Camino hacia la cocina, rogando por encontrar algo que al menos calme mi hambre hasta la cena, pero antes de llegar doy la vuelta choco contra algo o alguien, la fuerza del impacto me hace caer al suelo, pero logro sostenerme y asi evito golpearme la cabeza, pero aquello contra lo que choque no tiene la misma suerte que yo.Al levantar la vista, descubro que se trata de Alejandro, ya tenia mucho tiempo sin verlo, incluso durante el patrullaje. Me levanto de mi sitio, con un poco de dolor en el pecho , es como si hubiese chocado contra un costal de papas, me dolio, pero al caer ese costal fue arrojado mas lejos que yo.—¿Estas bien?—pregunto al observar que Alejandro se mantiene sentado sobre el suelo, tiene la apariencia de haber sido atropellado en vez de solo haber chocado conmigo. Debajo de sus ojos tiene una ojeras tremendas, como si no hubiese dormido en varios dias, se le nota un poco mas delgado que la ultima vez que lo vi y por supuesto, parece como si hubiese ido al gymnasio
Alejandro se queda callado y ese silencio me incomoda lo que queda del trayecto. Al llegar no hay nadie en la enfermería, ni siquiera la doctora que debería estar aquí en caso de emergencia. Llevo a Alejandro a una de las camillas, lo ayudo a recostarse e incluso busco algo para limpiarle el sudor de la frente. —Espera aquí—le indico—voy a traer a alguien para que te revise. —No— dice y me toma de la mano, para evitar que se quede solo—quedate conmigo. —Lo mejor seria que traiga a la doctora para que te de algo para la fiebre. —No, por favor, quiero que te quedes aquí, quiero contarte algo—suplica aun con sus pocas fuerzas, por lo que no me queda mas que obedecer lo que me pide. me siento a su lado y no aparto la mano, él se queda en silencio un rato y después abre los labios. —Yo me di cuenta de que era gay cuando era un adolescente—revela en voz baja, pero por la soledad del lugar puedo escucharlo con claridad—mi padre era un hombre estricto, para nada religioso, un borracho que
Se escuchan las sirenas de la ambulancia desde la habitación de Anna, supongo o mejor dicho es mas que obvio que a estas alturas todo el mundo sabe que la condición de Alejandro es grave. Brian esta sentado sobre su cama, se muestra abatido y desolado. Anna y yo nos miramos sin idea de como consolarlo, lo hemos intentado todo, pero al no recibir ninguna respuesta positiva ante nuestros esfuerzos decidimos dejar de intentarlo y solo acompañarlo en su sufrimiento. —Es todo lo que tengo—murmura Anna de repente acercandose a mi, es una pequeña hoja de papel con una cantidad escrita sobre ella, no es mucho, de hecho creo que yo tengo mas dinero en mi cuenta de banco que ella, aunque es obvio porque. Ella aun tiene gastos universitarios que cubrir, mientras que yo, no tengo nada en que gastarme mi dinero—si vamos ayudar a Alejandro vamos a necesitar mucho dinero. —¿Es verdad lo que dijo?—cuestiono un tanto preocupada por la situacion—¿Nuestro seguro no cubre este tipo de enfermedades? —S
Sé que no estoy en condiciones de regresar al trabajo, mi rostro demuestra lo mucho que me ha afectado ver a Alejandro de esa forma, nunca pensé estar frente a un virus tan letal y destructivo como ese y sobre todo que ese mismo virus atacara a algún conocido mío. La forma en como me miro mientras me contaba la trágica historia de su vida, es algo que no olvidaré en mi vida. —¿Realmente crees que tu tía pueda hacer algo por Alejandro?—cuestiona mi amiga esperanzada— ella es muy cercana a la familia Mitchell —No les puedo asegurar nada en estos momentos, pero les prometo que hablaré con ella ¿Si? Brian asiente y trata de mostrar una sonrisa forzada, pero sé que mis palabras no le han dado el consuelo que me gustaría darle en estos momentos. —¿Qué tal si nos reunimos en tu casa esta noche?—propone Anna—para juntar los ahorros y pensar en opciones para recaudar dinero, quizás podamos vender en nuestros días libres algunos postres que a Brian seguro no le costara preparar. Su repentin
—Simplemente, no lo puedo creer—expresa la señora Mitchell cruzándose de brazos, camina por la habitación de esa forma, demostrando cuan indignada se encuentra respecto a la situación—¿Me están diciendo que había un tipo con sida por la casa?—Cálmate—le solicita su esposo para tranquilizarla, él al igual que toda la familia parecían estar tranquilos con la situación—no es para tanto.—¿No es para tanto?—cuestiona la señora Mitchell arrugando la frente—me parece que no entienden la gravedad del asunto.Trato de contener la risa que sus palabras me generan, es evidente que la mujer para la que trabajo no sabe mucho sobre enfermedades, pero deduzco por las expresiones en los rostros de los demás integrantes de la familia, que no piensan lo mismo.—Mamá—escucho la voz de Aidan al fondo. Instintivamente, levanto la vista de la alfombra, lo hago en un movimiento sutil porque no quiero que alguien descubra que su presencia, causa un efecto en mí, aunque sé que no debería, no después de todo
—¿Ellos ayudaron al joven?—cuestiono el señor Mitchell, pero dirigiéndose a Tía Moira.—Así es señor, al parecer son sus amigos—expuso mi tía, torciendo levemente los labios, de alguna forma, los últimos días parecía tener una audacia para meterme en problemas y quizás eso le molestaba, verme siempre en primera fila como si ese fuera mi talento.—De acuerdo, entonces será más fácil para todos nosotros—expuso el señor Mitchell soltando un suspiro—como verán, la familia no esta del todo de acuerdo en solventar los gastos del joven en el hospital, después de todo es una condición que no cubre el seguro que se le asignó al ingresar como empleado aquí, sin embargo, he decidido que me haré cargo de la factura hospitalaria del joven bajo una condición.Sentí alivio al escuchar esas palabras, mis amigos y yo estábamos preocupados por tener que hacernos cargo de esa factura, sobre todo porque no nos alcanzaba aunque hiciéramos el intento. Mire a Brian por un instante, él hizo lo mismo y me ded
—Quiero explicarte—expresa, pero esas simples palabras las percibo como un par de dagas que se introducen en mi pecho, justo donde se encuentra mi corazón. Desvío la mirada, no logro comprender como es que tiene la decencia de mirarme a la cara después de todo lo que ha hecho, mis lágrimas quieren juntarse sobre las orillas de mis ojos para poder sacar toda la ira y frustración que hay en mi interior, pero no puedo, simplemente no quiero desperdiciar lágrimas que quizás, un hombre como él, si es que se le puede decir de esa forma, no merece. —No lo haga—expreso perdiendo toda confianza con él, lo único que salen de mi labios, son palabras frías y distantes, no merece nada más que eso—no tiene que explicarle nada a una sirvienta de su casa. —Por favor, no me trates así, Ciara—expresa. Mi nombre en sus labios suena extraño, mi corazón salta al escucharlo, pero trato de controlar las diferentes emociones que hay en mi interior, pero me cuesta demasiado, no sé qué hacer para enfrentarlo,
—¿Cuánto tenemos en total?—pregunta Brian finalmente, en su mirada se nota lo angustiado que esta por saber la cantidad que reunimos para pagar el tratamiento de Alejandro.Ana continúa tecleando números en la calculadora hasta que finalmente se detiene, alza la mirada y nos mira, intuyo que por la expresión que nos dirige, la cantidad no es lo suficientemente alta para que Alejandro comience el tratamiento una vez que salga del hospital.—Cinco mil cien euros—anuncia mi amiga con cierto escepticismo, no es lo que esperábamos, de hecho, es mucho más alto de lo que esperábamos reunir y todo gracias a Brian, quien decidió aportar todos sus ahorros, así como vender algunas pertenencias de valor, como una guitarra, una figura de colección y una televisión que había traído consigo al venir a trabajar aquí, pero aunque la cantidad que reunimos entre los tres es elevada, no cubre lo que cuesta el tratamiento de un año, nos faltan cuatro mil euros más, pero ninguno de los tres dispone de pert