Estimadas lectoras y lectores Aquí les dejo un capítulo más de esta historia...
Ven, vamos a sentarnos aquí. – Dijo Pietro mientras la ayudaba a sentarse en el pasto frente al acantilado.- Creo que aún puedo… - Dijo Celeste mientras se acomodaba.- ¿Segura?- Sí…- Supongo que a estas alturas sabes a lo que me dedicaba anteriormente, ¿verdad? – Dijo Pietro con voz llena de resignación.- Sí… - Dijo Celeste con un poco de nervios.- ¿No te da miedo? ¿No has pensado en ello y los bebés? – Preguntó Pietro con nervios.- Pietro, eso fue hace mucho tiempo y tú eras demasiado joven, eso ya está en el pasado y es lo importante. Además de que también sé que no era tu lucha, era la de alguien más…- Sé que suena ridículo, pero yo lo siento como si hubiera ocurrido ayer, esa m*****a sensación es la que me tiene así…- ¿Cómo?- Inquieto… No me deja en paz, es una sensación de pérdida, es como si alguien se hubiera ido, aquí… - Dice Pietro mientras señala con el puño su pecho. – Aquí siento un dolor asfixiante, un dolor como cuando mi madre murió, un dolor permanente, no es
Pietro recorrió el cuerpo de quien sería su esposa, sus manos, al recorrer su cuerpo, sentían como si increíblemente reconocieran cada parte de la chica, tratando de ser lo más cuidadoso posible, la hizo suya, no supo en qué momento, ni cómo, pero él se había quitado su ropa. Sentir el calor con el que era envuelto su miembro, era una placentera sensación, él sentía como si fuese la primera vez que estaba con ella, la miraba, la besaba y sabía que, a partir de ahora, su vida no sería igual, pero lo aceptaba con gusto.Ella, por su parte, realmente se encontraba absorta en él, en esa mirada, en esos ojos cargados de deseo, en aquellas manos al recorrer su cuerpo, Pietro era sumamente cuidadoso con ella, ella podía sentir cómo su nariz se perdía en su cuello, era como si quisiera grabarse en su mente su aroma.De pronto, ella estaba pegada al respaldo de la cama, podía sentir cada embestida que él le daba, podía sentir cómo él probaba de su piel, cómo él se perdía en su nuca, en su cuell
La noche paso rápidamente entre besos y caricias, Pietro olfateaba el cuerpo de Celeste, su aroma a rosas le ofrecía mucha tranquilidad, abrazarla y sentir el movimiento de sus hijos de vez en cuando, le hacía sentir una extraña punzada en el pecho, no era dolor, no era angustia, era otra cosa muy parecida a la felicidad y orgullo.Los primeros rayos del sol se colaron a través de las cortinas, la mañana lucía dorada, Pietro tenía sobre su pecho a Celeste, acariciaba con delicadeza su espalda, su cabello rizado estaba más alborotado que de costumbre, un movimiento en el vientre de Celeste lo despertó.Cuidadosamente, colocó a Celeste en la almohada, la admiraba, acariciaba su vientre, siempre pendiente del movimiento de este, sonreía cuando veía cómo se movía su piel, esos bebés se notaba estaban causando estragos ahí dentro, era seguro que ambos peleaban por un poco de espacio.Mientras tenía su mano en el vientre, aquellos pequeñines se movieron con más ímpetu, tal parecía que ellos
Unos minutos de plática más tarde, Pietro y Celeste estaban en el hospital, primero fueron a ver al Dr. Wagner, el cual le explicó a Pietro que, efectivamente, conforme fuera conviviendo con las personas de las que se rodeaba en el pasado, poco a poco estarían llegando los recuerdos, era normal.Un motivo de preocupación sería si él comenzara a sentir dolores de cabeza, pero eso ya evidentemente el médico lo consideraba poco probable pero no descartable. La tecnología había avanzado a un nivel superior, por lo que, si sucedía, debía ser muy malo, pero por el momento no había motivo por el cual preocuparse.Una vez fuera de ese consultorio, la pareja se dirigió al consultorio del médico que estaba llevando su embarazo en Lazio. Celeste tenía una ginecóloga en Bassano, pero ante la situación tuvo que buscar un médico en el mismo hospital en el que estaba Pietro internado.- Señorita Celeste. – Dijo el Dr. Esposito. – Es un gusto verla por aquí, veo que ya la acompaña su esposo.- Hola, D
Pierre era un muy buen amigo de Alessia Amato cuando esta vivía en Francia, estudiaron juntos la universidad.Definitivamente, Pierre, como amigo y único mejor amigo de ella, sabía todo sobre Alessia, sabía sobre Gabriele y su loca historia de amor que, no se tragaba por completo.El hombre la conoció desde que ella cambió de carrera, Pierre muchas veces sirvió como paño de lágrimas para Alessia, la mujer en aquel entonces solo lo veía como un amigo y nada más, su mundo giraba en torno a Gabriele.Todos los suspiros y pensamientos eran para ese hombre, cuando sucedió que ella dejó a Gabriele, Pierre se había ido de viaje, jamás se lo dijo, pero su familia era una de las más adineradas en Versalles, el joven quiso pasar desapercibido todo el tiempo, solo quería llevar una vida normal en París.Cuando regresó de Versalles, se topó con la noticia de que Alessia había terminado con Gabriele o él la había terminado. Esa historia se la conocía de memoria, no tenía que ser muy listo para sabe
Massimo revisaba sus pendientes en la computadora, ahora que Pietro había despertado sin recuerdos, tanto Teodore, Aldo y Massimo se hacían cargo de los múltiples negocios de Pietro, era increíble que su hermano hubiese forjado un impero tan grande como aquel.Increíblemente, hoy día Massimo, por decirlo así, trabajaba para su hermano, aunque eso realmente a Massimo no le importaba. Hoy mismo tenía todo lo que necesitaba, un padre sabio, unos hermosos hijos y una nieta que le robaba todo el tiempo que pudiese, sin olvidar, claro, una buena mujer que lo acompañaba en las buenas y en las malas.Massimo no podía sentirse más a gusto con esa vida que hoy día llevaba, sus hijos poco a poco se adaptaban a su nuevo hogar, si bien no era la mansión donde planeaba pasar sus días, este lugar definitivamente se había convertido en un hogar. El hombre se encontraba absorto en sus pensamientos, cuando Laura entró al estudio donde su padre se encontraba.- Papá… ¿Puedo hablar contigo un momento?- ¡
Guadalupe estaba parada en el balcón de la habitación en la que dormía desde hace 3 años. No quiso encender las luces, para que con la oscuridad de la noche se cubrieran las lágrimas que rodaban por sus mejillas.“¡Esto se acabó! No puedo seguir así, no puedo más” – Pensaba mientras observaba hacia el frente.De pronto la luz de un auto la sacó de sus pensamientos, su amado esposo regresaba a casa y sabía muy bien lo que sucedería. Su esposo Massimo Pellegrini era el presidente del Conglomerado Pellegrini, el cual es de los más importantes de la provincia de Lazio, hoy por la mañana había olvidado un folder lleno de documentos que, al pensar por Emma y Guadalupe, posiblemente utilizaría y tendría problemas si no los tenía.Trato en varias ocasiones llamarle vía telefónica para comunicarle sobre sus documentos, pero al no recibir repuesta, salió de la mansión con la misión de llevar aquellos ella misma, solo le aviso a Emma Fiore, su ama de llaves.Emma, no contesta Massimo ¿Estás segur
Guadalupe estaba cansada de tanto llorar, mientras se ponía el pijama vio un gran hematoma en el estómago, este lo produjo el golpe que le había asestado su marido durante el día. Una lágrima rodó por su mejilla, pero prefirió no pensar más en el tema, no era la primera vez que esto sucedía, así que no era nuevo ver su piel con marcas, se recordaba así misma que todo esto era por su abuelo y no podía decepcionarlo.Cuando pudo quedarse dormida, se perdió en un sueño oscuro que el cual se llenó de luz, de pronto comenzó a ver pequeños cortos de lo que sería su vida, eran breves, pero cada uno de ellos le dejaba un hueco en el corazón. Su vida no cambiaría para bien, al contrario, a pesar de los esfuerzos que hiciera, se quedaría sola y sin familia; su abuelo fallecería en la cárcel, Massimo y Alessia vivirían felices después de haber entregado a la familia de Guadalupe a la embajada. Ella, al final, terminaría viviendo en la calle, pasando hambre y no pudiendo alimentar a su pequeño be