XC El primero en caer

—Me gustaría que hubiera mariposas —dijo Ingen, explorando entre las plantas del jardín.  

Las mariposas se alimentan del néctar de las flores. Quizás si hubiera flores podría haber mariposas. Sam se quedó pensativa mirando al niño. Había encontrado una libélula y la veía con curiosidad.

—Las libélulas también son lindas —dijo Sam, agachándose a verla junto a él

—Pero no son mariposas, no tienen las alas de colores. 

El insecto, de enormes ojos saltones, agitó las alas al tiempo que un ulular de sirenas empezó a oírse a lo lejos. Alzó el vuelo cuando los autos de la policía pasaron por el camino a unos cinco metros de distancia. Ingen y Sam se miraron y corrieron hacia la mansión. No se atrevieron a dejar la seguridad que la espesura del boscoso jardín les ofrecía. Ocultos tras unos matorrales vieron a los policías bajar de los autos y entrar a la casa. 

La curiosidad de Sam la tenía al borde de un colapso nervioso. Le picaban los pi

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