Capítulo 26

¡No me jodas Josh!

Como si de un puño se tratase, mi estómago se contrae duramente, un dolor agudo comienza a gestarse en mi pecho y el aire comienza a faltarme. Como si el tiempo no hubiese pasado en ningún momento los recuerdos y el dolor comienzan a tocar la puerta de nuevo.

Por más que trato de moverme o hablar nada sale de mí, es como si de alguna forma me hubiese caído un balde de estuco y se hubiese secado al instante.

—Ale… —pronuncia mi hermano precavido—. No quiero que entres en esto, no aún.

—No, yo… Eres mi hermano y sé que quieres cuidarme, quieres protegerme. Entiendo todo eso —la calma con la que pronunció las palabras, me asusta a mí misma. Pero no quiero mostrar debilidad ante el nombre mencionado, no quiero que sigan preocupándose por mi estabilidad emocional. La verdad es que

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