Continuamos con la comida y la charla es bastante amena, Camille es un amor nada que ver con el destripador, aún no sé cómo le prestó atención a un hombre así.Buenooo… bueno… bueno… tal vez el viejo tuvo lo suyo en su momento, aún se conserva muy bien y ella ni se diga. Hacen bonita pareja, pero con la cara de perro rabioso del ogro retiro lo dicho. Por lo menos el señor no ha dicho nada más y mucho menos se ha metido en la conversación, pero no por eso debo bajar la guardia, sé que algo trama, algo dentro de mí me lo dice.La mirada de ese señor encima de mí, me tiene mal e imposible de callar, le empieza a echar leña al fuego.—¿Tenías que darle el anillo de tu abuela?, ese que ella tanto adoró, que es reliquia familiar y que también fue de tu madre—miro el anillo sorprendida—. Ese anillo cuesta una fortuna en la actualidad.Pongo los ojos como platos y no gesticulo palabra alguna. No sabía que este anillo es joya de su familia.«Pero qué mal momento con el viejo cascarrabias, est
Nos reímos por lo que ha dicho su madre. Seco mis lágrimas y regresamos adentro nuevamente.Me siento donde estaba antes y ese señor no me quita el ojo de encima, es como si estuviera esperando que hiciera algo mal para entrar nuevamente en acción y eso me deja desconcertada. Edward, toma el anillo de la mesa, me lo va a colocar cuando lo freno y le digo que no lo necesito. El resto del almuerzo ignoro al viejo, creo que lo mejor será no verlo y tratar de mantenerlo en la raya mientras pueda. Cuando acabamos pasamos a la sala. Esta casa de verdad que es todo un espectáculo, pero trato de mantener mi asombro escondido o este señor pensará que esto es lo que busco al estar con su hijo.—Hija—me habla Camille—, Edward me ha dicho que cantas muy bien—me sorprendo y mi amor me guiña un ojo—, Yo también fui cantante, en ese tiempo obtuve muchos premios y buena fama. Es una hermosa experiencia porque haces lo que amas, pero es devastadora cuando no estás preparada para todo el peso que con
Me ha tocado dormir en un cuarto diferente al de Edward y odio esto, no entiendo por qué tengo que estar durmiendo aparte si somos novios y estamos comprometidos. Además de que nos hemos comido la cereza, la fresa y todo del pastel antes de tiempo.Sé que esto es obra de su padre, la actitud de ese señor me revoluciona cada día más la sangre, trato por todos los medios no encontrármelo, pero tengo tan mala suerte que al final del día por alguna razón doy con él.Un nuevo día ha llegado, con pesadez me levanto de la cama y me adentro al baño para asearme y hacer mis necesidades. Al rato decido salir de la habitación, bajo las escaleras y me encuentro con la nana, la saludo efusivamente y ella me devuelve el gesto con cariño. Mientras me encamina hacia la cocina para que desayune, me dice que Edward no está, que salió temprano con sus padres y hermanos. No entiendo por qué me dejo sola aquí en casa, aunque es bueno saber que su padre no está.La nana me sirve el desayuno y hablamos de
Al día siguiente, cuando abro los ojos y me veo sola en la inmensa habitación, me quiero morir. No quiero estar aquí un segundo más, me siento demasiado incómoda. No quiero enfrentarme al ogro y mucho menos discutir con él.Tras darme una ducha, me pongo lo primero que encuentro y salgo de la habitación. La enorme casa está sumida en un silencio sepulcral y eso me pone nerviosa.Entro en la cocina y me encuentro con la nana quien me saluda como siempre con mucho cariño.—Hola, linda, ¿cómo has dormido?—Muy bien.Sonrío al recordar que Edward vino a mi habitación en mitad de la noche y me hizo el amor con lujuria, amor y desenfreno. Mi mente viaja a ese momento y lo recreo una vez más en mi mente mientras sonrío como una tonta. La nana se da cuenta y me dice:—El que se ríe solo, es porque de su picardía se acuerda—me entra la risa—, y estoy segura de que esa sonrisa tan gigante tiene nombre y apellido ¿Te preparo un vasito de leche?Para no hacerle una mala acción le digo que sí, tre
—¿Anoche eras tú la que cantaba?—me pregunta la nana.—Sí.Suelta una carcajada y dice:—Llevaba semanas sin oír cantar a Camille en esta casa, pero tú lo haces muy bien también y te aseguro que me encantó. La música siempre ha estado muy presente aquí, cántame algo por favor.—¿Qué quieres que te cante nana?—le pregunto con cariño.—Lo que quieras, corazón.Le canto «Fuiste tú de Ricardo Arjona».Qué fácil fue tocar el cielola primera vezCuando los besos fueron el motor de arranqueQue encendió la luz que hoy se desaparece...Así se disfraza el amor para su conveniencia,Aceptando todo sin hacer preguntasY dejando al tiempo la estocada a muerte.Nada más que decir...Solo queda insistir...DiloFuiste tú...—¡Qué bonita voz! — me dice la nana eufórica.—¡Qué voz tienes hija...!—dice Camille sorprendiendome—. No me extraña que mi hijo se enamorara de ti.—Por el amor de Dios. ¡Que se calle ya!—grita el padre de Edward.«Será exasperante el viejo».Las tres nos miramos. Yo me quedo
No respondo. Salgo furiosa de la habitación y subo los escalones de dos en dos. Voy a mi cuarto, me desnudo y me meto bajo la ducha para intentar calmar los nervios y la ansiedad que ese jodido viejo me provoca.Cuando regresa Edward veo que está de buen humor. No le comento lo que ha pasado. Hacerlo le generaría sufrimiento y eso es lo último que quiero. Esa noche en mi habitación estoy tensa. Pienso en lo ocurrido con el destripador y maldigo.¡Vaya viejo más impresentable!Recordar lo que piensa de mí y lo que quería hacer para separarme de su hijo me destroza el corazón.Miro el reloj. Son las diez de la noche, ojalá Edward se anime y venga a mi cuarto. Estoy ansiosa por verlo, lo necesito a mi lado y como no puedo esperar más, esta noche decido ser yo quien vaya a buscarlo.Vestida con un liviano camisón de seda color crema, abro la puerta, asomo la cabeza y al no ver a nadie, corro hasta su cuarto como una ladrona a punto de ser descubierta. Abro y entro rápidamente. Una vez de
Los días pasan y siento que nada de lo que hago mejora mi situación con mi suegro, es difícil estar así, me siento en tres y dos cuando estoy con Edward y él está presente. Nada de lo que hago termina por gustarle y estoy demasiado clara de que el gruñón no me pasa ni con agua. Una mañana en la que estoy tranquila y en completa paz en la soledad de la cocina, degusto con verdadero deleite un pedazo de tarta que hizo la nana, cuando de repente oigo a mi lado:—¿Otra vez comiendo dulce?El ogro me ha asustado y al ver su expresión de pocos amigos me ahogo con la tarta, sin poderlo evitar al toser se la echo encima. Su cara es un poema; la mía otra y como siempre me entra la risa floja y pienso:«Eso es por llamarme meretriz».Mi risa lo desconcierta y lo saca de sus casillas, me dedica unas crueles palabras que me llegan al alma y se va de la cocina muy fresco. Mientras se me salen las lágrimas me dispongo a limpiar el desastre que hice, de pronto llega la nana, me ayuda y le termino c
¡Oh por dios! Estoy impresionante, hasta me he quedado sin habla al mirarme en el espejo. Espero que de la misma manera en la que he quedado yo, pueda dejar a mi amor. El vestido es sexi y me siento tentadora cada vez que saco la pierna por la pronunciada abertura del vestido. Esta noche estoy dispuesta a todo, saldré de cacería y tendré en mis manos un espectacular tigre de ojos azules. El maquillaje que me realicé es muy sencillo y solo resaltan mis labios a juego con el vestido rojo, mi cabello sedoso y brillante cae en ondas encima de mis hombros, sé que a Edward le encanta que lo lleve suelto, así que decidí cortarlo solo un poco porque no me gusta llevarlo tan largo. Unos toques en la puerta me sacan de mis pensamientos y de mi asombro, así que me apresuro en abrir. Al hacerlo veo a Camille, está espectacular con ese vestido rosa pálido, su maquillaje es precioso y el ahumado en sus ojos resaltan mucho más su impresionante color azul. —Camille… ¡Estás hermosa!—Gracias, per