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Preparé el té y serví todo en una bandeja que había en la casa, pensaba en qué hacer para que ella hablará conmigo. Uno de los trabajadores lanzó un paquete de fertilizante e hizo un estruendo tan fuerte que la señora Rosalín dió un brinco que terminó botando su taza de té que se quebró en mil pedazos, ella estaba asustada y tuvo una ausencia hasta que se dió cuenta de lo que había hecho.

— Yo, yo, yo, yo lo lamento — se mostró alterada — soy una estúpida que no sabe hacer nada, que entre más intenta arreglar las cosas más las empeora.

Ella recogió todo de forma apresurada y terminó por cortarse con un pedazo de cristal, la sangre se mezcló con el té y la pude ver en un estado que me partió el alma; en el momento que la toqué en el hombro se hizo hacia atrás como si fuera un ciervo asustado.

— Tranquila, soy yo — ella me miró desde la esquina — todo está bien, por favor venga conmigo a un sitio más privado porque los trabajadores la van a ver y no queremos eso.

Ella accedió a irse y p
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