Queridas lectoras Estoy trabajando para subir más capítulos, espero les esté gustando la historia de Guadalupe. Aún faltan algunos cabos por atar, poco a poco se van a acomodar las cosas.
Mientras todo eso ocurría en Lazio, en La Toscana, Aurora acompañaba a Guadalupe al auto, Leopoldo subía una pequeña maleta a la cajuela y salían con rumbo a la clínica “Di Santa Rosa”.Cuando llegaron ahí, era un edificio blanco rodeado de jardines, el lugar tenía un aura de tranquilidad, era un lugar muy exclusivo. La Dra. Serra ya las esperaba en la puerta para darle la bienvenida a Guadalupe.- ¡Hola Guadalupe! Me da gusto que hayas aceptado venir, sé que te podremos ayudar mucho aquí. Vamos a registrarte. – Dijo la Dra. Serra indicándoles el camino.Guadalupe dudo por un momento, pero Aurora le tomo la mano y dijo:- ¡Todo estará bien! ¡Tú puedes! ¡Eres fuerte! ¡Vamos yo te voy a acompañar y no te dejare sola!Con esto dicho, Guadalupe comenzó a avanzar, vio que había muchas personas en el lugar, nadie parecía estar enfermo. No se explicaba porque estaban ahí.Luego de entregar la carta firmada por Pietro y ayudar a Guadalupe a registrarse, Aurora tuvo que retirarse. No sin antes
Después de escuchar todo lo que la abuela Caterina acabada de decir, Leonardo se encontraba furioso, Massimo no podía creer lo que acababa de escuchar y Pietro simplemente sonreía.- ¿De qué carajos te ríes Pietro? – Dijo Massimo furioso.- Me rio de que ahora resulta que tu futura exesposa, será incluso más poderosa que tu o que yo.- ¡Eres un imbécil! – Dijo Massimo mientras se levantaba de la silla y le señalaba con el dedo.Si la mesa de la sala de juntas no les separara, le habría asentado un fuerte golpe en el rostro de Pietro.- Madre ¿Eres consiente de que los Pellegrini hemos trabajado para forjar este imperio?- ¡Lo soy! Pero este no es nuestro patrimonio. ¡Esto también es parte de Marco y Guadalupe! Fui demasiado tonta al pensar que lo aceptarían, pueden impugnar mi voluntad, pero legalmente esto ya está hecho.- Bueno, yo acepto con gusto mi 11% de participación, ¡Gracias abuela! Si ya no tenemos nada más que hablar, deberíamos irnos, tengo que tomar un vuelo a Florencia.-
Al salir de la sala de juntas Pietro y Catalina se dirigieron al aeropuerto, ahí ya los esperaba personal de Marco Barzinni. La abuela no se sentía del todo bien, pero se hacia la fuerte, subiendo al avión privado, se encontró con Marco quien los esperaba sentado, mientras revisaba algunos mails.- ¡Marco querido! ¡Gracias por esperarnos! – Dijo la abuela en un tono desanimado.- ¡No tiene nada que agradecer! ¡Lo hago con gusto! Además, yo también voy a Florencia. – Dijo Marco mientras volteaba hacia la ventana.- ¡Discúlpenme mis niños! Estoy un poco cansada, creo que voy a descansar en lo que llegamos. – Dijo la abuela mientras se tapaba con una manta.No tuvo que pasar tanto tiempo para que la abuela se quedara profundamente dormida. Al ver esto, el par comenzó a tocar el tema de la junta.- Marco ¿Tú sabias de esto?Marco lo vio fijamente a los ojos y dijo:- ¡No! Pero ahora explica porque la abuela se ha preocupado tanto por mi recuperación. – Dijo mientras guardaba su computadora
Luego de llegar a la mansión Pellegrini, Leonardo subió a su dormitorio y se encerró en él, no tenía ánimos para seguir hablando del tema, sabía perfectamente que Caterina había sufrido de las acciones de su padre, pero jamás imagino el cambio en curso que darían las cosas en la actualidad. Massimo se encontraba molesto, no podía tranquilizarse por lo que prefirió ir a casa de Alessia. Necesitaba hablar con alguien, desahogar lo que traía atorado y no podía dejar salir tan fácilmente. Se sentía traicionado, por su mente cruzaba la idea que todo ello era un plan orquestado por su abuela y Pietro, algo le decía que Guadalupe también podría estar implicada consiente o inconscientemente en el tema, si no ¿Cómo podría explicar que ella ahora sería una accionista? Y no cualquiera, sería la segunda mayoritaria.- Amor ¿Por qué esa cara? - Dijo Alessia mientras abría sus brazos para abrazarle. - ¡No he tenido un buen día! Hubo una junta con todos los accionistas de la compañía. La abuela nos
Franco Amato era un hombre que estudió leyes, inicialmente trabajó como abogado corporativo y por ende, esto le había ayudado a colarse en las filas de varias empresas. Entre ellas el Grupo Priego y Socios, en ese entonces era liderado por Lorenzo Pellegrini, quien había adoptado el apellido de su esposa. Este hombre poco a poco se volvió la mano derecha del presidente en curso, todas las decisiones importantes, Lorenzo las consultaba con Franco, llegó el momento en que, el presidente encontró más factible firmar un poder para que él manejara la compañía. Después de ello, Franco Amato tuvo mano libre para hacer y deshacer lo que quisiera, por lo que cuando hubo oportunidad, las familias Priego y Barzinni quedaron fuera del grupo. Pietro Barzinni cedió sus acciones a Caterina bajo una exclusiva clausula, al ver que su hijo hacia malos manejos en el negocio familiar. Los Priego por su lado, regresaron a México y dejaron en manos de Caterina el manejo de sus acciones, Franco aprovecho
A la mañana siguiente, Alessia salió con el pretexto de ir con una amiga a desayunar, no podía cancelar la reunión. Massimo se quedó hasta más tarde en la cama, era la primera vez en años que podía darse ese lujo. Leonardo se levantó y buscó a Massimo, pero no logró localizarlo en la mansión. - Emma ¿Has visto a Massimo? - Ayer salió y aún no ha vuelto. - Emma dime algo, ¿Cómo fue la relación de mi hijo con Guadalupe? - Señor ¡Pienso que nunca fue buena! La señora se casó muy joven y el señor se aprovechó de ello. Emma soltó lo visto sin tapujos, ella llevaba años trabajando para los Pellegrini y existía confianza, por lo que al ver a Leonardo decidió contar la historia. Leonardo se quedó atónito al escuchar por todas las penas que hizo su hijo pasar a la chica. Llego a la conclusión de que su hijo era un monstruo, definitivamente la familia Amato seguía causando estragos, maldijo a la familia, pero ya nada podría hacerse, un nuevo miembro de gestaba en el vientre de esa mujer.
Guadalupe llevaba ya una semana en la clínica y aunque había tenido un buen avance, cuando llegaba a su habitación o cuando daba paseos por los jardines y se encontraba sola, las lágrimas brotaban, lloraba en silencio.Se sentía tan hueca, esa sensación no se le quitaba por mas que se esforzara, caminaba y le dolían las piernas. Se desmoronaba por las noches cuando iba a dormir, la semana que paso a lado de Massimo, le había dejado una marca, extrañaba el calor de su abrazo y al cubrirse con la manta para no temblar, temblaba de tristeza su corazón.- Massimo tu y yo hicimos un voto al casarnos, me has decepcionado, quiero que esto se vaya, que termine, te has quedado con mi alma, con mi corazón, ¿Acaso hay algo que no debas tener? ¡Lo tienes todo!Me he dado cuenta de que lo que soy y he sido, no bastara, tu corazón no es accesible para mí. Tal vez piensas que no se lo que has hecho, pero ¡Lo sé! Y eso me tiene así, me duele pensar que no te podré volverte a ver. – Dijo en voz alta, p
Guadalupe iba saliendo hacia la entrada principal, caminaba rápidamente tratando de no mirar atrás, cuando de repente se topo con la penetrante mirada de Massimo. Su andar se paro en seco y pronto sintió un hueco en el estomago y las manos le comenzaron a sudar.Pietro y Aurora venían detrás de ella, pero se habían detenido cuando la abuela Caterina les pidió que cuidaran bien de Guadalupe, les hacia una larga lista de peticiones, ella no estaba segura de que llevarla fuera lo ideal, pero la chica no quería permanecer más en donde había estado con su futuro exesposo, así que la abuela ya nada tenía que hacer.- ¿Podemos hablar? – Dijo Massimo con un poco de nostalgia en la voz y en la mirada.- ¡Tu y yo no tenemos nada de que hablar! Lo que haya que decir, por favor, díselo a mi abogado, yo hare lo mismo de ser necesario. – Dijo Guadalupe y siguió su camino.- Traigo los papeles de divorcio, no es necesario ir al juzgado. – dijo Massimo en un tono serio.Guadalupe detuvo el andar y se