Capítulo |31|

Brian sonríe ampliamente, y él mismo reparte las cartas.

—Hay un problema —digo, llamando la atención de mis acompañantes—. No tengo dinero que apostar.

—No te preocupes, sabremos resolverlo —exclama él.

—Si quieres puedo prestarte —me susurra el conde.

—No se preocupe, conde —interviene Brian.

Lo miro con los ojos entrecerrados.

—¿Que pretende... Señor? —trato de disimular mi ironía pero es inevitable, Brian y yo nos vemos en vueltos en una burbuja de odio.

El aire se torna tenso, una silla siendo arrastrada nos distrae de nuestro duelo de miradas asesinas.

El padre de Brian al parecer, se va.

—Discúlpenme, señores, señorita —me mira, sus ojos muestran tanta maldad, y es en este momento en que doy fe que los ojos son la venta del alma, solo que la de &ea

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