—No puede ser. —murmuro, miro por el espejo retrovisor y maldigo en voz baja cuando compruebo lo que dijo.
Un auto, al cual no le distingo bien el color, nos sigue a una distancia considerable. Es muy precavido.
—¿Qué haremos? —pregunto, Dimitri como siempre se ve demasiado tranquilo.
—Ya lo verás.
Dobla en una esquina y se esconde en un callejón, el auto copia nuestra acción entonces Dimitri sale de nuestro escondite y pisa el acelerador. Creo que vamos a huir, de eso estaba segura hasta que mi di cuenta en qué dirección íbamos.
Entonces Dimitri lo choca por atrás, y repite la acción hasta que el vehículo pierde el control y choca contra un poste.
Frenamos de inmediato, derrapando las llantas en el asfalto. Salimos y nos acercamos al auto, dónde un hombre con una herida en la frente se queja del dolor.
—Trae la soga que está en la cajuela del auto. —me pide.
Me entrega las llaves y voy por ella
Me levanto de la silla y sin pensar en si Dimitri se molestará, o cuál será su reacción, salgo por la puerta.Bajo las escaleras y cruzo el mar de gente, chocando con los cuerpos que hay a mí al rededor.Respiro profundo cuando llego a la puerta de salida de este lugar, siento mis ojos picar por las lágrimas que quieren salir. Me apoyo de mis rodillos y doblo mi cuerpo.Alguien pone una mano en mi espalda, y por su olor, ese perfume que siempre trae sé de quién se trata.Me incorporo lentamente, pero no lo veo a los ojos.—¿Por qué se lo dijiste? —pregunto, sin voltear a verlo.—Ella me encontró revisando unos papeles con la información de tu familia, además, estamos en el mismo bando, no le veo problema a que ella esté enterada de lo que te pasó. —exclama—. Génesis, ella también perdió a su hermano, no te pongas así.Me volteo, furiosa.—¡Claro que me pongo así, y peor si quiero! —suelto en un alarido—, no me gusta que ande
GénesisLo miro acercase, está tan guapo como siempre. Fue casi una tortura no buscarlo en todo el día, ayudó que dormí gran parte de la mañana. Hoy, no trabajé, le pedí el día libre a Miche... Ancel, para hacerle esta sorpresa a Marcus.Se sienta en la cama y pasa una mano por mi muslo, su contacto me estremece.Sonrío con coquetería, al principio no estaba segura de hacer esto. Pero Karen me convenció, casi salgo del baño cuando escuché el tono decepcionado de Marcus cuando Karen le dijo, por cuarta vez, que no me encontraba ahí.—No sabes lo feliz que me hace verte aquí. —murmura, subiendo y bajando su palma por mi muslo.—No podría dejar que acabara el día sin felicitarte. —digo, incorporándome—. Tengo muchas cosas planeadas para ti. —susurro contra sus labios. Cuando va a besarme me aparto, gruñe, frunciendo el ceño— aún no, hoy iremos lento, dándole más sensualidad al asunto.Por sus ojos pasan destello
Ella, con toda su sensualidad, la misma que me embriagó hace casi más de un año, se acerca. Intenta tocarme pero agarro su brazo antes de que toque mi piel.—No me toques, Clara. —ordeno molesto.Su presencia me enoja, me enerva muchísimo. Es una desgraciada que tiene el descaro de presentarse aquí, aún sabiendo que la odio, tanto o más de lo que la amé una vez.—Antes no ponías resistencia a mis caricias, déjame hacerte recordar, yo sé que puedo hac...—Escúchame bien, Clara, lo nuestro se acabó —aseguro—, es mejor que te vayas de aquí, no te maté cuando descubrí tu farsa porque aún tenía sentimientos por ti. Así que vete, lárgate.—No me iré, hasta que resolvamos lo que pasó. —suelta con firmeza, rompe nuestro contacto y sonríe, Clara siempre fue una mujer segura de sí, despiadada.Su belleza siempre fue un arma que supo utilizar muy bien para lograr lo que se prometía. No voy a negar que en más de una ocasión tuve que poner en su lugar a más de
—Excelente, ven. Vamos a tomar un taxi. —me dice.—¿A dónde iremos? —pregunto con una ceja alzada.—Camina, no te mataré ni nada por el estilo. —bromeó.Rodé los ojos y sin esperar más, comencé a caminar. Nos paramos en la acera y tomamos el primer taxi que cruzó. Ancel le pasó un pequeño papel con la dirección alegando que si no sé a dónde vamos la sorpresa será mejor.Ya me estaba cuestionado por qué demonios decidí hacerle caso a ella, y venir sabrá Dios a dónde, pero ya no había vuelta atrás.Me dejé caer contra el asiento y cerré los ojos por un momento. Las imágenes de Marcus y yo, en la cama, en el suelo, y en todos los lugares que hemos hecho el amor llegan a mí mente. Su hermosa sonrisa, lo suave de su cabello. Lo sereno que se ve mientras duerme...Todo, lo feliz que soy a su lado.Todo llegó de sopetón, y así mismo se esfumó, de un momento a otro se acabó. Abrí los ojos.Suspiré, tení
—Gen... —murmura.Yo lucho por contener las lágrimas, no le daré el gusto a esa zorra de verme llorar.Pongo una mano para que se detenga.—No hay nada que decir, nada que explicar. —miro como Clara se regodea en la victoria—. Mis ojos ya lo han visto todo, es más que claro que la prefieres, no te preocupes, yo me apartaré. No seré un estorbo.Lo veo hacer una mueca.—Me niego a que te alejes de mí. —intenta acercarse pero yo retrocedo, mi acción le duele, pero estoy segura que su molestia no es tan grande como la que siento yo ahora—. Clara, tienes cinco malditos minutos para que te vistas y te largues de aquí, si no lo haces te juro por la memoria de mis padres que acabaré contigo.Por primera vez escucho ese tono de voz en Marcus, está enojado, muy furioso.—Pero mi amor, ¿cómo quieres que me vaya después de nuestra noche juntos? —al escucharla, mi corazón se rompe un poquito más.—¡Deja de mentir! —grita Marcus sobre
—¿Estás seguro de lo que dices? —indaga Mikael.—¿Te atreviste a mandarla a seguir? —pregunto yo, con los puños apretados.—Era necesario. —responde él— y estoy completamente seguro de lo que digo, hablé con Iker la noche que desapareció, me dijo que él mismo se encargaría de seguir a la chica.—No sé por qué me sorprende, solo haces tu santa voluntad siempre, no soy un niño padre. Puedo cuidarme solo. —doy media vuelta y me voy.Escucho como Mikael me llama, pero no le hago caso.Entro al ascensor, y cuando las puertas se van a cerrar, Mikael mete la mano y entra.—De mi si no te escapas. —dice.Resoplo.{...}—No entiendo a qué has venido, solo quieres molestarme. —bufo.
—También son mis sobrinos, más que tuyos —espeta ella, apretando los puños—, y sobre mí cadáver te dejo quedarte con ellos.—Te empeñas en hacer tu santa voluntad, ya estoy harto de esta situación —baja los tres escalones y se para en frente de ella—. O intentas llevarte bien conmigo, y nos limitamos a los asuntos de los niños, o te los quito, y me los llevo a Italia.—No te atreverías —sisea ella.Karen intenta acercarse, pero la detengo.—Pruébame, hazlo y verás de lo que soy capaz —reta él, la determinación está reflejada en sus ojos.Ella se queda callada.Karen y yo presenciamos la escena sin saber que hacer, cualquier paso en falso supondría un problema más para ella.—Eso creí. —dice él, se da la vuelta y entra a la casa.Cuan
Lo pensaré, lo pensaré...Esa promesa se repite en mi cabeza una y otra vez.Son casi las diez de la noche y Karen no está en la habitación. Yo doy vueltas en la cama sin saber que hacer.¿Voy o no voy?La curiosidad de ver con mis propios ojos si está tan mal como ya varias personas me han dicho es muy grande.Y aunque no lo parezca por fuera, yo estoy igual de mal.La diferencia es que no puedo cometer esa estupidez de dejar de comer o ahogarme en alcohol porque tengo una misión que requiere de toda mi fuerza de voluntad.Me quito la chaqueta de Marcus, esa que se le quedó una vez que vino a buscarme.Me hago el moño mejor, y me pongo un pantalón corto y una blusa semi larga. Tomo mi llave. Cuando me coloco las sandalias salgo de la habitación, entro en el ascensor.Cuando pulso el botón que da a la habitación de Marcus, mi corazón se acelera. La anticipación de verlo hace que empiece a sudar frío.