Estimadas lectoras y lectores Valeria, poco a poco va aceptando su pasado y lo va dejando atrás, entendiendo que hay cosas que suceden y otras que no podrán cambiar. Ahora sabe que debe ser feliz con la familia que tiene y que Marco es el hombre que debía estar siempre en su vida.
Paloma y Aldo ya habían hecho las respectivas invitaciones a toda la familia, si lo veían así, básicamente solo faltaba invitar a; Camila, Teodore, Federico y Mateo.La verdad era que no necesitaban una enorme boda, ya que, el estar juntos, era lo único que realmente necesitaban, el que sus padres hubiesen aceptado de buena manera, su relación era la cereza en el pastel.- Aldo, te puedo preguntar algo… - Dijo Paloma mientras acariciaba su rostro.- Dime, ¿Qué sucede? – Dijo Aldo mientras jugueteaba con el cuerpo desnudo de Paloma.- ¿Has pensado donde viviremos? – Preguntó Paloma con duda en la voz.- ¿Tú? – Aldo respondió con otra pregunta.- ¿Yo…?- Sí, tú dime dónde quieres vivir, dime si te gusta esta casa, si quieres vivir en Italia o México, tal vez te gustaron los Emiratos o las Maldivas… Tú dime dónde te gustaría vivir…- Bueno… No le he pensado bien… Italia me gusta, aunque este lugar se me hace un poco ostentoso, esta casa parece un castillo, yo preferiría algo más normal, h
Marco y Valeria se alistaban luego de la larga travesía por vestir a los gemelos, Gio ahora los cuidaba fervientemente junto con Camila.- ¿Papá, es necesario que yo vaya? – preguntó Gio, ya que, junto con Enzo, vía remota, estaban platicando.- Sí, es sumamente importante, toda la familia debe estar reunida, sé bien que no te interesan estos eventos, pero algún día, cuando seas adulto, entenderás su importancia. – Dijo Marco mientras se arreglaba el cabello lo más que podía.Gio lanzó un suspiro de resignación, eso de ser adulto le parecía cansado.- Recuerda que tu hermana se casa, así que debemos estar con ella y brindarle todo nuestro apoyo. – Dijo Marco de manera conciliadora.- Pero a ti no te cae bien, Aldo, ¿Cómo puedes estar tan tranquilo? – Dijo Gio inocentemente.- ¿Quién te dijo que Aldo no me cae? – preguntó Marco con una sonrisa dibujada en el rostro.- Bueno… Tu papá, a cada rato que puedes dices que no te agrada Aldo, pero yo creo que él es genial. – Expresó Gio con emo
Pietro, tratando de que la situación no escale a mayores, salió del vestidor y de la habitación, dándole un espacio a Celeste, tan pronto llegó a la sala, se topó con que su hermano, Massimo, ya estaba en la casa, los chicos también, todos muy bien arreglados. Lamentó que Celeste aún no estuviera lista, ya que él estaba viendo su estado de ánimo, el cual hoy, en particular, estaba al tope.- ¡Hola, Pietro! – Dijo Massimo y noto que estaba distraído.- ¿Qué tienes? – Pregunto con duda en la voz.- Celeste… Hoy en particular quiere estrangularme…- ¿De verdad? – preguntó Diana, quien escuchó la respuesta.- Sí… Salí de la habitación para darle un poco de espacio, aún no decide que ponerse, pero ya llevamos horas y aún nada le complace. Yo le he dicho que todo se le ve hermoso, pero ella insiste en que nada le queda.- ¿Puedo subir a verla? – Pregunto Diana tranquilamente.- ¡Adelante! Si puedes convencerla, te lo agradecería.- Voy a ver que le sucede, normalmente ella es una chica muy t
Luego de vivir momentos de tensión, Diana y Celeste finalmente salieron de la habitación, hablar con Diana, relajó un poco a Celeste, aunque dentro de ella, sabía que esta sería una noche larga, su corazón se lo decía y entendía bien que ese nunca le fallaba.Ambas mujeres iban bajando las escaleras que daban hacia la entrada principal, cuando el timbre sonó y el mayordomo fue a abrir. Celeste, por inercia, tomó la mano de Diana, la apretó, sus ojos se posaron en aquella gran puerta finamente tallada, la mujer vio cómo apareció una alta, bella e imponente mujer.Las mujeres dentro de la casa no necesitaban que les dijeran quién era aquella mujer, sabían perfectamente bien de quién se trataba, Ekaterina Ivanov acaba de llegar.Aquella mujer contaba con una belleza radiante y sofisticada que, a pesar de su edad, aún era abrumadora. Atrás había quedado esa cabellera pelirroja y rebelde, hoy lucía un hermoso cabello rubio que le ayudaba a acentuar su piel.La presencia de Ekaterina era mag
Ekaterina distaba mucho de la mujer que Aldo conoció como madre, de aquella mujer cansada y desmejorada no quedaba nada. Hoy día lucia una hermosa melena rubia y su rostro había dejado atrás los signos de la edad, serán cremas, cirugías u otras cosas, él prefería no preguntar, pero su madre hoy día lucia encantadora.- ¡Oh, por cierto! – Dijo Ekaterina con elegancia. – Aldo, hijo, en un momento me acompañas al auto, he traído algunos pequeños obsequios para ustedes, no son gran cosa, pero son regalos hechos con especial dedicación.Celeste escuchaba a la mujer y no entendía, pero su estómago sentía un enorme hueco, la mujer prácticamente era perfecta, si se comparaba ella con Ekaterina, era claro que había un mundo o dos de diferencia.- Madre, no te hubieras molestado, me imagino que son tus creaciones… - Dijo Aldo con orgullo.Su madre solo soltó una risita cómplice y dijo:- Ya me conoces, una vez que me invitaste, puse manos a la obra y trabajé en aquellos detalles.- Mi madre es e
- Yo la conozco, sé que no conviví mucho con ella, hace ya poco más de 20 años, la conocí, yo apenas tenía 16 años y ella creó rondaba los 18, ella trabajaba en el mismo bar donde yo, ella era mesera y de vez en cuando ayudaba a la banda de rock a cantar. Yo, en mi caso, al ser menor de edad, mi jefe me tenía como lavaplatos, ahí nadie podía verme, mi jefe era un gran hombre, yo recuerdo que ella se llamaba de otra manera, si mal no me equivoco, todos le decíamos Angie, su nombre completo era Ángela Pellegrini.Ambas teníamos una amiga en común, ella nos presentó, pero realmente pocas ocasiones convivimos. Ahora que lo pienso, suena bastante ridículo, pero Pietro me gustaba desde entonces, de hecho, ahora entiendo por qué me gusta más con este carácter que cuando lo comenzamos a salir.- ¿Por qué? – preguntó Diana con interés.- Porque este es el verdadero Pietro, este es el hombre que yo veía que llegaba por Ángela, un hombre carismático, siempre sonriente y ¡por Dios! A leguas se veí
Todos disfrutaron de los deliciosos platillos seleccionados por la pareja, gracias a Emma habían hecho la elección. Los nervios que sentían Paloma y Aldo poco a poco se fueron disipando con uno que otro comentario que salía sobre la mesa, algunas anécdotas vergonzosas de Aldo que Ekaterina contaba, algún recuerdo nostálgico que Marco mencionaba de Paloma.Valeria entendía lo difícil que era para Marco esta situación, pero admiraba la elegancia con la que se estaba comportando su esposo, más cuando a su lado estaba sentado Massimo, quien al escuchar las anécdotas de Palomita, como la llamaba Marco, bajaba la mirada. La mujer sentía un poco de culpa, si bien, la relación entre ambos no prosperó, pero sabía que el bien pudo haber sido un buen padre, lo creía al ver en ocasiones cómo trataba a Laura.Casi al término de aquella increíble cena, Aldo se levantó con una copa de vino en mano, llamo la atención de todos.- Bueno, yo creo que la mayoría entiende y ya conoce el motivo de esta cena
Valeria discretamente veía a Pietro, si bien no hacía por acercarse a él, definitivamente por dentro quería preguntarle si estaba bien, por dentro sentía curiosidad por hablar con él, ella tenía claro que Pietro era su pasado, pero eso no quitaba que sentía algo por él.Si bien, ella supo, por boca de Marco, que él no la recordaba, pero por lo menos quería asegurarse de que aquello fuese cierto, si bien, en algún momento creyó que poner distancia de por medio arreglaría las cosas, ahora con Paloma y Aldo juntos, eso iba a ser un tanto complicado.Era inevitable, por más terapia y aceptación, Valeria se sentía un poco tranquila al ver cómo el hombre abrazaba a Celeste, la chica le sonreía en complicidad. Si bien ella y Celeste habían cruzado palabra en algún momento en el hospital mientras operaban a Pietro, no recordaba, pero estaba segura de que la conocía algún lado.Las miradas discretas que Valeria le dedicaba a Pietro y Celeste no pasaban desapercibidas por la segunda, ella sin sa