí, yo lo vi—confirmó Tony.—Bien, bien, te creo.—Le gustan las flores—prosiguió el niño.—Eso también lo sé. Otra cosa.—Pero nunca le has regalado algo a mamá.—Le regalé un auto, es mejor que las flores. —que chiquillo tan quisquilloso.—El auto es una necesidad—se mofó— pero no un cumplido.—Está bien, flores de ahora en adelante.Tony me apuntó con su bolígrafo en forma de zanahoria—Le gusta cocin
HOLLYYa ha pasado un mes desde que regresamos a Chicago, hemos retomado nuestra vida, como si nada hubiese pasado.Aunque, me preocupan los niños, ha habido días en los que duermen conmigo y tienen sueños inquietos, sé que el temor de que yo vuelva a desaparecer de sus vidas está ahí. Creí que con el pasar del tiempo, cuando vieran que no me iría a ningún lado de nuevo, esos sueños comenzarían a despejarse, pero no ha sido así.Debo buscar ayuda para los tres.Hoy hay visita con la obstetra; Dakota está cansada, ya tiene seis meses, está a punto de entrar al tercer trimestre, le estoy ayudando a prepararse mentalmente. Ha entrado en la etapa en la que se orina por todo.—Esto es una mierda—exclamó sofocada, dejándose caer en la silla de espera—parece que he corrido un maratón.—Aun te faltan tres meses, cielo—le recordé—, parecerá que habrás corrido de aquí al Mississippi.Chasqueó la lengua, rebuscó entre su bolso y extrajo una bolsita de zipploc con goma de regaliz de chamoy.Suspi
HOLLY—¿Cómo has estado?—B…bien, muy bien—¿Por qué me puse nerviosa de repente?Asintió.—Creí que habían cambiado de pediatra por que no los he visto…—Oh, no, no es eso, eh... fuimos de vacaciones a México—(mentirosa) —, estuvimos más tiempo de lo normal—desvié la mirada, no por no querer verlo, sino que me llamó la atención un producto de descuento.—Ya veo, creí que te sentirías incómoda…—Para nada—tragué en seco—¿tú estás bien?—Lo estoy, un poco confuso aun, pero, si tú estás feliz…Asentí apresurada.—Lo estoy.Oh Rafael, en otras circunstancias, si te hubiese conocido, habría una posibilidad para nosotros.—Regresaremos pronto para continuar con el tratamiento de alérgenos, así que pronto te veremos.—De acuerdo, los estaré esperando—tomó su carrito, pero se detuvo, se volvió un poco hacia mí y se acercó demasiado; me di cuenta de que había tomado el cuenco de crema de avellanas—, no deberías darle esto a los niños.Desde aquí podía apreciar el calor, su suéter costoso y su
NICHOLASUn maldito mes ha pasado en esta pocilga. Lucho por retener mi buen juicio.No duermo bien, estoy alerta de que un hijo de puta se cuele a mi celda y quiera violarme o matarme. Aunque no te metas con nadie siempre hay alguien que se mete contigo.En el almuerzo me enteré de que Vittorio estaba aquí, no he visto su cara, pero sé que en cualquier momento va a querer verme, lo sé, lo presiento. Estas cosas no terminarán. —¡Deja de moverte cabrón o te partiré la cara! —ese fue mi compañero de celda.El muy hijo de puta era violento, siempre pateaba mi cama, le irritaba el que solo respirara, está colmándome la paciencia. Es un vago maloliente a orina y es un maldito loco. Suelen darle ataques por la noche, siempre grita y se retuerce. Así pasan los días, comencé a trabajar en el programa de hortalizas, labrando la tierra, me despierto en la madrugada y terminó a eso de las diez. Por la tarde doy clases de economía, matemáticas y estadística a otros internos. Al menos eso ayuda
HOLLYDe pronto la incertidumbre que sentí hace años, cuando le pregunté lo mismo a James, comenzó a extenderse en mi pecho como una opresión sofocante.—Eh… es muy pronto ¿cierto? —retorcí mis manos—, me precipité… solo… solo haz de cuenta que nada de esto pa… pasó—Di media vuelta y me apresuré a la estufa, los niños tendrían hambre en cualquier momento.Sus manos me rodearon la cintura y de un tirón me subió a la encimera.—¿Qué estás haciendo?—Tenías que arruinarlo ¿no, Austen?Me tensé en sus brazos.—¿Qué?Se rio levemente, pasó los brazos por arriba de mí, en el gabinete, sacó una caja dorada adornada con una cinta verde.—Me arruinaste la sorpresa, yo también iba a pedírtelo hoy—me quedé perpleja.Tomé la cajita, eran chocolates.—Trufas de suiza—me explicó—, de Madagascar y ecuador—su voz era un poco débil y hablaba más rápido—, no sabía si te gustarían solo los suizos he escuchado que los de Madagascar ahora son tendencia, pero…—Eh… entonces estos chocolates significan…—Qu