Estimadas lectoras y lectores Aquí les dejo un capítulo más de esta historia... Esta cena servirá para recordar viejas experiencias...
Luego de vivir momentos de tensión, Diana y Celeste finalmente salieron de la habitación, hablar con Diana, relajó un poco a Celeste, aunque dentro de ella, sabía que esta sería una noche larga, su corazón se lo decía y entendía bien que ese nunca le fallaba.Ambas mujeres iban bajando las escaleras que daban hacia la entrada principal, cuando el timbre sonó y el mayordomo fue a abrir. Celeste, por inercia, tomó la mano de Diana, la apretó, sus ojos se posaron en aquella gran puerta finamente tallada, la mujer vio cómo apareció una alta, bella e imponente mujer.Las mujeres dentro de la casa no necesitaban que les dijeran quién era aquella mujer, sabían perfectamente bien de quién se trataba, Ekaterina Ivanov acaba de llegar.Aquella mujer contaba con una belleza radiante y sofisticada que, a pesar de su edad, aún era abrumadora. Atrás había quedado esa cabellera pelirroja y rebelde, hoy lucía un hermoso cabello rubio que le ayudaba a acentuar su piel.La presencia de Ekaterina era mag
Ekaterina distaba mucho de la mujer que Aldo conoció como madre, de aquella mujer cansada y desmejorada no quedaba nada. Hoy día lucia una hermosa melena rubia y su rostro había dejado atrás los signos de la edad, serán cremas, cirugías u otras cosas, él prefería no preguntar, pero su madre hoy día lucia encantadora.- ¡Oh, por cierto! – Dijo Ekaterina con elegancia. – Aldo, hijo, en un momento me acompañas al auto, he traído algunos pequeños obsequios para ustedes, no son gran cosa, pero son regalos hechos con especial dedicación.Celeste escuchaba a la mujer y no entendía, pero su estómago sentía un enorme hueco, la mujer prácticamente era perfecta, si se comparaba ella con Ekaterina, era claro que había un mundo o dos de diferencia.- Madre, no te hubieras molestado, me imagino que son tus creaciones… - Dijo Aldo con orgullo.Su madre solo soltó una risita cómplice y dijo:- Ya me conoces, una vez que me invitaste, puse manos a la obra y trabajé en aquellos detalles.- Mi madre es e
- Yo la conozco, sé que no conviví mucho con ella, hace ya poco más de 20 años, la conocí, yo apenas tenía 16 años y ella creó rondaba los 18, ella trabajaba en el mismo bar donde yo, ella era mesera y de vez en cuando ayudaba a la banda de rock a cantar. Yo, en mi caso, al ser menor de edad, mi jefe me tenía como lavaplatos, ahí nadie podía verme, mi jefe era un gran hombre, yo recuerdo que ella se llamaba de otra manera, si mal no me equivoco, todos le decíamos Angie, su nombre completo era Ángela Pellegrini.Ambas teníamos una amiga en común, ella nos presentó, pero realmente pocas ocasiones convivimos. Ahora que lo pienso, suena bastante ridículo, pero Pietro me gustaba desde entonces, de hecho, ahora entiendo por qué me gusta más con este carácter que cuando lo comenzamos a salir.- ¿Por qué? – preguntó Diana con interés.- Porque este es el verdadero Pietro, este es el hombre que yo veía que llegaba por Ángela, un hombre carismático, siempre sonriente y ¡por Dios! A leguas se veí
Todos disfrutaron de los deliciosos platillos seleccionados por la pareja, gracias a Emma habían hecho la elección. Los nervios que sentían Paloma y Aldo poco a poco se fueron disipando con uno que otro comentario que salía sobre la mesa, algunas anécdotas vergonzosas de Aldo que Ekaterina contaba, algún recuerdo nostálgico que Marco mencionaba de Paloma.Valeria entendía lo difícil que era para Marco esta situación, pero admiraba la elegancia con la que se estaba comportando su esposo, más cuando a su lado estaba sentado Massimo, quien al escuchar las anécdotas de Palomita, como la llamaba Marco, bajaba la mirada. La mujer sentía un poco de culpa, si bien, la relación entre ambos no prosperó, pero sabía que el bien pudo haber sido un buen padre, lo creía al ver en ocasiones cómo trataba a Laura.Casi al término de aquella increíble cena, Aldo se levantó con una copa de vino en mano, llamo la atención de todos.- Bueno, yo creo que la mayoría entiende y ya conoce el motivo de esta cena
Valeria discretamente veía a Pietro, si bien no hacía por acercarse a él, definitivamente por dentro quería preguntarle si estaba bien, por dentro sentía curiosidad por hablar con él, ella tenía claro que Pietro era su pasado, pero eso no quitaba que sentía algo por él.Si bien, ella supo, por boca de Marco, que él no la recordaba, pero por lo menos quería asegurarse de que aquello fuese cierto, si bien, en algún momento creyó que poner distancia de por medio arreglaría las cosas, ahora con Paloma y Aldo juntos, eso iba a ser un tanto complicado.Era inevitable, por más terapia y aceptación, Valeria se sentía un poco tranquila al ver cómo el hombre abrazaba a Celeste, la chica le sonreía en complicidad. Si bien ella y Celeste habían cruzado palabra en algún momento en el hospital mientras operaban a Pietro, no recordaba, pero estaba segura de que la conocía algún lado.Las miradas discretas que Valeria le dedicaba a Pietro y Celeste no pasaban desapercibidas por la segunda, ella sin sa
Pietro había salido de la habitación, iba camino a la sala de estar, llegando a las escaleras, se topó con una silueta conocida. Ekaterina iba subiendo aquellas escaleras, Pietro conocía a la mujer que tenía frente a él, sabía perfectamente que no era una buena chica, ya sea en el presente o en el pasado, Ekaterina era una persona de cuidado, por un lado, pudo entender la preocupación o sexto sentido de quien sería su futura esposa.- Ekaterina, ¿A dónde se supone que vas? – Dijo Pietro en un tono cortante.- Perdona, creo que me perdí, buscaba el tocador… - Dijo Ekaterina descaradamente.- Tú y yo, bien sabemos que eso es lo último que harías, ¿Qué buscas? – Dijo Pietro molesto.- Bien, me has pillado, quería hablar un momento a solas contigo y, de paso, aprovechaba para entregarte el obsequio que traigo para tu prometida. – Dijo Ekaterina de manera tranquila.- No tengo idea de qué quieras hablar conmigo, pero creo que, si eso era lo que querías, no debiste subir.- Bueno, no quería
Celeste solo pudo ver cómo aquella alta mujer se alejaba por el pasillo, no supo cómo tomar las palabras de la mujer, volteó a ver al hombre que estaba dentro del estudio. Pietro vio a Celeste e inmediatamente comenzó a caminar hacia ella.- Celeste… - Dijo casi en un susurro.Al ver a Celeste, Pietro sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo.- Pietro, no me importa lo que acaba de suceder, por favor… ¡Llévame al hospital…! - Dijo Celeste con la frente completamente llena de sudor y una cara que reflejaba dolor.Apenas mencionó aquello, Celeste sintió cómo un líquido escurría entre sus piernas, ella se hizo un poco hacia atrás y con sorpresa vio que era algo muy parecido a pipi, su fuente acababa de romperse.Al ver aquello, Pietro rápidamente se acercó a la mujer, la cargo y, en menos de lo que imagino, ya estaba en el asiento del auto.Salió de la mansión sin decir palabra a nadie y rompiendo todos los límites de velocidad, el hombre llego al hospital en la zona de urgencias, Celest
Tan pronto como Pietro entró al quirófano, tomó la mano de Celeste, quien lucía más relajada al verlo, ya se había aplicado la anestesia para iniciar con la cesárea. Algunos minutos después, se pudo escuchar el primer llanto de una hermosa niña, la cual rápidamente fue extraída y puesta en algo como un recipiente para poder realizarle una limpieza.Pietro miraba atento cada una de las acciones de los médicos y enfermeras, mientras eso sucedía, pudo escuchar el llanto de la otra pequeña, la cual su llanto era más fuerte. De igual modo, la alejaron un poco para limpiarla, mientras eso sucedía, una de las enfermeras les acercó de manera rápida a la primera bebe para que sus padres pudieran verla.- ¡Esas eran nuestras niñas Celeste! Todo estará bien, ellas estarán bien… - Dijo Pietro apretando la mano de aquella madre.Celeste tenía los ojos llenos de lágrimas, sonreía y lloraba, era una mezcla de emociones que jamás había podido llegar a experimentar, debido a que eran unas bebes prematu