Estimadas lectoras y lectores Paloma e Isabella comenzaran una nueva vida juntas, la mamá obviamente esta llena de miedos y dudas, pero conforme pase el tiempo se dará cuenta de que todo se ira dando poco a poco.
Luego de por fin terminar de hacer todos los arreglos para la creación del grupo PVD, Massimo y Pietro condujeron de Florencia hasta Lazio. El par de hombres quería legar a toda costa, su hija, por decirlo así, acababa de dar a luz, era imperioso llegar y conocer a la primera nieta de la familia.- ¿Qué has pensado sobre el tema de Paolo? – preguntó Pietro curioso.- Mmm… ¡Qué te digo! Aún no he pensado bien las cosas y Paolo no ha mostrado interés por conocer a Pierre, de hecho platicamos, pero todo quedó en el aire.- No dejes pasar más tiempo, ese tipo de cuestiones no va a desaparecer así como así. Tanto como si no hablo del tema, no pasa nada, pues no… Si pasa y lo que pasa es el tiempo, ponle ya una fecha y que suceda lo que deba suceder.- ¿De cuándo aquí tan sabio?- ¿Recuerdas que tengo un hijo que ahora es tu yerno también?- Sí, pero, si mal no recuerdo, no recuerdas nada…- Bueno, digamos que la edad me ha hecho más sabio…- ¡Aja! Seguramente Celeste es quien te aconseja…-
Luego de que Enzo diera una cátedra de como sostener a una bebe, fue el turno de los abuelos. Marco, sin esperar ni un minuto, sostuvo a la pequeña Isabella, la miró y supo que era la viva imagen de su hija, aquella bebita que conoció de poco más de dos años.- ¡Hola, princesa! ¿Cómo está la niña más bella? ¡Mi niña, eres preciosa! Aquí está tu abuelo para cuidarte y protegerte incluso de tus padres… - decía el hombre peleando con Valeria porque ella también quería cargar a su nieta.- ¡Marco…! ¡Déjame cargar a mi chiquitina…! ¡Anda! Deja de estar acaparándola, además también tienes a Carolina y Alberto, no seas envidioso…- Sí, pero ellos son mis hijos y esta bebita hermosa es, mi nieta…Valeria lo quedó viendo con cara de no entender lo que acababa de decir.- ¡Es lo mismo! - dijo Valeria, aun sin comprender su comentario.- ¡No, claro que no! A ellos si los podré castigar, pero a esta princesa, no, a ella la debo consentir y mimar…- No entiendo de dónde sacas eso, pero a ver, prést
La semana había pasado rápidamente, Luciano y Almendra preparaban todo para regresar a Nueva Zelanda. Definitivamente, habían sido unos excelentes días en Italia. Esta temporada aquí, les había dejado varios buenos momentos, pero era momento de regresar a la universidad.Massimo y los chicos esperaban poder visitarlos en las próximas vacaciones de los chicos.Luciano, por su parte, hubiese preferido irse hasta que Paolo hablara con Pierre, pero el joven aún no decidía hablar con el hombre que se decía ser su padre.Con gran inquietud tuvo que dejar el tema en manos de Laura y Massimo, este último le dijo que él tenía que esperar a que Paolo se sintiera listo y aquello no quería que fuese una limitante para Luciano. Por lo que le aconsejo que era momento de dejar que Paolo tomara la decisión que debiera sin preocupaciones, ya Massimo se las arreglaría cuando el joven tomara la decisión de conocer a su verdadero padre.Antes de irse, Luciano y Almendra fueron a casa de los Pellegrini,
Luego de varios abrazos y una extraña sensación de vacío, Luciano y Almendra salieron de aquella casa.Luciano comenzó a conducir, sabía que debía llegar a casa, aún le faltaba despedirse de sus hermanos, de su padre y del recién conocido abuelo.El tiempo era apremiante; con ayuda del espejo retrovisor, pudo ver cómo Paloma y su marido entraban a casa.Aquella imagen se la quedó muy grabada en la memoria, sonrió y fijó su vista en el camino.- ¿Estás bien? – preguntó Almendra al ver que su novio estaba muy callado.- Sí… - dijo el hombre a su lado, el cual tomó su mano y la besó. - ¡Gracias!- ¿Por?- Por esto, por insistir en buscarla, por ayudarme a reconciliarme con ella… - dijo Luciano con total sinceridad.- A mí me hubiera gustado tener hermanos, creo que era lo justo. Tanto tú, como ella, no merecían estar separados por cosas del pasado; al final, ustedes no tuvieron la culpa.- ¡Lo sé! ¡Créeme que lo sé! - dijo Luciano recordando su oscuro pasado.- Ya verás que más pronto que
Massimo ahora sabía que, gran parte de la familia, influía el núcleo, es decir, el padre y la madre. Lo había visto él mismo y lo comprobaba con su padre y, en su momento, con su abuela.Luego de una larga y a la vez corta sobremesa, llegó el momento de decir adiós… Un adiós que sabía raro, un adiós que nadie quería decir, un adiós que tanto Massimo como Luciano no querían darse, pero que era necesario.Ellos habían hecho un pacto y habían dado su palabra, así que, con tristeza, tuvieron que ponerse los pantalones de adultos y sonreír.- Luciano… Antes de que te vayas, cuando termines de despedirte de todos, pasas a verme al estudio, ahí te estaré esperando. – dijo Massimo tratando de aguantar el nudo en la garganta.- Sí, Massimo… - respondió el chico.Los primeros en despedirse fueron los viejos Matteo y Magnus, que, con sus sabios años de experiencia, sabían que esta no era otra más que una despedida momentánea.Sabían que el tiempo era sabio y que el joven regresaría en menos de lo
El hombre que se despedía, poco a poco, sentía que cada paso que daba le pesaba más y más. Su familia estaba ahí, la dejaba para irse a un lugar muy lejano. En esta ocasión iba acompañado, pero preferiría quedarse, sabía que esa familia necesitaba de él y él necesitaba de todos ellos.Cuando llegó el turno con Paolo, él se esforzó en no llorar, ya que, al verlo, solo podía recordar cómo fue que ya había pasado tanto tiempo.Si mal no se equivocaba, su hermanito casi tenía la misma edad de Maurizio, cuando comenzaron a dejarse de ver tan seguido.Luciano era su héroe, como ahora lo era para Maurizio, pero el primero no pudo ver cómo regresaba hasta ahora.La situación que tenía Paolo no era fácil, así que, antes de mostrar alguna debilidad. Luciano tomó aire y sonrió.- Paolo… Ven, hermano, ven… Oye… Sea cualquiera que sea, la decisión que tomes, yo siempre te voy a apoyar.Coincido con papá, tal vez sea bueno que le des el beneficio de la duda a Pierre. Tal vez solo quiere conocerte,
Una vez hecho esto, Luciano salió y caminó hacia la oficina donde Massimo ya lo esperaba mientras revisaba algunos documentos de la fusión. - ¿Ya te despediste de todos? – preguntó Massimo mirando con tristeza a su hijo. - Ya, Almendra se está despidiendo de ellos también… ¡Gracias, Massimo! De verdad, ¡Gracias, por dejarme estar con mis hermanos! ¡Gracias, por dejarme volver a verlos! – dijo Luciano con nostalgia. Massimo lo miró, se levantó de su asiento, rodeó el escritorio y se acercó a su hijo para poder abrazarlo fuertemente. - ¡Tú, Luciano! ¡Tú eres mi hijo! ¡Jamás creas que te voy a negar el venir aquí! Si ahora mismo me dices que no te quieres ir, yo mismo voy a ir a hablar con Moretti para que te deje quedarte, así tenga que vender mi alma al diablo. Si tú así lo decides, yo hablo con él y consigo que te quedes. - ¡Gracias…! Pero, ya soy un hombre y, ¿Qué clase de hombre sería si te dejo pelear mis batallas…? - dijo Luciano, muy seguro de lo que decía. - ¡Está bien, h
Para Massimo no era ningún secreto que su hija atravesaba por un momento crucial en su vida. Él se miraba y era obvio que conforme sus hijos crecían, los problemas también. Solo pedía a todos los santos habidos y por haber, que le dieran la iluminación correcta para poder aconsejarlos de la mejor manera.Massimo ya había mandado a investigar a Adrien Bianchi, esto lo hizo casi desde el momento en que su hija le confesó que ella quería que el padre de su hija tuviese contacto con la bebe. Por lo que en secreto había investigado toda la vida y obra de aquel joven.Sinceramente, Massimo no se sentía con la calidad moral para reclamarle algo, ya que él, precisamente recordando su pasado con Guadalupe, era el menos indicado para hacerlo; sin embargo, en este caso se trataba de su hija y por ella tenía que tomar cartas en el asunto.Después de mucho pensarlo, decidió que era momento de tener una plática de hombre a hombre con aquel joven. Así que sin decirle nada a nadie, el contacto al jov