Drew, contemplaba la puerta abierta, aquella que Mishah no terminaba de cerrar, le pareció escuchar otra voz, la de Isa. Luego Mishah entró mirándolo con sus ojos muy abiertos. —¿Qué sucede?—La Princesa venía, supongo que a hablar con usted, pero me vio salir y se fue corriendo hecha un mar de lágrimas, creo que ya ha tenido suficiente, de verdad no quiero que su padre me despelleje viva. . .Drew no siguió escuchando, ella había ido a buscarlo, quería decir que estaba claudicando. Y con eso en la cabeza, salió corriendo de la habitación, debía buscarla hablar con ella y explicarle todo. Corrió por los pasillos como si estuviese demente, con el corazón acelerado y la respiración agitada. Llegó a la habitación de ella y ni siquiera llamó, giró la perilla y entró, la imagen le destrozó el alma. Isabdiella estaba tendida sobre la cama, abrazada a una almohada que intentaba inútilmente ahogar sus gritos de dolor, lloraba como si alguien muy querido hubiese fallecido y su delgado cuerpo
No pudo imaginar jamás una peor manera de despertar. Aquel grito la devolvió a la realidad. Isabdiella y Drew se miraron un poco asustados de haber sido hallados en una situación tan íntima. —¿QUÉ ESTÁ PASANDO AQUÍ?— de acuerdo, su padre estaba enojado. No, su padre estaba realmente furioso. Ambos jóvenes bajaron de la cama para enfrentarse a un Zabdiel que mantenía su ceño fruncido, sus manos empuñadas y las aletas de su nariz dilatada. Nunca lo había visto así. Daba terror. Estaba mal, muy mal. Su rostro daba mucho miedo.—Papito, tranquilízate— pero al observar la corta bata de seda que era pijama de su hija, Zabdiel perdió los estribos, observó con furia a Drew. —Tío, debemos hablar. . .— No, el no hablaría. Había profanado el lecho de su hija, ¡debía pagar!. Sin pensarlo se arrojó contra él descargando con fuerza su puño sobre el joven, quién no pudo prever la situación y fue arrojado violentamente contra el suelo, de inmediato el sabor metálico inundó su boca. Zabdiel, dio o
—¡Esto es el colmo!— Suseth estaba nuevamente enfurecida. —Mi hijo no es menos que nadie y tan merecedor como cualquier otro— dijo un ceñudo Matt. —Voy a casarme con Drew— dijo Isabdiella llorona pero firme. —No, no lo harás—dijo su padre. —¡NO SOY UNA NIÑA, PADRE, NO PUEDES MANEJAR MI VIDA!— dijo con voz quebrada y lágrimas deslizándose de sus ojos.—Zabdiel mi amor— dijo Isabella— se aman, tienen derecho a estar juntos si así lo desean. —Cuentan con mi apoyo— dijo Nael firmemente, tal como le había prometido a su hermana días antes se enfrentaría a cualquiera con tal de que ella fuese feliz— incondicionalmente— Zabdiel tensionó la mandíbula.—No veo nada malo en que se quieran, hermano deberías darles una oportunidad— dijo Zahir.— también les apoyo. — Yo tampoco veo el problema— Iveth parecía realmente angustiada— mi sobrino es bueno. Yo les apoyo. —Y yo lo que más quiero es la felicidad de mi pequeña— agregó Isabella— y si su felicidad es Drew, voy a apoyarla. . . aunque te
El avión comenzó su suave ascenso, mientras su corazón se oprimida con fuerza. Pensaba que su padre la apoyaría. Que antepondría su felicidad ante todo, pero no era así y eso la hacía sentir miserable.Podía entender su dolor, su sufrimiento era verdadero, sus miedos bien infundados, sin embargo necesitaba que confiara en ella, que la dejara tener sus propias experiencias, que la dejara abandonar el nido, ayudándole a crecer. Sabía que era la luz de sus ojos, su niña, su tesoro, lo más preciado, así le había dicho siempre y realmente la hacía sentir así, sabía que sufriría al saber que ella se alejaría, pero realmente aquella explosión de negatividad y el profundo rechazo a su relación con Drew, la había desencajado. Adoraba a su padre. Realmente lo ama tan profundamente que saber que lo hacía sufrir, la hacía sentir la peor de todas las hijas. Quizás, hasta inmerecedora de todo su amor. —Estaremos bien, mi amor, lo prometo— a su lado, Drew sostuvo su mano con fuerza intentando infun
Nael, sostenía entre sus brazos a Vanessa, transmitiendo su calor y su amor. Ella completamente recuperada de su desmayo, producto de la tensión del momento. Se acariciaba su abultado abdomen, los meses corrían rápido y ya ansiaba el momento de tener a su bebé entre sus brazos. —No puedo creer que me haya atrevido a hablarle así al tío. ¡Estoy loca!—Una loca sexy y decidida. Tus ojos parecían pozos esmeraldas mientras decías "¡Yo soy la Soberana, yo soy la Reina!"—¡Oh, por Dios!— se cubrió el rostro avergonzada.—Estuvo bien imponerte y dejar tu posición clara, no dijiste nada que fuese mentira. Eres la Soberana, ellos tu familia, nuestra familia y tu decisión debe respetarse, aún mis padres deben hacerlo.—Yo creo que lo mejor fue apoyarlos. ¿Verdad?—Por supuesto que sí. Me juré a mi mismo que apoyaría la felicidad de mi hermana sin importar contra quién debiera enfrentarme, es una pena que haya tenido que ser contra mi propio padre pero, realmente creo que se aman, ella lo ama y
Los días avanzaban con rapidez y pronto se convirtieron en dos semanas. Isabdiella había estado triste y desmotivada, pero de a poco su ánimo fue mejorando. Todas las noches hablaba con sus primas y Vanessa, había hablado un par de veces con su hermano y su tía, además de eso hablaba Inter diario con su madre, lo más doloroso es que sólo una vez había hablado con su padre, ella le llamó a Isabella y hablaron por casi una hora de pronto su padre estuvo al teléfono y le rompió el alma escucharlo llorar y decirle lo mucho que la extrañaba, para luego rogarle que regresara a su lado. Lo entendía. Siempre habían sido muy unidos, solía compartir el café matutino con él, ella siempre se había refugiado en sus brazos, no era fácil para él aceptar que su nena había crecido. Tampoco era fácil para ella estar lejos pero, necesitaba explorar su mundo junto a Drew, y le dolía que su padre no lo entendiera. Aquella noche terminó llorando abrazada a Drew, quien constantemente le brindaba su apoyo
Hassan, suspiró agotado mientras entraba a su consultorio y se preparaba para una larga noche, un turno doble. Pensó en Isabdiella, rogando a Alá que ella estuviese bien, que Drew la estuviese tratando como la mujer maravillosa que era. Se había enterado que ella había decidido irse a vivir a Londres, según supo, él le había pedido matrimonio y el antiguo Jeque no lo aceptó. Él solo rogaba para que ella fuese feliz. Perderla le había dolido profundamente, pensó que ganaría la batalla frente a Drew, que saldría victorioso con el corazón de Isabdiella, Alá sabía cuánto deseaba aquello, pero lamentablemente no había sucedido. En la vida no se está preparado para perder pero, hay que asumirlo con valentía cuando ocurre. Ahora su corazón comenzaba a tener un poco de paz y tranquilidad, lo que más le importaba era que ella fuese feliz, y rogaba que Drew cumpliera con su compromiso de amarla fielmente. No quería tener que plantarse frente a él y reclamarle por el incumplimiento de sus prom
—De acuerdo— dijo con voz ahogada. Las manos de Drew, siguieron ascendiendo hasta que ambas cubrieron sus senos, ella gimió de sorpresa y satisfacción, y él se dedicó a darle suaves caricias, jugaba con los erguidos pezones, acariciaba la redondez de sus senos, presionándolos, oprimiéndolos. Pronto los abandonó cuando sintió que ella se agitaba, besó su cuello y luego se puso de rodillas, la imagen que reflejó el espejo fue de lo más estimulante para ella, allí Drew de rodillas, viéndola con adoración, rendido a sus pies. Tomó su prenda interior y poco a poco, comenzó a deslizarla por sus largas y delicadas piernas. Ella contuvo el gemido, al llegar al final ella elevó un pie y luego otro, Drew se deshizo de ambas prendas y volvió a colocarse de pie, detrás de ella.—Me encanta todo de ti— dijo con voz ronca, Isabdiella se sintió cohibida y poderosa a partes iguales, le daba vergüenza estar completamente desnuda y expuesta, a la vez sentía el grado de excitación de Drew y sabía que e