Nael, sostenía entre sus brazos a Vanessa, transmitiendo su calor y su amor. Ella completamente recuperada de su desmayo, producto de la tensión del momento. Se acariciaba su abultado abdomen, los meses corrían rápido y ya ansiaba el momento de tener a su bebé entre sus brazos. —No puedo creer que me haya atrevido a hablarle así al tío. ¡Estoy loca!—Una loca sexy y decidida. Tus ojos parecían pozos esmeraldas mientras decías "¡Yo soy la Soberana, yo soy la Reina!"—¡Oh, por Dios!— se cubrió el rostro avergonzada.—Estuvo bien imponerte y dejar tu posición clara, no dijiste nada que fuese mentira. Eres la Soberana, ellos tu familia, nuestra familia y tu decisión debe respetarse, aún mis padres deben hacerlo.—Yo creo que lo mejor fue apoyarlos. ¿Verdad?—Por supuesto que sí. Me juré a mi mismo que apoyaría la felicidad de mi hermana sin importar contra quién debiera enfrentarme, es una pena que haya tenido que ser contra mi propio padre pero, realmente creo que se aman, ella lo ama y
Los días avanzaban con rapidez y pronto se convirtieron en dos semanas. Isabdiella había estado triste y desmotivada, pero de a poco su ánimo fue mejorando. Todas las noches hablaba con sus primas y Vanessa, había hablado un par de veces con su hermano y su tía, además de eso hablaba Inter diario con su madre, lo más doloroso es que sólo una vez había hablado con su padre, ella le llamó a Isabella y hablaron por casi una hora de pronto su padre estuvo al teléfono y le rompió el alma escucharlo llorar y decirle lo mucho que la extrañaba, para luego rogarle que regresara a su lado. Lo entendía. Siempre habían sido muy unidos, solía compartir el café matutino con él, ella siempre se había refugiado en sus brazos, no era fácil para él aceptar que su nena había crecido. Tampoco era fácil para ella estar lejos pero, necesitaba explorar su mundo junto a Drew, y le dolía que su padre no lo entendiera. Aquella noche terminó llorando abrazada a Drew, quien constantemente le brindaba su apoyo
Hassan, suspiró agotado mientras entraba a su consultorio y se preparaba para una larga noche, un turno doble. Pensó en Isabdiella, rogando a Alá que ella estuviese bien, que Drew la estuviese tratando como la mujer maravillosa que era. Se había enterado que ella había decidido irse a vivir a Londres, según supo, él le había pedido matrimonio y el antiguo Jeque no lo aceptó. Él solo rogaba para que ella fuese feliz. Perderla le había dolido profundamente, pensó que ganaría la batalla frente a Drew, que saldría victorioso con el corazón de Isabdiella, Alá sabía cuánto deseaba aquello, pero lamentablemente no había sucedido. En la vida no se está preparado para perder pero, hay que asumirlo con valentía cuando ocurre. Ahora su corazón comenzaba a tener un poco de paz y tranquilidad, lo que más le importaba era que ella fuese feliz, y rogaba que Drew cumpliera con su compromiso de amarla fielmente. No quería tener que plantarse frente a él y reclamarle por el incumplimiento de sus prom
—De acuerdo— dijo con voz ahogada. Las manos de Drew, siguieron ascendiendo hasta que ambas cubrieron sus senos, ella gimió de sorpresa y satisfacción, y él se dedicó a darle suaves caricias, jugaba con los erguidos pezones, acariciaba la redondez de sus senos, presionándolos, oprimiéndolos. Pronto los abandonó cuando sintió que ella se agitaba, besó su cuello y luego se puso de rodillas, la imagen que reflejó el espejo fue de lo más estimulante para ella, allí Drew de rodillas, viéndola con adoración, rendido a sus pies. Tomó su prenda interior y poco a poco, comenzó a deslizarla por sus largas y delicadas piernas. Ella contuvo el gemido, al llegar al final ella elevó un pie y luego otro, Drew se deshizo de ambas prendas y volvió a colocarse de pie, detrás de ella.—Me encanta todo de ti— dijo con voz ronca, Isabdiella se sintió cohibida y poderosa a partes iguales, le daba vergüenza estar completamente desnuda y expuesta, a la vez sentía el grado de excitación de Drew y sabía que e
Isabdiella sintió como su corazón se agitaba violentamente porque podía predecir que si lo vivido hasta ahora era maravilloso, tener a Drew dentro de ella. . . No habrían palabras para describirlo, la ansiedad y la anticipación amenazaban con cortarle la respiración. A su vez se animaba diciéndose que estaba perfectamente preparada para aquel paso, lo amaba, él la amaba, quería que fuesen uno solo, fundirse en la piel del otro hasta no saber dónde terminaba ella y comenzaba él.—Tómame, Drew— le dijo enfebrecida— tómame por completo, quiero conocerlo todo— le dijo acariciando su pecho, su cuello y luego sus mejillas— hazme completamente tuya, mi amor— su voz sonaba a súplica, y lo era. La firme súplica, naciendo de la necesidad desmedida que se apoderaba de ella.—Al principio puede doler un poco o quizás ser algo incómodo, Ella— la miró directamente a los ojos— puede que no sea agradable al comenzar pero, te juro que todo será mejor luego, que lo disfrutarás.—Puedo soportarlo— le a
Isabdiella lo abrazó fuertemente, aferrándose a los brazos del hombre que más había amado desde que tenía uso de razón, éste tiempo de ausencia habían creado un vacío en su corazón, que en ese momento se llenaba de a poco, con cada segundo que la abrazaba.—Lo siento mi amor, he sido un tonto, un redomado idiota, me negaba a perderte, a qué crecieras— su voz se escuchaba ahogada y entrecortada— y he terminado separándote de mi, pero vive Alá, que moriré si sigo emocionalmente alejado de ti un día más, puedes amar a quien quieras, puedes vivir en cualquier parte del mundo, voy a apoyarte y a viajar a cualquier lugar donde estés para verte. . . —Papito. . .— lo estrechó con más fuerza.—Siempre, siempre serás la Princesa de Norusakistan, la Princesa de mi vida y mi corazón, te ruego que me perdones, mi Isa, niña de mis ojos, ternura de mi alma, aliento de mi amor.—¿Cómo podría no perdonarte?— le preguntó alejándose un poco y llenándose de ternura al ver el rostro de su padre cubierto
—Me gustaría invitarlas a dar un paseo— dijo Zabdiel. —Sería maravilloso, pero me ocuparé de algunas cosas hoy, veré varias casas y luego te mostraré las mejores opciones, querida— le presionó con fuerza la mano a Isabdiella— de hecho, me marcharé ahora mismo.—En ese caso, tú y yo podríamos pasear un poco. He extrañado nuestros cafés.—Nada me haría más feliz, papito. Sólo necesito unos minutos para cambiarme. — Corrió a la habitación y sonrió, estaba tan feliz de tener a su padre con ella, pasearían un poco, quiso demostrarle que nada había cambiado, que seguía siendo ella. Por eso tomó un hermoso Caftán azul eléctrico para vestirse, sus bordados dorados lo hacían exquisito, su cabello recogido en un improvisado, aunque muy decente moño, y sobre él una sencilla pero hermosa corona. Se observó al espejo y sonrió. Zabdiel sonrió enormemente al verla. —Una princesa— dijo con ternura. —Una princesa. . . Siempre, es lo que soy, padre— le besó las mejillas y tomó el brazo que le ofrec
Zashirah, deslizaba lentamente el pincel sobre el lienzo dándole vida a su pintura, agregando las sombras y un poco de luz justo en el centro, la nostalgia inundaba su ser, jamás se había sentido tan triste, tan sola. . . realmente se alegraba de que Vanessa encontrara felicidad junto a Nael, pero ciertamente tenía múltiples obligaciones que le impedían pasar tanto tiempo juntas. Isabdiella se había marchado, persiguiendo su sueño de amor y felicidad junto a Drew— suspiró— aquello también la hacía feliz, saber que al fin, sus primas podrían disfrutar del amor, junto a los hombres que aman. Pero cada día la soledad se abría más y más espacio en su pecho. Últimamente Zahiry estaba muy preocupada por ella, constantemente le brindaba compañía a pesar de que sabía cuánto disfrutaba su hermana de su tiempo a solas. Pensaba que eso era algo más triste de todo, sentirse sola cuando estaba rodeada de tantas personas. —¿Soñando despierta?— la voz de su hermana la sacó de su ensimismamiento, a